Editado y Publicado por el Observatorio de Bioética de la Universidad Católica de Valencia el 24 marzo de 2017
El Observatorio de Bioética de la Universidad Católica de Valencia junto a otras entidades como FCAPA, Colegios Diocesanos, Escuelas Católicas y otras instituciones, ha editado un vídeo, desde el más profundo respeto, dirigido a valorar la transexualidad y más específicamente la Ley que la Comunidad Valenciana está elaborando.
Por Nicolás Jouve, Catedrático Emérito de Genética, Presidente de CiViCa. Publicado en Actuall el 27 de Marzo de 2017
Los transhumanistas preconizan las nuevas tecnologías para dar lugar a un mejoramiento de la especie, por medio de la potenciación de sus facultades, la aparición de otras nuevas y/o la prolongación de su existencia. ¿Es eso posible? ¿Va contra la dignidad humana? Veamos
Evolución del hombre
Si de entrada admitiéramos que el ser humano se reduce a un ingenio más o menos complejo de moléculas, células, tejidos, órganos y sistemas que funcionan como un reloj, habría poco que objetar a las tecnologías que trataran de mejorar su condición a base de sustituir, modificar o añadirle piezas con el fin de potenciar o perfeccionar sus capacidades y facultades.
Por José Manuel Belmonte (Dr. en Ciencias Humanas por la Universidad de Estrasburgo, miembro de CiViCa)
En una sociedad normal, cualquier ciudadano tiene el derecho a expresar libremente lo que quiera. El único límite es la libertad de los demás y el respeto que merecen. El Estado, en cualquier país, solo tiene que garantizar ese ejercicio.
Ejercer ese derecho y respetar a quien lo haga es la forma civilizada de convivir y de vivir en comunidad.
Cada uno es responsable de las decisiones que tome y también de sus acciones u omisiones. Esa responsabilidad es, por supuesto, personal e individual; pero afecta a decisiones colectivas, en leyes y normas que implican a otras personas que tienen que intervenir en una determinada acción.
Por José María Montiu de Nuix, doctor en filosofía, sacerdote, matemático, socio de CiViCa
La grandeza de la persona humana consiste en “ser” lo que “se es”, llevando así a plenitud lo que uno mismo “es”. Una piedra puede devenir una bella escultura. Mil veces mejor es que un “padre” sea un “buen padre”, o que una “madre” sea una “buena madre”, o que una “esposa” sea una “buena esposa”, que no que dispongan de muchas habilidades o que hagan la vuelta al mundo en ochenta días. Una persona puede devenir una persona buena; un niño, un hombre bueno; una niña, una mujer buena; un “ser”, un “ser bueno”. Alcanzando así la perfección, la “perfección del ser”. Perfección que ha de encontrarse en conformidad con la condición sexual realmente “inherente” al propio ser, la cual está verdaderamente “inscrita” en la propia “naturaleza”. En esto está la verdadera felicidad de la persona humana, el “ser feliz”.