El cumpleaños más distante y más cercano

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Por José Manuel Belmonte (Dr. en Ciencias Humanas por la Universidad de Estrasburgo, miembro de CiViCa)

Sucedió no hace mucho, aquí, en la tierra del Quijote.  Febrero había comenzado. Era invierno, pero ella procedía de un país donde ahora es verano.

Su marido y sus hijos se hallaban en Estados Unidos. Lo que parece imposible, solo suele ser un juego del destino.  Ella tuvo una corazonada y junto con sus hijas y una amiga, volaron hacia Europa, desde la otra parte del mundo.  Es una gran luchadora. "El Señor me pide mucho cada día, pero me bendice mil veces".

Por José Manuel Belmonte (Dr. en Ciencias Humanas por la Universidad de Estrasburgo, miembro de CiViCa)

Sucedió no hace mucho, aquí, en la tierra del Quijote.  Febrero había comenzado. Era invierno, pero ella procedía de un país donde ahora es verano.

Su marido y sus hijos se hallaban en Estados Unidos. Lo que parece imposible, solo suele ser un juego del destino.  Ella tuvo una corazonada y junto con sus hijas y una amiga, volaron hacia Europa, desde la otra parte del mundo.  Es una gran luchadora. «El Señor me pide mucho cada día, pero me bendice mil veces«.

La libertad, el amor y el aire andan sueltos. Confiados y unidos pero libres. Trasparentes, fuertes y unidos pero sin más atadura que la libertad y el corazón.

Europa llena de contradicciones está revuelta por la crisis, por las amenazas y por la llegada de emigrantes, por tierra y mar, desafiando al frío. Venía preocupada por esa situación y por la guerra.

Roma acababa de inaugurar el año jubilar de la Misericordia abriendo la puerta del perdón y de la reconciliación.

Ya en España, el buen tiempo  acompañó y pudieron disfrutar de una hermosa ciudad como Madrid. Algunos compatriotas residentes en la capital, acogieron su llegada con su amistad  y hospitalidad. También se ofrecieron como guías. Aunque el tiempo era  muy limitado, lo tenían previsto casi todo. Pensaban viajar primero a Sevilla y desde allí a Barcelona para regresar desde allí a casa.

Pudieron desplazarse a alguna ciudad cercana, donde descubrieron monumentos  históricos y nuevos amigos. Habían contraído también algún compromiso con la prensa, que pudieron atender, sin demasiada dificultad. Así que con todos tenían gestos y palabras de gratitud:

«Haber podido estar con ustedes ha sido una de mis alegrías en este viaje. Gracias por el tiempo que me han brindado y gracias por el cariño«.

Invitados a compartir mesa y mantel con sus amigos, en Guadalajara,  era la víspera de su viaje a Andalucía. El día 4 iba a ser su cumpleaños. Adelantaron, pues, la celebración para desearle toda la alegría y la felicidad. Colocaron las velas, le cantaron y brindaron por su dicha deseando que cumpliera muchos más, en compañía de los suyos.

Con cierta nostalgia les confesó que en 30 años de matrimonio, esta sería la primera vez que no estaría junto a su marido. Se le puso un nudo en la garganta.  «No somos perfectos. Hemos luchado mucho. Como cualquier matrimonio hemos pasado por momentos altos y bajos. Pero apostamos por la familia, y por la vida. Nuestros 4 hijos y los 13 acogidos no vinieron para darnos soluciones a nosotros  ni a nuestros momentos de crisis. Sólo pensamos en ellos, y… apostamos por el amor. Y ahí estamos. Siempre  hemos celebrado los cumpleaños muy unidos».

Al día siguiente saldrían al medio día en el tren de alta velocidad, el AVE,  y ya no estaba prevista otra celebración.

Dicen que la bondad necesita aportar pruebas, la verdad suele manifestarse bien con razonamientos inteligentes o con la evidencia, mientras que la bondad, no necesita demostrarse. Cuando es real es percibida por el corazón, y llega hasta el fondo del alma que la siente o la percibe.  Sin embargo, suele haber acontecimientos imprevistos, no casualidades. Y ahí quería llegar.

