Por José Manuel Belmonte (Dr. en Ciencias Humanas por la Universidad de Estrasburgo, miembro de CiViCa)
Aunque el Día Mundial del Medio Ambiente establecido por la Asamblea General de Naciones Unidas se celebra desde 1973 el 5 de junio, por unas causas o por otras, cada día estamos más sensibilizados sobre el tema, pero el día pasa desapercibido por y para la mayoría.
Si las muertes por contaminación del aire habían alcanzado casi los 3 millones en el mundo (2012), la cifra aumentará, si no hacemos nada o no cambiamos de actitud.
Por José Manuel Belmonte (Dr. en Ciencias Humanas por la Universidad de Estrasburgo, miembro de CiViCa)
Aunque el Día Mundial del Medio Ambiente establecido por la Asamblea General de Naciones Unidas se celebra desde 1973 el 5 de junio, por unas causas o por otras, cada día estamos más sensibilizados sobre el tema, pero el día pasa desapercibido por y para la mayoría.
Si las muertes por contaminación del aire habían alcanzado casi los 3 millones en el mundo (2012), la cifra aumentará, si no hacemos nada o no cambiamos de actitud.
En España, según datos oficiales, 42 millones de ciudadanos, sufrieron en 2015 problemas sanitarios por la contaminación. Si bien, las emisiones de efecto invernadero que ocasiona el sector transporte, representa gran parte de las emisiones totales que sufrimos en nuestras ciudades. Luego sigue la combustión.
El presidente de Iberdrola, Ignacio Galán, defendió en París el principio de «quien contamina, paga», en referencia a la necesidad de cambiar el modelo energético. Lo cual debería aplicarse no solo a los combustibles fósiles, sino también a las administraciones.
En las naciones más ricas de Europa, -en general-, los ciudadanos no solo ganan más que en España, sino que gastan menos y contaminan menos (en transporte). Pero además: tienen menos accidentes y éstos son menos graves. ¿Están mejor planificadas?
En muchos casos, los regidores han adaptado las ciudades para poder utilizar la bici como medio de transporte, de forma general. No un «carril bici» que circunvale la ciudad, para uso de deportistas. Holanda o Dinamarca tienen más millones de bicicletas que habitantes. Y las usan. Las ciudades están pensadas y preparadas para circular y para aparcar. Están interconectadas y no aisladas. La gente va al trabajo, a la compra o llevan a los niños a la escuela, en bici, en invierno y en verano. Supone más ejercicio, más calidad del aire y medios de trasporte públicos más rápidos y menos contaminantes. El coche se usa, pero no habitual ni principalmente. La circulación se adapta y el coche no tiene prioridad. Hacen pensar que puede no ser más rápido para llegar.
No basta con decir, que las ciudades de esos países son más llanas. Si hay voluntad, los desniveles se salvan o las bicis se adaptan. Se puede «cambia una rueda y convierte tu bici en un vehículo eléctrico, inteligente», afirma su inventor Assaf Biderman : se trata de una rueda trasera que puede adaptarse a cualquier bicicleta convirtiéndola en un vehículo eléctrico inteligente que, además, se recarga aprovechando la energía de la pedalada.
Además, cualquier ciudad genera montañas de basura cada día. El término «basura» se refiere a cualquier residuo inservible que se tira. Cada español genera al año unos 450 kilos de desperdicios, de los que el 40% es materia orgánica. Lo mismo pasa en otros países, pero la aprovechan.
Aquí, las administraciones vuelven locos a los ciudadanos diciendo lo que deben hacer con los residuos, pero no tienen claro qué hacer con la basura, ni se informan.
Por ello, no presentan proyectos capaces de incentivar y mejorar la colaboración ciudadana para reciclar y no contaminar. No es lo mismo producir energía limpia que sacarla de la basura. Hay ciudades que lo hacen.
Países que tienen nivel de dependencia energética similar o menor que España, llevan décadas educando a sus compatriotas a generar su propio combustible. El coche de familia, los autobuses, los camiones de recogida de basura e incluso taxis y algunos trenes, funcionan con basura. Por ejemplo en Suecia, menos del 1% de los residuos domésticos terminen en el vertedero. El biogás es la revolución de la basura. Es rentable y procede de una materia prima casi inagotable.
En los mataderos, granjas, comedores públicos, comercios donde se procesa o se venden alimentos, colegios, residencias de ancianos, centros penitenciarios, etc., el manejo de alimentos es grande y, por lo mismo, los restos de alimentos también lo son. Esos desechos son rentables, son energía potencial con un coste mínimo. No se puede tirar ni desperdiciar lo que ya no se use. Para ello hay que saber qué hacer y cómo. Y decirlo adecuadamente al ciudadano.
Es tan importante el tema que, debería generar un amplio consenso de todos los políticos, porque aunque se necesiten cambios de mentalidad, se trata de pensar en el medio ambiente, en la salud de los ciudadanos y en la conveniencia de utilizar lo que tiramos para poder circular sin contaminar. Si se utiliza para el trasporte público, y/o privado y con ello llegamos a donde necesitamos ir, al viajero le importa poco el combustible que el vehículo necesita para moverse. O sí le importa, porque el viaje puede ser mucho más barato.
Cuando toda Europa está apostando fuertemente por el biogás España está a punto de descender a la 3ª División en biogás. No puede extrañar que Rumanía, Croacia, Bulgaria, Serbia etc., estén por delante de España. En Alemania hay 5.000 plantas de este tipo.
Además, países como Holanda, ya impulsan la revolución eólica, con trenes eólicos. El viento servirá para transportar a 600.000 viajeros diarios, sin producir CO2.
