Por José Manuel Belmonte, Dr. En Ciencias Humanas por la Universidad de Estrasburgo, miembro de CiViCa. Publicado en su blog Esperando la Luz el 27 de julio de 2021
La escritora estadounidense Donna Leon, con 79 años, acaba de publicar su última novela «Esclavos del deseo». El tema de la misma es la trata de mujeres con fines de explotación sexual. Es novela negra, pero no se trata el tema como antes.
Dos cosas me han llamado la atención de la autora:
1) La primera, encabeza este título. Cuando le han preguntado si cree que el mundo ha cambiado mucho desde que publicó su primera novela, hace 30 años, ha dicho:
«No creo que la gente haya cambiado mucho, no. Quizás el mayor cambio es el estándar de lo que es o no permisible. Los juicios que hacemos, los juicios de la sociedad sobre el comportamiento de la gente, son ahora tan bajos… Creo que la gente ahora está más dispuesta a creer en lo imposible y a aceptar lo inaceptable» (ver enlace).
Aunque nacida en estados Unidos, es una mujer libre, que lleva más de 50 años viviendo e impartiendo cursos y trabajando en lugares diferentes de Europa y Asia. Está considerada una de las grandes damas de la novela negra. El protagonista de sus novelas es el Comisario Brunetti que tiene un profundo sentido de la justicia e incluso de la moral. Le salva, como a ella su sentido del humor.
Curiosamente, aunque ha vivido mucho tiempo en Venecia, hoy no vive en Italia, ni ha publicado sus novelas en éste país. Nació en Estados Unidos, pero es una mujer libre, que lleva más de 50 años viviendo e impartiendo cursos y trabajando en lugares diferentes de Europa y Asia.
Ella, como mucha gente, tiene el sentido interno de saber que algunas cosas simplemente no-están-bien. Puede que sean legales, pero no están bien. Por eso, sus obras tienen un profundo calado social y político.
Es difícil saber si los políticos son responsables del bajón moral o también son fruto del desplome ético. No oculta su admiración por Ángela Merkel, a quien considera «la única auténtica líder política en la que puedo pensar, los otros simplemente son políticos».
2) La segunda, sorprendente de Donna, es su afirmación de que «la gente hoy, no cree en la justicia». Por eso, a la pregunta de por qué nos atraen tanto las novelas negras, responde: «Hace 80, 100 años, la gente tenía alguna fe en la justicia. No mucha, pero alguna tenía. Hoy, sin embargo, la gente no tiene ninguna fe en la justicia. Así que creo que leen novelas negras porque en ellas las cosas están claras y el culpable con frecuencia aún recibe un castigo… En las novelas negras clásicas, el culpable era arrestado y acababa en prisión, acababa siendo ahorcado o ejecutado. Pero en los tiempos modernos, en el siglo XXI, el responsable sale a la luz, pero con frecuencia es alguien que sólo representanta a unas fuerzas mayores, así que el verdadero culpable se va de rositas».
Tal vez en eso, coincide con muchas personas también en otros países. El periodista Raúl del Pozo, decía el otro día: «El rencor y la crispación no dan tregua. Creo que somos peores que nunca. La muerte llama uno a uno. También a los que vamos saltando de bache en bache, como mariposas o gacelas, como si no fuera con nosotros. No se olvida de ninguno. Dice Camilo José Cela en Pabellón de Reposo que la muerte es dulce; la antesala, cruel«.
Cuando uno sabe eso por haber pasado por la larga antesala, con respeto y con temblor, queda casi atónito, sin palabras. Como dice mi amiga Socopoemas, en esos momentos: «Allí, detendremos el tiempo. O descubriremos que el tiempo no existía» (ver enlace).
Nos daremos cuenta que ahí fuera suceden cosas que nos conciernen. Si alguien, casi diariamente desde hace 40 años nos dice que el más allá se acerca a nuestra historia, que varias personas muy concretas, son testigos y cuentan, como Mirjana la verdad, es que aún estamos a tiempo de descubrir lo que parecía imposible.
Tal vez, en la situación actual de la Humanidad, como decía Donna Leon «la gente ahora está más dispuesta a creer en lo imposible y a aceptar lo inaceptable». Están sucediendo demasiadas cosas que nos hacen ver algo nuevo y distinto y nos concierne.
Esta antesala, en que vivimos, nos invita a descubrir cada uno lo que de verdad importa. El tiempo tal como lo conocemos nos envuelve desde el primer instante, ¿y el espacio? ¿Otra dimensión, es imposible o inaceptable aquí y ahora?
Inma García, es española y sin embargo está allí y nos cuenta por qué.
¿Y si fuera verdad que los regalos que nos da la vida tienen más dimensiones que las que nos hemos acomodado a percibir con los sentidos? ¿Hemos olvidado que nosotros, siempre, somos seres que vivimos y nos acercamos a una dimensión transcendente? Entonces, ¡no necesitamos al Comisario Brunetti y su profundo sentido para hacer justicia, porque… nadie se va de rositas. La clave positiva de la vida no es arrebatar, ni atesorar, es más bien crecer, dar como un manantial que brota desde dentro y no se agota.
Ahora que la gente tiene miedo a la muerte, acaso la peor experiencia sea la ignorancia y la soledad. Algunas personas que han perdido a un ser querido, aunque sientan dolor, pueden al mismo tiempo experimentar que el día de su partida, tal vez no sea el más oscuro ni el peor de su vida. Y para quienes sienten su ausencia, aunque parezca paradójico, es descubrir lo positivo que une la nada con el Todo, como lo han sentido personas tan normales y cercanas como Laura García Marcos, Mayte García, esposa de Santi Cañizares, y otros.
Entonces sabremos que no solo hay cosas que suceden ahí afuera. Lo importante también sucede dentro.