Como decía Albert Einstein:» La vida es hermosa, vivirla no es una casualidad».  Es un don y una alegría.

A veces llamamos «casualidades» a ciertos circunstancias que no se pueden prever ni evitar y  que  para nosotros son incomprensibles. Voltaire  fue muy claro: “Lo que llamamos casualidad no es ni puede ser sino la causa ignorada de un efecto desconocido”.  Puede sorprender por inesperado pero es real, como la vida misma.   Es difícil describirlo cuando sucede…tal vez mejor transcribir:

«Hola amigo: estoy en el AVE camino a Barcelona. No tengo Internet, así que esto llegará cuando pasemos por algún lugar que haya conexión. Escribo ahora porque tengo un momento tranquilo…

Te cuento…

He tenido una sorpresa hermosa en este viaje el día de mi cumple. Al subir al tren en Madrid, camino a Sevilla. Estábamos enfilando la llanura de La Mancha. Ya sentada, alguien viene de atrás con flores y me abraza.

Grande fue mi susto, pero más mi sorpresa cuando me doy cuenta que era mi esposo. Vino a pasarlo conmigo porque en 30 años no dejamos de estar juntos ningún cumpleaños. Por supuesto me puse a llorar como loca. Me siento muy agradecida… El ya se fue a Madrid de nuevo y regresa  mañana. Imagínense lo que hizo este hombre!!! Ha sido un regalo hermoso!!!  Estoy muy feliz.

Cuando recibí ese mensaje, quedé asombrado y maravillado. Le respondí: Efectivamente, amiga, es un inmenso acto de cariño de un hombre enamorado, un poco loco, aventurero, maravilloso, impagable. Gracias por compartir esa grata sorpresa.

Tengo una pregunta, si me lo permites, para hacerme una idea más aproximada de tu sorpresa:  ¿De dónde procedía tu marido para aparecer en el AVE con un ramo de flores y otros regalos?

De Paraguay. Regresó de EEUU dos días después de que  partiéramos nosotros. Organizaron  y tramaron con mis hijos varones su venida. Llegó el mismo día 4 bien temprano. Tomó un tren hasta  Atocha y allí subió al  AVE.  Había comprado el billete para el mismo tren en el que iría yo a Sevilla, solo que en otro vagón.

Impresionante. No hay distancias. Internet y la familia arman la desaparición de los espacios y lo unen todo en el amor, que es una energía rapidísima mayor que la de la luz. Mi más cordial y sincera enhorabuena, a él y a ti y a vuestros hijos, cómplices o no, por tener unos padres así de grandes, aventureros, libres y amantes detallistas.

Quisiera reflejar, si me dais permiso, esa «maravillosa locura quijotesca», porque ese momento inolvidable ha sucedido aquí. Quisiera escribirlo, como anécdota del viaje. Vosotros tenéis la emoción y las imágenes grabadas sobre el alma. Pero los viajeros y los lectores seguro que quieren saber más de ese Quijote enamorado, capaz de enfilar las nubes y surcar los mares para encontrar a su viajera Dulcinea.

«Los viajeros del vagón, al darse cuenta  vinieron a darnos la enhorabuena. Mis hijas hicieron alguna foto, veré si puedo enviarlas por el celular».

Me encantaría. Todos cuanto puedan leer las  líneas, podrían darse cuenta de que todo es verdad, de que no es un cuento inventado con motivo del día de San Valentín.

La  azafata, que en esos momentos nos servía un café,  al ver el revuelo que se formó a nuestro alrededor quedó desconcertada y se asustó. Le preguntó a mi hija Arami que es lo que pasaba. La gente no podía entenderlo.

Mi hija sólo pudo captar el sorpresivo abrazo y mi llanto. Los viajeros del AVE, el día 4, son testigos. En la última instantánea, aparecemos ya juntos viajando hacia la felicidad.

BELMONTE
BELMONTE
Dr. en Ciencias Humanas por la Universidad de Estrasburgo, miembro de CíViCa