Según el Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (IDEA), por cada 1.000 vehículos eléctricos se dejan de emitir cerca de 30.000 Kg anuales de gases contaminantes y más de 2 toneladas de CO2. Aquí se olvida que los vehículos oficiales y trenes, contaminan.
Al no planificar con suficiente antelación ni ofrecer medidas alternativas como París o Bruselas, (con trasportes públicos gratuitos -en ese caso-), lo que se impone, como ha sucedido en Madrid, parecen simples medidas recaudatorias para disuadir, no para atajar el problema.
Mientras en Europa, por ejemplo -a las afueras de Ámsterdam-, está en marcha un proyecto de «Ecoaldea». Se trata de un conjunto de viviendas sostenibles (25 ampliable a 100) capaces de generar su propia luz, cultivar sus propios alimentos orgánicos, reciclar su propia agua, etc., según su desarrollador «ReGen Village». Aquí, estamos discutiendo el tarifazo eléctrico, el medio rural se despuebla y se penaliza la utilización particular de paneles solares.
No es extraño que la picaresca de muchos usuarios o empresas, y la dejadez e ineficacia o descontrol de los organismos reguladores del almacenamiento de las materias peligrosas y contaminantes, puede poner en peligro la salud pública, si una mano criminal o la casualidad prende fuego.
Entonces descubrimos que la amenaza para el medio ambiente y la salud de la población era real, como los vertederos de Seseña y Chiloeches, y que las cosas deberían haberse hecho de otro modo. Lo acaba de confirmar la justicia.
En efecto, un juez, acaba de imponer una fianza de 7 millones de euros, a los imputados en el incendio de Chiloeches (Guadalajara) en agosto de 2016, en concepto de responsabilidad civil. Son 19 las personas imputadas y 3 las empresas.
Además de los delitos contra el medioambiente, se les imputa también falsedad documental y pertenencia a grupo criminal. Entre ellos están el exalcalde de Chiloeches, el exviceconsejero de Medio Ambiente del Gobierno de Castilla-La Mancha y varios ex altos cargos de Barreda y Cospedal.
Así que, terminado el año, en muchos lugares se hace balance. En Guadalajara el 27 de enero se entregarán los Premios de Medio Ambiente, en una Gala con artistas invitados, en el Teatro Buero, para recordarlo (enlace).
Se tendrá en cuenta tanto el lado negativo como el positivo. Los nominados han sido propuestos por los socios de un grupo ecologista.
Para el Premio Atila, a la peor conducta ambiental, los nominados son:
1. El Delegado de la Junta de Castilla La Mancha en Guadalajara.
2. El Gobierno de Castilla La Mancha.
3. Y la empresa KUK MEDIOAMBIENTE S.L.
En el aspecto positivo, los finalistas de los premios a la mejor conducta ambiental, son poco relevantes. Parece que lo más positivo haya sido el «oponerse» a la instalación de granjas intensivas de cerdos.
Mi opinión es que hay que ir mucho más allá de la simple «oposición». Algo tendremos que comer, pero tenemos derecho a saber qué comemos y en qué condiciones.
Cierto que las macro-granjas, tanto cercanas como lejanas, pueden tener consecuencias para el medio ambiente y para la salud humana, sin una vigilancia más estricta, más control de la producción y más claridad al consumidor. Lo cual se aprecia en:
1) Es muy preocupante…la resistencia a los antibióticos. «El último informe de los Centros de Control de Enfermedades estadounidenses (CDC) sacó a la luz el fin de semana pasado el caso de una septuagenaria que falleció en septiembre del año pasado a causa de una bacteria resistente a «todos los antibióticos disponibles». La paciente, que padecía una infección por Klebsiella pneumoniae adquirida probablemente durante una hospitalización en la India, fue tratada en condiciones de aislamiento en un centro de Reno (Nevada), pero los médicos no pudieron hacer nada frente al patógeno, capaz de sobrevivir a 26 fármacos diferentes».
2) Por las revelaciones que acabamos de conocer. El día 16 de enero, el diario El Mundo, publicaba un artículo de J. Espinosa, titulado «En las granjas del apocalipsis antibiótico«.
Lo titulaba así, después de visitar una granja de porcino, en la provincia de Guangdong, en China. A los cerdos se les suministran antibióticos (cinco kilos al año) con la comida (enlace).
En un mundo globalizado, donde los alimentos viajan de una partea otra del país y de unos países a otros, cada vez más gente se pregunta qué estamos haciendo y qué comemos.
En los criaderos de animales, aves, peces o mariscos, atiborrados de antibióticos, pueden nacer «supermicrobios» capaces de amenazar el mundo. Los virus o bacterias resistentes, pueden hacer que una simple gripe pueda ser mortal, o sea un desafío para la salud humana, según la OMS.
Pero, también la contaminación puede estar en el agua de los ríos y las plantas de donde pueden pasar a los humanos. Si las autoridades no controlan y las empresas desconocen la utilidad de los fármacos y la responsabilidad con que deben usarse, hay un descontrol. De hecho en el estudio citado se dice:
«Las mediciones en 58 de las principales cuencas ribereñas permitieron estimar que cada año se diseminaban decenas de miles de toneladas de estos fármacos en las aguas y terrenos del país: un 46% terminaba en los ríos y lagos locales, y un 54% en el suelo y tierras de las campiñas. El equipo dirigido por Ying ratificó que el dilema se extendía por toda la nación, que consumió 162.000 toneladas de estos medicamentos en 2013 -la mitad de todos los que se utilizan en el planeta-, de los cuales 53.000 terminaron en ríos, pantanos o terrenos».
Vamos, una bomba potencial. ¡Como para repartir premios ambientales!