Por Javier Pérez Castells. Catedrático de Química Orgánica en la USP CEU y Licenciado en Ciencias Empresariales. Dirige el grupo de investigación de síntesis con compuestos organometálicos. Pertenece al grupo de trabajo Ciencia y Fe. Publicado en El Debate de Hoy el 11 de Octubre de 2018.
La nanotecnología supone una revolución en la terapia antitumoral. Un grupo de investigadores del IRB de Barcelona ha creado una estructura capaz de reconocer y destruir las células metastásicas del cáncer de colon y ha comprobado su eficacia en animales.
Tres investigadores del IRB (Institute for Research in Biomedicine) de Barcelona han diseñado una estructura compuesta por una nanopartícula proteica que es capaz de reconocer al receptor CXR4, muy conocido por estar sobreexpresado en células tumorales. En particular, reconoce bien las células metastásicas del cáncer de colon y entrega a dichas células un fármaco quimioterápico que las destruye.
El cáncer de colon es el tercero en incidencia en hombres, tras el de pulmón y próstata, y el segundo en mujeres, tras el de mama. Es responsable de unas 15.000 muertes al año en España. Como en la mayoría de los cánceres, lo problemático es que se llegue a la fase de metástasis, que sucede en los últimos estadios (3 y 4) del desarrollo del cáncer. Gracias a los múltiples programas de prevención del cáncer de colon, asintomático en sus primeras fases, puede ser detectado antes y, en ese caso, tiene un buen pronóstico. Pero para los pacientes que descubren la enfermedad en los estadios avanzados, la supervivencia al cabo de cinco años es verdaderamente baja.
La nueva terapia contra el cáncer de colon avanza
El resultado científico del que hablamos se ha probado en animales, pero le queda una larga trayectoria de pruebas clínicas, por lo que juzgo un poco aventurados y excesivamente sensacionalistas algunos de los titulares que he podido leer en la prensa. Hay que ser cuidadosos con este tipo de informaciones. Si este sistema llegara al mercado, aún le faltarían unos cuantos años y hay que recordar que la mayoría de los tratamientos que tienen éxito en animales no acaban siendo aprobados en humanos, dada la cantidad de problemas que pueden surgir en las fases clínicas. Es este asunto del exceso de optimismo un problema frecuente cuando se trata de informaciones relativas a grupos científicos españoles. No obstante, se va a poner en marcha una empresa para el desarrollo de la nueva terapia contra en cáncer de colon y esperemos que sea muy exitosa.
La capacidad de manejar lo extraordinariamente pequeño ha dado lugar a toda una serie de tecnologías denominadas ‘nano’, es decir, que trabajan a escala de nanómetros (1 nm = 10−9 m). Desde hace años, la nanotecnología se aplica a la medicina, diseñando sistemas que liberen fármacos exactamente en el lugar donde deben actuar, consiguiendo así que se utilicen cantidades muy inferiores a las habituales. En la terapia antitumoral, donde la toxicidad y, sobre todo, la falta de selectividad de los fármacos es el gran problema, está suponiendo una auténtica revolución.
También se utilizan para el diagnóstico dispositivos nano que identifican enfermedades dentro de una célula, o por reconocimiento de determinadas moléculas. Estos sistemas pueden sensibilizarse en presencia de células dañadas o componentes biológicos nocivos, haciéndose visibles a las técnicas de imagen. Permiten, así, localizar tumores y otras afecciones con gran precisión.
En lo referente a la terapia antitumoral, como hemos señalado, no se trata de cambiar el fármaco que ataca la célula. Tenemos potentes fármacos desarrollados durante muchos años que son capaces de destruir cualquier célula. Se trata de acoplarlo a una estructura pequeña, junto con un reconocedor de la célula que queremos destruir. En el caso de las células tumorales, se utilizan anticuerpos capaces de reconocer azúcares específicos de este tipo de células, que se llaman TACA, por las iniciales en inglés (tumor associated carbohydrate antigens). La estructura o andamio que lo sostiene todo puede ser orgánica como, por ejemplo, derivados del fullereno, micelas parecidas a las de los jabones, liposomas o dendrímeros, que son compuestos en forma de estrella. También pueden ser estructuras inorgánicas, entre las que hay nanopartículas de oro o de sílice mesopórica. Todas ellas de unos 100 nanómetros de tamaño (unos mil átomos) y de ahí su clasificación como nanotecnológicas.
Si los fármacos antitumorales antiguos eran como ráfagas de ametralladora que dañaban casi todo lo que se ponía tiro, estas nuevas terapias serían bombas guiadas por un mecanismo específico que, además, irían cargadas con numerosas moléculas del fármaco, por lo que tendrían una enorme potencia. Como señalaba Eduard Batlle, líder del grupo de investigación del IRB, “debemos ser prudentes, pero los resultados con animales han sido espectaculares”. Además, también subrayó que “cambiando el fármaco, podrían servir para atacar otros tumores”.
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