Por Jose Manuel Belmonte, Dr. En Ciencias Humanas por la Universidad de Estrasburgo, miembro de CiViCa. Publicado en Esperando la Luz el 27 de enero de 2023.
Las necesitamos, urgentemente.
Porque el próximo 24 de febrero se cumplirá el primer año de la invasión de Rusia contra Ucrania, y las armas convencionales no han resuelto nada. Además, porque los aliados no llegaron el viernes 20 de enero a un acuerdo, para el envío de los tanques Leopard a Kiev. Y porque Rusia de inmediato ha respondido que: si los aliados refuerzan a Kiev con armas ofensivas, “el conflicto conducirá a una catástrofe global, porque está dispuesta al empleo de armas de destrucción masiva”.
Las organizaciones humanitarias, han hecho un llamamiento urgente a todas las partes del conflicto para que mientras duren las hostilidades, todos los actores cumplan las obligaciones que les impone el derecho internacional humanitario, entre otras cosas garantizando que los civiles y los objetos civiles, especialmente que las escuelas y los hospitales, estén protegidos de los ataques. Algo que no se ha hecho hasta ahora.
Por lo que sabemos hasta la fecha, al menos 5,5 millones de niños y niñas de Ucrania están en grave peligro de sufrir daños físicos, graves trastornos emocionales y desplazamientos, tras la escalada de ataques.
De hecho, los bombardeos, ya han obligado a 1,5 millones de niños y niñas a huir del país, y más de 800 niños y niñas han sido heridos en esta guerra y al menos 400 han muerto.
La guerra ha reducido o impedido gravemente el acceso a la enseñanza presencial y más de 2.700 centros educativos han sido dañados, y otros 337 destruidos en un año de guerra.
Conviene recordar que los ataques contra escuelas y hospitales están clasificados por Naciones Unidas como una de las seis violaciones graves. Rusia debe detener inmediatamente estos bombardeos y cumplir con el Derecho Internacional Humanitario.
¿Han arreglado algo las armas? ¡NO! Al contrario, solo hacen destruir y matar, para lo que están hechas. Luego…aunque los gobiernos sigan apoyando -por interés- el negocio de las armas, no se debe seguir por ese camino porque terminaremos si es que no estamos ya, en manos de algún loco, o sencillamente aniquilados por una catástrofe o una hecatombe.
Opinar se puede, decir a otros lo que deban hacer o dejar de hacer, es otra cosa. Sin embargo, las armas y las guerras no han arreglado nada. Algo va mal. Puede ser que en las instituciones haya corruptos o que las personas sin valores no convencen.
Lo ha puesto de relieve Santiago Porteguillo en su trilogía sobre las Guerras Púnicas, y lo está descubriendo la técnica, 78 años después de los campos de concentración y los hornos crematorios, con las montañas de calzado y otros objetos. Como dice Wpjciech Plosa, jefe de los archivos de Auschwitz-Birkenau,: “todos estos objetos que manipulamos pertenecieron a personas con sueños, con planes de futuro, como cualquiera de nosotros». Por eso, según su director: «decidimos devolverles la vida y, de repente, empezaron a contarnos las historias de sus dueños». Demuestran que, somos herederos supervivientes de las viejas injusticias de la guerra.
No podemos olvidar que el armamento existente actualmente es capaz de destruirlo todo y, a nosotros también. Ciertamente hay cuestiones militares, también políticas y, sobre todo problemas humanitarios. Por eso, ¡no se puede actuar a la ligera!
De hecho, este martes 24-1-23, tras las evaluaciones pertinentes de que el Mundo se ha calentado 1,5 grados y del peligro de las armas, el Reloj del Apocalipsis ha quedado a solo 90 segundos de la media noche.
Rachel Bronson, presidenta y directora ejecutiva del Boletín de Científicos Atómicos ha dicho: «Estamos viviendo en una época de peligros sin precedentes, y la hora del Reloj del Juicio Final refleja esa realidad. Noventa segundos es lo más cerca que ha estado nunca de la medianoche, y es una decisión que nuestros expertos no toman a la ligera. El Gobierno estadounidense, sus aliados de la OTAN y Ucrania disponen de multitud de canales de diálogo. Instamos a los líderes a explorarlos todos al máximo para hacer retroceder las saetas».
Pese a la advertencia de la Sra. Bronson y de la amenaza rusa, ¿alguien duda que los tanques llegarán a Ucrania y se aumentará el miedo y el desastre? España ya ha decidido sumarse al envío.
