Entrevista a Ramón López de Mántaras, director del Instituto de Investigación en Inteligencia Artificial del CSIC, Publicado en Notiweb, Madri+d el 22 de Febrero de 2013.
En una escena de la película Yo, Robot, el detective Del Spooner trata de marcar diferencias con un androide tremendamente inteligente. "Solo eres una imitación inteligente de la vida. ¿Puede un robot crear una sinfonía? ¿Puede un robot tomar un lienzo en blanco y convertirlo en una obra maestra?". El robot le mira a los ojos y le responde: "Y tú, ¿puedes?". El investigador del CSIC Ramón López de Mántaras ha logrado que algunas máquinas consigan crear música expresiva, que emocione, una característica que, pese a no estar al alcance de la mayoría, casi todos los humanos, como el detective Del Spooner, consideramos parte de nuestro capital como especie.
"Es un problema muy complicado que se ha resuelto muy bien y puede tener repercusiones, por ejemplo, en la enseñanza de la música", explica, "o en nuestra capacidad para saber qué es la expresividad, lo que hace que una música parezca que la interpreta una persona y no una máquina o por qué un legatto produce melancolía y unstaccato una sensación más alegre, en ser capaces de modelizar todo eso y comprenderlo mejor", añade.
Entrevista a Ramón López de Mántaras, director del Instituto de Investigación en Inteligencia Artificial del CSIC, Publicado en Notiweb, Madri+d el 22 de Febrero de 2013.
En una escena de la película Yo, Robot, el detective Del Spooner trata de marcar diferencias con un androide tremendamente inteligente. "Solo eres una imitación inteligente de la vida. ¿Puede un robot crear una sinfonía? ¿Puede un robot tomar un lienzo en blanco y convertirlo en una obra maestra?". El robot le mira a los ojos y le responde: "Y tú, ¿puedes?". El investigador del CSIC Ramón López de Mántaras ha logrado que algunas máquinas consigan crear música expresiva, que emocione, una característica que, pese a no estar al alcance de la mayoría, casi todos los humanos, como el detective Del Spooner, consideramos parte de nuestro capital como especie.
"Es un problema muy complicado que se ha resuelto muy bien y puede tener repercusiones, por ejemplo, en la enseñanza de la música", explica, "o en nuestra capacidad para saber qué es la expresividad, lo que hace que una música parezca que la interpreta una persona y no una máquina o por qué un legatto produce melancolía y unstaccato una sensación más alegre, en ser capaces de modelizar todo eso y comprenderlo mejor", añade.
En otro avance que parece que ayuda a las máquinas a internarse en terrenos muy humanos, él y su equipo están desarrollando proyectos de tecnología que tratan de modelizar lo que sucede cuando hay conflictos para poder desarrollar un software que facilite llegar a acuerdos. "Un ejemplo son los conflictos a los que se enfrentan las líneas aéreas", indica. "El 90% de sus reclamaciones, en las que se ofrece al cliente compensaciones que éste no acepta, se pueden resolver de forma automática en minutos, cuando con los sistemas actuales pueden requerir semanas", apunta. "Y ya hay una empresa surgida de este proyecto que está sacando al mercado un producto para estas compañías", concluye.
Por logros como este, López de Mántaras acaba de ser galardonado con el Premio Nacional de Informática 2012, un premio que tiene como objetivo reconocer el mérito de los investigadores e instituciones que hayan contribuido al avance científico, la transferencia de tecnología y al progreso y visibilidad de la informática. Pese a haber otorgado capacidades muy humanas a algunas máquinas, el científico no cree en la posibilidad de crear humanoides como los de las películas.
Pregunta. ¿Cree que el desarrollo de robots con una inteligencia como la humana, como los que vemos en las películas, es posible o incluso deseable?
