Por José Luis Velayos (Catedrático de Anatomía, Embriología y Neuroanatomía, Profesor Extraordinario de la Universidad CEU-San Pablo – Autor entre otros del libro Medicina del Sueño - Miembro de CíViCa).
Cuando se habla del encéfalo humano masculino o femenino, no hay que confundir lo sexual con lo sexuado. En este sentido, y según B. Castilla, hay dos tipos de persona, masculina y femenina.
La feminidad va unida a la posibilidad de maternidad, y la masculinidad a la de paternidad. Ontológicamente, el varón sale de sí mismo y se queda en la mujer y en los hijos. Para la masculinidad podría utilizarse el adverbio “desde”, y para la feminidad, “en”.
Y junto a las diferencias, ontológicas, están presentes las biológicas, las corporales, que son expresión de la persona masculina o femenina. Por tanto, se puede deducir, y es un hecho observable, que hay un encéfalo de mujer y un encéfalo de varón.
Al mismo tiempo, ha de considerarse la igualdad radical, la existencia de un ser humano completo, siendo complementarios los dos tipos de ser hombre.
Miguel Angel Serra (Investigador en Biomedicina, del Departamento de Ciencias Experimentales y de la Salud de la Universidad Pompeu Fabra y Socio Fundador de Cívica) nos remite este importante artículo publicado en Archives of Sex Behaviour por Jokin de Irala, Alfonso Osorio, Silvia Carlos, Miguel Ruiz-Canela y Cristina López-del Burgo, que desarrollan su actividad en el Departamento de Salud Pública y Medicina Preventiva de la Facultad de Medicna y otras instituciones de la Universidad de Navarra.
En el mismo se expresa la errónea interpretación de la edad de inicio en relaciones sexuales, que es una variable particularmente importante para los responsables de emitir leyes de salud pública.
Publicado por Jorge Rouillon en el periódico digital argentino AICA (Agencia Informativa Católica Argentina), En Buenos Aires, el 11 de Junio de 2011.
“Ante la tragedia del aborto siempre hay dos víctimas: la primera es el niño por nacer, que pierde el derecho más importante que tenemos todos los seres humanos, que es el derecho a la vida; la segunda es la mujer, que muchas veces lo hace por presión del entorno, del marido, de la familia, y muchas veces padece el síndrome postaborto, un calvario que le destroza el alma y la acompaña el resto de su vida”.
Enviado por Esteban Rodríguez Martín (Médico especialista en Ginecología y Obstetricia, Algeciras – Miembro de CíViCa)
Un estudio publicado en el último número de la revista Contraception viene a corroborar lo que ya era conocido: que la propaganda anticonceptiva no sólo no disminuye los abortos sino que hace que aumenten.
Sin embargo, los intereses ideológicos y comerciales de dos industrias que se retroalimentan, actúan como una venda que impide a los investigadores establecer unas conclusiones en coherencia a la evidencia científica que su estudio revela.