Por José Manuel Belmonte, Dr. En Ciencias Humanas por la Universidad de Estrasburgo, miembro de CiViCa. Publicado en su blog Esperando la Luz el 17 de julio de 2021
Samuel no murió, lo mataron. Le persiguieron 250 m. y le golpearon durante un cuarto de hora en la calle. Fue un linchamiento. Había gente por la calle. ¿Quién le defendió?
He leído algunos mensajes y he visto flores en el lugar del crimen. Me ha parecido hermosa la carta que le han escrito sus amigos; también las concentraciones silenciosas y las marchas en algunas ciudades, que piden justicia para Samuel y que se conceda la ciudadanía a quien intentó ayudarle, para que los violentos dejaran de pegarle. Pero, con ser positivo eso, quisiera interrogar personalmente al corazón de cada uno, ¿por qué?
En medio del desconcierto socio-político, caos sanitario en los 17 reinos hispanos, no puedo aceptar que una persona, del sexo que sea, por su tendencia sexual, pueda ser excluido de la sociedad y de la vida. ¿Nos hemos vuelto locos o hemos olvidado lo esencial como humanos?
Parece un buen momento para llamar a las cosas por su nombre, ahora que ni el poder ni las instituciones son capaces de condenar la represión y la dictadura que padecen ciertos ciudadanos. Ni se atreven -por oscuros intereses- a señalar a los países donde la libertad humana lleva décadas secuestrada. El silencio del gobierno es legítimo, pero aquí y el ala correspondiente de la UE, es cobarde y encubridor. ¿Y la sociedad?
¿Quién era Samuel Luiz Muñiz?
Un joven de 24 años, que según los padres y los amigos era genial, único. Además de ser verdad, es que esas familias no tenían más que a él. «El padre no quiere que lo abracemos porque se viene abajo». ¡Ha dejado en la misma acera su agradecimiento a todos! ¡Podemos imaginar cómo están!
«Jamás se metió en un problema. Nunca lo vimos faltarle el respeto a nadie», han dicho sus amigos, Lina, Sandra, Cristina, Andrea, Alexia, Sofía, Leo, Melissa, Vanesa y Stiven que además han hecho pública esta carta:
«Samuel era la mejor persona que podías conocer. Siempre se portó bien con todo el mundo y siempre estaba cuando lo necesitabas, en las buenas y en las malas. Todo el mundo lo quería por cómo era, es. Cuando lo conocías a fondo sabías que era todo bondad y felicidad. Era el pilar fundamental del grupo y el mejor amigo de todos. Le gustaba viajar, cuidarse, salir de fiesta y estar con sus amigos, siempre podías contar con él.
Samuel era esa clase de personas que llegan a tu vida como un huracán cargado de energía, que parece que conoces de toda la vida. Era alegría, era apoyo, compañero de buenos recuerdos y tardes de risas, de noches largas y días grises, era esa persona que, si te tenía que decir las cosas lo hacía sin rodeos. Te hacía ver tus errores y a la vez te ayudaba con ellos y te aceptaba tal y como eras. Irradiaba alegría por donde pasaba y no había imposibles con él, porque todo lo que se proponía lo conseguía.
En un tiempo dejaremos de llorar por su ausencia, y reiremos y nos emocionaremos con sus recuerdos. Hay personas que nos dejan huella, y la que ha dejado Samuel en nosotros seguirá latiendo y acompañándonos el resto de nuestras vidas. Ahora es un momento duro e injusto de despedida, la vida nos deja en el camino momentos agrios, amargos y duros como este. Hay que sacar fuerzas y valor para seguir adelante. Sólo podemos dar gracias por el tiempo que pasó a nuestro lado y los momentos que nos regaló, que nunca olvidaremos. Un poco de él ha quedado en todos nosotros. Te has ido, pero nosotros estaremos aquí cada día luchando por lo que te mereces, justicia. Te queremos.
1) La violencia está en la calle. ¡Todos, de algún modo somos cómplices!
¿Nos extraña las consecuencias? En las películas, en los medios de comunicación, en los centros de enseñanza, en los deportivos e incluso en muchas familias no se siembra la semilla de la educación y del respeto a los demás y a la vida.
Se aprende muy pronto a «exigir derechos», pero cada vez es menor el esfuerzo para colaborar y ayudar -incluso en casa-, hablar sin ofender ni decir «tacos» y hacerse respetar sin levantar la voz, gritar o ser beligerante.
No se fomenta la dignidad y el esfuerzo para prepararse bien, aprender y triunfar en un curso, una carrera o un puesto de trabajo. Erróneamente hay profesores que bajan el nivel de exigencia o conceden aprobados, para no tenerse que esforzar o enfrentarse a los vagos, o porque las directrices de los centros presionan -con la excelencia del centro- si hay muchos suspensos. A veces, hasta hay casos de alumnos aprobados, en despachos, en contra del criterio del docente.