Respuesta. Nosotros tenemos inteligencias generalistas y muy versátiles. Quizá ninguno de nosotros puede jugar al ajedrez al nivel de Deep Blue o de un gran maestro, pero después de jugar al ajedrez te puedes poner a jugar al dominó o a las cartas. Y después abres un periódico, te vas a la sección de economía y puedes entender un artículo. Las inteligencias artificiales actuales, sin embargo, son lo que llamaríamos sabios idiotas, saben hacer muy bien una sola cosa. Esta primera vertiente que existe en la inteligencia artificial es un poco lo contrario del que mucho abarca poco aprieta. Al abarcar muy poco se puede profundizar mucho y emular la capacidad, por ejemplo, para jugar al ajedrez de los mejores. La otra vertiente, la de inteligencia artificial generalista, intenta desarrollar inteligencias artificiales que tengan esta versatilidad y esta capacidad general de saber de muchas cosas. Esto no significa, y ahí es donde está el error de algunos de estos planteamientos, que esa inteligencia tenga que ser igual que la humana. De hecho, es imposible, en mi opinión. Por muy sofisticadas que sean algunas inteligencias artificiales en el futuro, dentro de 100.000 o 200.000 años, serán distintas de las humanas. En el mundo no hay una sola inteligencia. La de un delfín, la de un gato, la de un perro, la de un bonobo o la nuestra son distintas. Entonces habrá una más y será una especie nueva de inteligencia.
Pero primero, no tendrán los mismos sentidos que nosotros. Por ejemplo, ahora las máquinas tienen vista y olfato, pero son sentidos muy distintos. Esto es lo que nos permite comunicarnos e interactuar con el mundo y si las puertas de entrada del mundo a mi cerebro son muy distintas de las de las máquinas, la inteligencia que produzcan va a ser diferente. El cuerpo conforma el tipo de inteligencia que desarrolla, con lo cual la única forma de fabricar inteligencias artificiales iguales que nosotros sería que biológicamente fuesen igual que nosotros, pero eso es no tiene sentido, porque eso lo sabemos hacer ya: es la reproducción sexual. Para qué vas a complicarte y hacer eso. Es absurdo. Es algo que nunca me explico.
P. Sin embargo, hay personas como el experto en inteligencia artificial Raymond Kurzweil que creen que en un futuro no muy lejano será posible volcar su propia conciencia en una especie de chip, reconstruir nuestro cuerpo con trasplantes artificiales y vivir para siempre.
R. Este no sabe ni lo que dice. Yo le respeto mucho, porque hizo contribuciones muy importantes a la tecnología, como el software de Optical Character Recognition, que puede reconocer letras y permite leer un libro en voz alta, algo que para un ciego es muy útil. Y ha inventado otras cosas muy interesantes, como un sintetizador que es electrónico, pero el sonido se asemeja mucho al de un piano normal. Fue un inventor increíble, un tecnólogo muy bueno, pero después, sobre lo que dice sobre el futuro de la inteligencia artificial, dicho de una manera coloquial, se le ha ido la olla. Por los motivos que he explicado, porque el cuerpo determina la forma en que tú piensas.
Los cerebros son distintos. Si caminásemos sobre cuatro patas o reptásemos, nuestro cerebro sería completamente distinto. Y está claro que el desarrollo mental en un cerebro depende del cuerpo en el que ese cerebro está situado. Además, no es solo que el cuerpo es distinto, es que también es distinto el proceso de aculturación. Somos como somos porque después de nacer hemos estado en casa un tiempo, luego hemos ido a la escuela primaria, a la secundaria, luego a trabajar. Tenemos un entorno social, amigos, salimos, paseamos. Así que también tendríamos que hacer pasar por todos esos pasos a esa hipotética máquina futura.
P. ¿Qué cambios puede traer la inteligencia artificial a nuestra sociedad en un futuro próximo?
R. La inteligencia artificial ya está en todas partes. Muchas veces no la vemos porque es un componente de un sistema más amplio, pero ya está. Los buscadores de información por Internet no serían tan sofisticados sin la inteligencia artificial. Los videojuegos de ordenador están repletos de inteligencia artificial y los sistemas de visión artificial para los controles de calidad en las fábricas o en diagnóstico médico. Está en algunos sistemas para operar, en los que el movimiento que hace con sus manos el cirujano se aplican indirectamente de una forma mucho más precisa y sin el más mínimo temblor.
Y también se está empleando en el descubrimiento de nuevos fármacos. La viagra, por ejemplo, fue creada como un medicamento contra la hipertensión, pero luego se descubrió por casualidad que funcionaba para remediar la disfunción eréctil. Y hay otros ejemplos de otros fármacos con más de un uso. Ahora, en lugar de esperar a descubrir por casualidad estos beneficiosos efectos colaterales, hay programas en farmacología que con la inteligencia artificial permiten estudiar de forma sistemática qué fármacos ya existentes pueden tener otra utilidad que no se conocía. Y con eso te ahorras también todo el proceso de pasar los controles de seguridad que tienen que pasar los medicamentos, porque ya se pasaron para su anterior utilidad. Eso supone ahorrar años.