Entonces, ni armas, ni palabras diplomáticas, tramposas y llenas de mentiras. A nivel mundial, ya está bien de perder el tiempo enfangados en la corrupción, la crispación y el fanatismo político y el menoscabo de la democracia. Hay que volver a lo esencial: la voluntad de vivir en paz, que la justicia internacional haga cumplir los acuerdos internacionales, y que sea prioritario respetar la vida, respetar la paz e implicarse, TODOS, en mejorar el medioambiente.
La justicia necesita ideas nuevas, gestos que ayuden a pensar, silencios profundos para interiorizar y acciones que hablen por si solas y lleguen a todos, sin necesidad de traductores. La Humanidad necesita hacer visible el renacer la esperanza, la fe en la vida y que la luz de la alegría acabe con el dolor y las cenizas de la guerra. Y… todo ello, con la sencillez y la curiosidad de un niño que disfruta jugando mientras llena su mente con lo positivo que contempla y comparte con los demás. Resumiendo, necesitamos:
¡Hechos y Personas responsables, capaces y comprometidas!
He pensado en quienes han estado en Ucrania y representan –solo con decir su nombre- el triunfo sobre las ruinas. Me refiero a 1) Banksy, el graffitero más famoso del mundo, y a 2) José Andrés, el chef que ha sido nominado al premio Nobel de la Paz por su compromiso con los afectados de los desastres naturales y su respuesta ante las necesidades humanitarias.
Uno y otro, han encontrado la forma, -después de pensar lo que sucede- para dejar su impronta enseñando al mundo a pensar y actuar. ¡Hechos elocuentes!
1) Los grafitis de Banksy en Ucrania, sobrecogen por su acierto. Son la alegoría del triunfo sobre las armas y el poder de quienes las manejan. El reivindicativo artista británico Banksy ha plasmado con arte sus grafitis sobre paredes de edificios en ruinas. Es el triunfo de la vida sobre la sin razón. Tal vez simplemente recuerdan lo que él viene repitiendo: que “la vida es bella”. El artista ha confirmado su trabajo en Ucrania publicando en su cuenta de Instagram. Sus grafitis impactan por la idea que transmiten y el entorno en que están. Ahí pueden ver la fuerza del arma poderosa de los débiles que llegará al corazón y contagiará a cuantos la vean, en contraste con la destrucción explosiva de las armas convencionales.
En un grafiti, se muestra a una niña equilibrándose sobre escombros reales del edificio en ruinas. Fue la primera obra que se encontró de su paso por el país.
En otra pared, una niña, con un collarín en el cuello, realiza un ejercicio de cinta sobre un agujero causado por las bombas.
En otro grafiti, un niño derriba en un combate de judo a un gran luchador cuya cara, parcialmente oculta, recuerda a la del presidente ruso, Vladímir Putin, que tiene cinturón negro de este deporte.
En otro, unos niños juegan en un balancín, -una trampa- contra tanques.
Un caballero toma un baño relajante al aire libre en lo que queda de la vivienda.
Y una mujer, a medio peinar, con bata, rulos y cámara antigás y, un extintor.
2) El chef Jose Andrés y su equipo, habla desde los hechos, desde lo que han visto que se necesita, después de evaluar la situación. Su equipo no espera un año, porque hay soluciones en la guerra, con la destrucción, el dolor y el hambre, que no pueden esperar. ¡No llevan más armas que el corazón desnudo! Muchas veces, lo que necesitan procuran encontrarlo allí mismo.
Dicen estar preparados para una respuesta rápida, en la frontera o desde el interior, llegando hasta donde se pueda para que las personas no se sientan abandonadas, ni solas, a pesar de los bombardeos. Fue meridianamente claro, en el programa El Hormiguero, en España. Aquí ha estado varias ocasiones. Merece la pena escucharle.
El famosos Chef asturiano, dice que las personas, cuando ven lo que intentas hacer para ayudar, se implican ayudando como pueden y son parte de la solución.
Como humanos tienen sentimientos. A veces sienten impotencia hasta el llanto, pero intentan adaptarse para seguir ayudando, desde un lugar concreto o desde otro cercano, sin bajar la guardia.
Ni la guerra, ni el incremento de armamento -por muy sofisticado que sea-, son la solución, aunque Ucrania o cualquier otro país lo pida. ¡Solo ayuda a la venta de armas y más muertes! ¡Pura espiral de violencia, terror y miedo!
Sin duda muchas personas piensan que hay otras soluciones. Lo difícil es ponerse de acuerdo. Entonces…me uno a lo que escribió Antonio Gala: “¡Que el Dios de todos los hombres, llámese como se llame, nos proteja de nosotros mismos, porque nosotros no sabemos!” (En su Quintaesencia).