PP, TC y aborto
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Conectados por la esencia y el destino
10/06/2015

Por José Antonio Chamorro Manzano, Miembro de CiViCa, Ensayista en materia teológica natural y moral

Prosigue en su imparable caminar, el preocupante devenir trascendente existencial de nuestra humana sociedad, y ahora está cerca ya de cumplirse ochenta años desde el momento en el que viera la luz pública aquello que escribiera D. José Ortega y Gasset: “una de las máximas desdichas del tiempo es que, al topar las gentes de Occidente con los terribles conflictos públicos del presente, se han encontrado pertrechadas con un utillaje arcaico y torpísimo de nociones sobre lo que es una sociedad, colectividad, individuo, usos, ley, justicia, revolución, etcétera. Buena parte del azoramiento actual proviene de la incongruencia entre la perfección de nuestras ideas sobre los fenómenos físicos y el retraso escandaloso de las ciencias morales”.

Pero, aún con anterioridad, el mismo, Ortega, había escrito y publicado también aquello de:“El día que vuelva a imperar en Europa una auténtica filosofía (única cosa que puede salvarla) se volverá a caer en la cuenta de que el hombre es, tenga de ello gana o no, un ser constitutivamente forzado a buscar una instancia superior”.

Por José Antonio Chamorro Manzano, Miembro de CiViCa, Ensayista en materia teológica natural y moral

Prosigue en su imparable caminar, el preocupante devenir trascendente existencial de nuestra humana sociedad, y ahora está cerca ya de cumplirse ochenta años desde el momento en el que viera la luz pública aquello que escribiera D. José Ortega y Gasset: “una de las máximas desdichas del tiempo es que, al topar las gentes de Occidente con los terribles conflictos públicos del presente, se han encontrado pertrechadas con un utillaje arcaico y torpísimo de nociones sobre lo que es una sociedad, colectividad, individuo, usos, ley, justicia, revolución, etcétera. Buena parte del azoramiento actual proviene de la incongruencia entre la perfección de nuestras ideas sobre los fenómenos físicos y el retraso escandaloso de las ciencias morales”.

Pero, aún con anterioridad, el mismo, Ortega, había escrito y publicado también aquello de:“El día que vuelva a imperar en Europa una auténtica filosofía (única cosa que puede salvarla) se volverá a caer en la cuenta de que el hombre es, tenga de ello gana o no, un ser constitutivamente forzado a buscar una instancia superior”.

Pues bien, de terribles conflictos públicos y de azoramiento de la opinión pública globalizada, en nuestra época actual ya adentrada en el Tercer Milenio de la Era Cristiana; de todo ello, es de temer, como mínimo, el que nos hallemos ahora en situación de aún mayores peligros que los que caracterizaban aquellos aciagos tiempos de hace un siglo y que eran motivo de insistente consideración para el certero y prestigioso pensador filosófico citado –aciagos tiempos de hace un siglo, de los cuales tantas y tan aniquiladoras activas secuelas y tantas y tan sobrecogedoras cicatrices hemos heredado las generaciones subsiguientes–. Y es que la brecha, de la incongruencia entre la perfección de nuestras ideas sobre los fenómenos físicos, por un lado, y el retraso escandaloso de las ciencias morales, por el otro lado, cada vez es brecha más patente y determinante.

Y, como es obvio, la capacidad dañina de tal brecha es debida a que los fenómenos físicos cada vez aparecen más palpables y comprobables para la Ciencia, con el añadido de que los naturales límites humanos para llegar al pleno conocimiento científico de la esencia natural o sobrenatural de la materia física, así como para llegar al necesario conocimiento de las circunstancias y las fuerzas y las leyes modificativas de la misma materia, son límites que cada vez parecen ser como más alcanzables. Mientras que, por su parte, las ciencias morales disponibles (teológicas, filosóficas, ideológicas, sociológicas, políticas, jurídicas, etc.) cada vez se alejan más y más de sus naturales y necesarios fundamentos conceptuales de trascendencia eterna y de universalidad, amén de los correspondientes fundamentos de dignidad, justicia, bien común, etc. Por todo lo cual y para perdición suya, el hombre se considera cada vez menos forzado a buscar una instancia superior que motive y justifique su existencia.

Ante un panorama tan amenazador para el futuro inmediato venidero de la Humanidad, como lo es el panorama que pujante desde hace tres siglos contemplamos en nuestro alrededor, habrá que apelar a las conciencias sensatas y conscientes de su responsabilidad, y habrá que hacerlo con toda la energía posible. Así y aun cuando ya quedó dicho en otros momentos, hemos de repetirlo:

  • “Pero es que, si somos sinceros, deberemos empezar por reconocer (dejando a salvo toda posible actuación individual salvable) que Dios (la instancia superior fundamental, infalible, absoluta) ha sido expulsado de la sociedad humana, en especial de los ámbitos de poder; las pruebas de ello:
  • ni se conoce a Dios, ni existe preocupación por esforzarse en conocerLe de manera satisfactoria y convincente,
  • la correspondiente Teología (la de inspiración sentimental divina en cada una de todas las almas) es ignorada, cuando no rechazada,
  • los derechos de Dios (como paternal creador del alma de toda criatura), ni se mencionan…”

Ante un tema tan complejo y tan esquivado, y en atención a la brevedad aquí exigida, parece conveniente recurrir a la ayuda magistral de algunos ejemplos notorios:

  • Desde que se empezó a hablar de “Demostración científica de la existencia de Dios”, todas las opiniones influyentes difundidas al respecto (incluidas las de los más prestigiosos teólogos) han afirmado radicalmente que “Es imposible demostrar científicamente la existencia de Dios”.

Pues bien, ya existe al menos una “Prueba o demostración científica de la existencia de Dios”; la cual, tan sólo consigue abrirse paso en algunos medios restringidos y gracias al apoyo altruista de almas piadosas y caritativas.

Desde que se empezó a hablar del alma individual, todas las opiniones influyentes difundidas al respecto (incluidas las de los más prestigiosos teólogos) han afirmado radicalmente cosas tales como:

  • Que no se sabe exactamente cuál es el momento en el que Dios infunde el alma que ha de dar el ser a toda nueva criatura.

O que Dios dota con preferencia a determinadas almas.

Pues bien, ya existe una enseñanza teológica sobre “El primer instante de la existencia del individuo”; en la cual enseñanza, se afirma que Dios dota a todas las almas por igual (Sus designios son Universales, Justos y Perfectos). Y también se afirma en ella que “Dios infunde el alma, sobre los reunidos materiales embrionarios, ovogenésicos y seminales, cuando ellos se hallan reunidos en condiciones viables para poderse iniciar la correspondiente fecundación o germinación”. La cual enseñanza teológica, tan sólo consigue abrirse paso en algunos medios restringidos y gracias al apoyo altruista de almas piadosas y caritativas.

Finalmente, debo decir –porque así lo enseña lacorrespondiente Teología (la de inspiración sentimental divina en cada una de todas las almas)–, debo decir:

Que cada persona vamos acumulando en nuestra respectiva alma, de manera imborrable e inmodificable y con todo detalle, y en condiciones de presente real, la visión de nuestro recorrido por la vida terrena, con todos sus actos y todas sus omisiones y con todos sus pensamientos, ideas, intenciones, etc. Y de esa manera caracterizada, cada alma será vista y ha de convivir por toda la Eternidad, en la universal convivencia de Dios con todas las almas habidas. Por ello, parece del máximo interés el que cada quien procuremos comportarnos siempre con el mayor sentido de responsabilidad –pues ésta ha de ser eterna–.

CíViCa
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