P. Pero además de todas estas aplicaciones beneficiosas, la inteligencia artificial está muy presente en actividades perniciosas como la guerra.
R. Creo que es algo inevitable, porque siempre habrá alguien que lo hará. Todos sabemos que hay más de un país que ya está actualmente investigando sobre futuros robots soldados y armas más potentes y autónomas. Creo que la cuestión es la mentalización para que cada vez haya más científicos que se nieguen a realizar investigaciones que tengan una aplicación militar clara. Pero el progreso no se puede parar, y está claro que el progreso tiene dos caras.
P. En algún momento has comentado que no se puede dejar que las máquinas realicen cualquier tarea que ahora realizan los humanos.
R. Si su inteligencia es distinta, también será ajena a los valores humanos. Yo no digo que en un futuro, que yo veo muy lejano, algunas inteligencias artificiales tengan un desarrollo mental y puedan llegar a tener algún tipo de conciencia, pero claro, me temo que sería distinta de la nuestra y no estará acompañadas por nuestros valores, con lo cual plantea dudas sobre el tipo de decisiones que se les pueda permitir que tomen.
P. ¿Qué tipo de trabajos cree que no deberían hacer?
R. Sus decisiones siempre deberían estar por debajo de una decisión final humana. Eso no te garantiza que sea buena, porque ya vemos lo malvados que somos, ya vemos las guerras y toda la organización militar, que toma decisiones absurdamente inaceptables. Guerras seguirá habiendo porque hay muchos intereses en que eso sea así, yo no soy tan iluso como para pensar que vamos a cambiar al ser humano, pero si podemos evitar añadir más leña al fuego. Si ya tenemos a personas tomando decisiones inaceptables podríamos añadir un problema con una nueva especie inteligente que también haga cosas igual de terribles.
P. En la nueva Estrategia del Gobierno para I+D+i se hace énfasis en la ciencia para afrontar retos sociales. Algunos investigadores han expresado su miedo porque eso suponga centrarse en la investigación aplicada y abandonar la básica. Desde un ámbito como el de la inteligencia artificial, en el que aparentemente se combinan tan bien ambos ámbitos, ¿cómo ve esta relación?
R. Yo tengo muy clara una cosa: los gobiernos no deberían financiar la investigación privada. La financiación pública tiene que ir solamente a las universidades y centros públicos de investigación. La empresa privada tendría que ver que para llegar a la innovación hay que pasar antes por la I, de investigación, y la D, de desarrollo. No tendrían que pedir subvenciones para hacer investigación sino contratar a la universidad o a los organismos públicos de investigación, si ellos no tienen un departamento de investigación con su personal propio, para que le hagan esa tarea. Tienen que darse cuenta de que si quieren ser competitivos en este mundo globalizado tienen que invertir en investigación. En este país no sucede. Al contrario, en lugar de arriesgar sus recursos, las empresas piden y obtienen subvenciones públicas y compiten con nosotros. Esto es inaceptable. Y como tienen mucha influencia en el ministerio, luego el mismo plan se sesga hacia la aplicación. Y eso es un error. La investigación básica debería tener más importancia y financiarse más de lo que se financia.
P. En su experiencia, en su ámbito, la investigación básica tiene resultados.
R. Siempre tiene sus resultados. Hay resultados míos, por ejemplo, que han sido incorporados en su software por una empresa francesa. Sin embargo, a empresas de aquí, porque no tienen suficiente conocimiento y les cuesta mucho contratar doctores, porque no lo valoran, se les ha escapado esta investigación. Me hubiera gustado que una empresa de mi entorno la hubiera aprovechado, pero lo aprovecha quien esté más preparado para ver la importancia del resultado y luego introducirlo en un producto que luego venden. Y esto aquí falta mucho. Al sector de la informática le queda mucho por hacer. Hay que tener un tejido empresarial que sea más capaz de aprovechar los resultados que hay en investigación, usarlos y exportarlos y para eso estamos.