Por Manuel Alfonseca, Doctor Ingeniero de Telecomunicación y Licenciado en Informática, Profesor Honorario de la Universidad Autónoma de Madrid, Publicado en el Blog Divulgación de la ciencia, el 26 de Mayo de 2016.
Arthur C Clarke
El futuro es impredecible. La revolución informática que comenzó en los años 80 con el auge del ordenador personal, siguió en los 90 con la expansión mundial de Internet, y continuó en la primera década de este siglo con los teléfonos móviles inteligentes, cogió por sorpresa a casi todos los futurólogos. Hace medio siglo, todos predecían que en el futuro los ordenadores serían cada vez más grandes. En realidad, se hicieron cada vez más pequeños. En 1965, algo parecido a Internet parecía una predicción para finales del siglo XXI (véase el cuento de Arthur C. Clarke, Dial F for Frankenstein). Mirando hacia el pasado, muchos de los avances científicos del siglo XX fueron sorprendentes. ¿Por qué entonces nos empeñamos en hacer predicciones, si luego no se cumplen?
Por Manuel Alfonseca, Doctor Ingeniero de Telecomunicación y Licenciado en Informática, Profesor Honorario de la Universidad Autónoma de Madrid, Publicado en el Blog Divulgación de la ciencia, el 26 de Mayo de 2016.
Arthur C Clarke
El futuro es impredecible. La revolución informática que comenzó en los años 80 con el auge del ordenador personal, siguió en los 90 con la expansión mundial de Internet, y continuó en la primera década de este siglo con los teléfonos móviles inteligentes, cogió por sorpresa a casi todos los futurólogos. Hace medio siglo, todos predecían que en el futuro los ordenadores serían cada vez más grandes. En realidad, se hicieron cada vez más pequeños. En 1965, algo parecido a Internet parecía una predicción para finales del siglo XXI (véase el cuento de Arthur C. Clarke, Dial F for Frankenstein). Mirando hacia el pasado, muchos de los avances científicos del siglo XX fueron sorprendentes. ¿Por qué entonces nos empeñamos en hacer predicciones, si luego no se cumplen?
El número de marzo de 2016 de la revista Investigación y Ciencia contiene un artículo titulado Neurociencia: cómo evitar el desengaño, del catedrático de Valladolid Alfredo Marcos, en el que revisa algunas de las predicciones modernas de los investigadores sobre el cerebro humano, que considera demasiado optimistas. Si estas previsiones no se cumplen, como es de esperar, la decepción de la opinión pública y los gobiernos que patrocinan y financian estos esfuerzos científicos podría dar lugar a una ola de excesivo escepticismo. Veamos algunas de sus palabras:
Por mucho que aprendamos sobre el cerebro, no esperemos que nos brinde la curación inmediata de todos nuestros males médicos y sociales, desde el alzhéimer hasta la violencia, ni mucho menos las claves de la existencia humana.
El hombre tiene una clara tendencia al optimismo exagerado, que sólo puede compararse con su tendencia, igualmente clara al pesimismo exacerbado, como el que se plasmó en los informes del Club de Roma sobre Los límites del crecimiento de principios de los años 70.
Hace medio siglo, el mundo científico también abundaba en previsiones demasiado optimistas que no llegaron a cumplirse. He hablado de ellas en otros artículos en este blog:
Algunas de esas predicciones supuestamente inmediatas siguen sin hacerse realidad. Unas pocas (muy pocas) se han cumplido. En algunos campos, como la exploración espacial, es evidente que no se alcanzaron los frutos previstos: se preveía, por ejemplo, que para el año 2000 ya tendríamos colonias en Marte. Basta comparar con la realidad la película 2001, una odisea del espacio. Tras el éxito del proyecto Apolo en poner al hombre en la luna, la decepción posterior fue patente y dio lugar al abandono casi total de los esfuerzos, que quedaron confinados a telescopios espaciales, cápsulas interplanetarias automáticas, y la estación espacial, que al final se quedó a un nivel mucho menos ambicioso de lo que se preveía en un principio.
Pero como el hombre es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra, de nuevo nos inunda una avalancha de predicciones de avances científicos demasiado optimistas, que abarcan prácticamente todos los campos de la ciencia:
Resumiendo todo lo anterior, y en palabras de Ray Kurzweil (fotografía adjunta), la singularidad está cerca. O en las de Nick Bostrom, estamos a punto de alcanzar la superinteligencia y el transhumanismo.
Todas estas cosas se nos anuncian para un futuro extraordinariamente inmediato: algunas, para 2030; otras, como muy tarde, para 2050 o para 2100. Muchas personas que actualmente están vivas deberían verlas. No creo pecar de pesimista si preveo que al menos el 80% de estas predicciones no van a cumplirse. ¿Qué pasará cuando esto sea evidente? ¿La decepción dará lugar al colapso de la investigación científica, al menos en algunos campos? Temo que corremos ese riesgo.