La gran decepción de una sociedad llega cuando los jóvenes y los ciudadanos en general constatan que personas sin preparación, han llegado a puestos importantes, algunas colocadas por su ideología o afinidad de un partido, o por el dedo del quien manda.
El ocio sin control y el dinero fácil sin trabajar ni dar golpe, están envenenado las ilusiones de la juventud, y desatando el miedo en pueblos y ciudades. En cada familia, se debería aprender y quedar curado con la receta de J.M. Pemán: «el que menos necesita, tiene más que el que más tiene«.
Se están okupando viviendas sin que los legisladores, los jueces y las instituciones defiendan eficazmente la propiedad privada, la convivencia de los vecinos. Pueblos enteros se alzan y tienen que salir a la calle, en defensa de sus derechos, porque se ha impuesto «la patada en la puerta» y quienes hacen las leyes, están en otra cosa. En el País vasco han ocupado la vivienda de una persona de 80 años, que hace saltar las alarmas de cada vecino de este país.
En esta provincia, Guadalajara, como en otras, las fuerzas y cuerpos de seguridad, están desmantelando cada vez con más frecuencia, plantaciones de droga, robos de luz de hasta 40.000 euros para las mismas. El fin de «el estado de excepción» y la falta de criterio para la desescalada y el confinamiento -o la falta de acuerdo entre gobierno, autonomías o municipios- parece haber sido el pistoletazo para viajes, botellones y fiestas. El alcohol suele ir de la mano de las drogas.
Sin juzgar a nadie, deseo que todo el peso de la ley caiga sobre los culpables. Pero, no echemos balones fuera: ni todo el mal, ni siempre, la violencia viene de los extranjeros. Tan injusto es atribuirles todo, como ignorar lo que hay. La violencia hay que atribuirla a quien la ejerce, pero «el buenismo» de la sociedad y «la cobardía general» son también culpables de que Samuel esté muerto.
2) De frente o por la espalda, la violencia mata igual.
Copio de lo acontecido el día 14 en Madrid: Isaac L.T., joven de 18 años muere apuñalado por la espalda en el túnel de la calle Comercio, en el barrio de Pacífico del distrito madrileño de Retiro. «Era huérfano de padre y tenía una discapacidad del 48%. Su madre no tiene dinero para pagar su entierro» (ver enlace).
El joven Isaac era cantante de reggaetón, tenía Síndrome de Asperger, que es un Trastorno de Espectro Autista (TEA). El síndrome puede manifestarse en la infancia, en la adolescencia o en la edad adulta. Dicen quienes saben de esa enfermedad rara, que «Quien lo padece presenta dificultades en la flexibilidad del pensamiento, pero a diferencia del autismo, se caracterizan por poseer un lenguaje fluido y una capacidad intelectual media e incluso superior a la del resto de la población«.
Llevaba meses siendo acosado y vejado por unos supuestos pandilleros de la banda más peligrosa de los DDP, que le agredían por el trastorno que sufría. La víctima caminaba por la acera del túnel de la calle Comercio, hablando por teléfono cuando fue atacada por al menos dos personas que le seguían y ha recibido cuatro puñaladas.
«Los médicos del Samur han tratado sin éxito de reanimar al chico durante más de media hora, hasta que han certificado el fallecimiento a las 21.50 horas».
¿Era motivo tener 18 años, sufrir una enfermedad, caminar por la acera hablando por móvil, ser huérfano de padre y tal vez el único apoyo de su madre, tener novia, para echarle de la vida de 4 puñaladas?
Que la justicia caiga sobre los asesinos. Una Psicóloga del Samur ha tenido que prestar ayuda a su madre. «Una ola de solidaridad por parte de ciudadanos e instituciones ha inundado las redes sociales buscando mostrar su apoyo a la familia del fallecido» (ver enlace).
Tuviera la orientación sexual que fuera, Samuel era un ser humano, merecedor de todo mi respeto. ¡Era mi hermano! Isaac, que cantara bien o mal, fuera rapero o lo que le diera la gana, era un ser humano, que además tenía una cierta discapacidad, y merecía todo el respeto. El mío lo tiene, porque también era mi hermano y estaba de camino por esta Tierra. Tenían todo el derecho a estar aquí.
Y, por favor, no olvidemos a Ibrahima Shakur, todo un ejemplo de humanidad. Es la única persona que trató de socorrer a Samuel mientras recibía la brutal paliza que acabó con su vida. Es un sin papeles, pero fue a declarar y contar su versión de los hechos, aportando datos esenciales para el esclarecimiento de ese terrible crimen. Un ser humano que ayuda a otro ser humano, es un ejemplo en cualquier lugar del mundo, no un ilegal. Me uno a quienes han solicitado que se «le otorguen los papeles» necesarios, y pueda vivir y trabajar aquí con dignidad. Tenga en la piel el color que tenga, tiene sangre, corazón y sentimientos como los míos. ¡No necesita más! Hay maestros que enseñan, aunque los violentos, lo ignoren.