Aprender enseñando

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Por José Manuel Belmonte, Dr. En Ciencias Humanas por la Universidad de Estrasburgo, miembro de CiViCa. Publicado en su blog Esperando la Luz el 29 de agosto de 2020.

La  conocida inscripción griega «conócete a ti mismo» , me invita a alejarme de la controversia política suscitada por los muchos interrogantes humanos, sanitarios y políticos que la reapertura da las aulas ha suscitado, en los docentes,  los alumnos y  sus familias. Poner de acuerdo a 17 + 1 gobiernos con sus respectivos ministros, directores generales, consejeros y asesores, es un ejercicio difícil de equilibrio, donde se suele eludir la responsabilidad que al final recae en las últimas personas que no tienen en quien delegar.

Se intenta recuperar la normalidad que se rompió por causa del virus y los contagios y alteró el final del curso pasado, a pesar del esfuerzo de profesores y de niños -también de sus padres-.

El dato relevante es que la sociedad se ha mentalizado, al menos en parte y, se mueve con mascarillas. Es la prueba de que no puede compararse el inicio de este curso con el de septiembre del año pasado. ¡No se ha recuperado la normalidad, aunque todos pongan de su parte la mejor voluntad! Así que, puede decirse con razón que en el próximo curso, vamos a aprender juntos. Siempre ha sido así, pero ahora más, todos vamos a ser docentes y discentes; tendremos que «aprender enseñando». No es fácil, pero tampoco un fracaso.

A) La clase académica se divide en docentes y discentes.

La vida nos pone donde tenemos que estar; nos enseña que todos aprendemos de todos y todos enseñamos a todos. Estamos viviendo un tiempo especial, en el que vamos descubriendo lo que somos: frágiles, humanos, compasivos y eternos.Cuentan que le preguntaron a un sabio: «¿Qué es un maestro? Y él les dijo:

Es aquel que te enseña en silencio. Un silencio que se hace mil palabras para el ignorante y ninguna para el sabio.

Pero no esperes ver fuera de ti al maestro que aún no ha nacido en tu interior. Puede pasar todos los días frente a ti y no reconocerlo… Puede estar todos los días junto a ti y no verlo.»

En la mayoría de las tradiciones esotéricas y la enseñanza Zen, se dice algo parecido: «Cuando el alumno esté preparado llegará el maestro«. Es decir: «Cuando el discípulo esté listo, aparece el maestro, porque la disposición está dentro de nosotros, y el maestro está dentro de nosotros«.

Con otras palabras, es «una simple sincronía del proceso espiritual». Cuando hemos llegado a un cierto nivel y merecemos pasar a un nuevo nivel, aparece como una nueva luz que ilumina lo que conocíamos, abre la mente, como cuando llega la aurora y podemos ver mejor el nuevo alcance de las cosas, o lo que sabíamos, con otra profundidad y trascendencia.

A Teresa de Calcuta, todo el mundo la imagina en la India recogiendo moribundos y cuidando enfermos, cuando un periodista le preguntó, ¿quiénes eran los mejores maestros? ella respondió sin dudarlo: «los niños«. Ellos iluminan la vida. Por eso añadía: «los niños son como las estrellas, nunca hay demasiadas».

Es verdad que con el tiempo olvidan (olvidamos) y todo el proceso de aprendizaje es «intentar recordar lo que son (somos)». El escritor libanés Khalil Gibran, expresa de forma magistral la necesidad de no sobreproteger a los hijos, respetarlos en su calidad de seres únicos, que tenemos que preparar para que encuentren su camino. «No vienen de ti, sino a través de ti y aunque estén contigo no te pertenecen. Puedes darles tu amor, pero no tus pensamientos, pues ellos tienen sus propios pensamientos. Puedes hospedar sus cuerpos, pero no sus almas, porque ellas viven en la casa del mañana, que no puedes visitar ni siquiera en sueños. Puedes esforzarte en ser como ellos, pero no procures hacerlos semejantes a ti porque la vida no retrocede, ni se detiene en el ayer».

Enseñar viviendo y aprender siendo. No acumulando ideas, textos, fórmulas, conceptos. Algo tan simple como amor, libertad, respeto y ejemplos. Algo tan grande y simple que está al alcance de todos, en cualquier parte y siempre. Pero es una gran responsabilidad, porque como dice el profesor Francisco Mora, al final «Somos lo que la educación hace de nosotros». Por eso, cuanto mejor conozcamos a los niños y cómo funciona su cerebro, mejor podremos educar. Para Mora, el maestro debe ser considerado como «la joya de la corona».

Aprender es fácil porque el maestro es un regalo que está en uno mismo. Ken Robinson pone un ejemplo claro y al alcance de todos: «La mayoría de niños aprende a hablar en sus primeros años de vida. Y, curiosamente, nadie les enseña a hacerlo. Si sois padres, lo sabéis. No habéis enseñado a hablar a vuestro hijo… (o al menos) no en el modo en que nosotros concebimos la enseñanza. No les sentáis cuando tienen dos años y les decís: «Tenemos que hablar. Bueno… Más concretamente, tienes que hablar túY se hace así o asa.  Lo aprenden sin más».

Y no solo de pequeños, no solo a hablar. «La gente de todas las edades tiene muchas más habilidades y posibilidades de las que la educación ordinaria les permite descubrir. Muchos niños nacen con grandes capacidades, pero yo creo que las habilidades humanas son como recursos naturales: están enterradas bajo la superficie y hay que descubrirlas. Y puede que nunca las descubramos. Todos vosotros tenéis habilidades de las que seguramente ni siquiera sois conscientes y puede que nunca las descubráis por falta de oportunidades. Se me ocurre que la lingüística es un buen ejemplo. ¿Cuántos de vosotros habláis dos o más idiomas? Yo creo que pasa lo siguiente, si aprendes un par de idiomas de pequeño, te resulta más fácil aprender más; igual pasa si aprendes a tocar algún instrumento musical, a bailar, hacer teatro«.

BAprender es un proceso que dura toda la vida.

Como dice Gregorio Luri, «un buen maestro puede descubrir la mejor versión de sus alumnos».

En todo caso, es un error pensar que aprender puede reducirse a unas etapas en la escuela, el colegio, la universidad. Los títulos de FP o de la Universidad, son hitos en el camino de la capacitación académica. Pero la vida también enseña y al final, también doctora. Necesitamos maestros, por supuesto, pero como decía  Ken Robinson»Nuestra vida es un proceso constante de decisiones creativas e improvisación«. Por cierto, el educador, escritor y comunicador Sir Ken Robinson, se ha convertido en un referente mundial, que estuvo también en España departiendo con los jóvenes. Consideraba necesaria una profunda transformación del sistema educativo y valoraba como decisivo el papel de los profesores: «son muy importantes en nuestras vidas». Pero, ojo, ser profesor no es el mayor logro de la vida.

Este eminente profesor y comunicador era contrario a los exámenes y a la jerarquía de las asignaturas, porque defendía a ultranza la creatividad como la habilidad más importante que la escuela debe fomentar en los niños y jóvenes: «La creatividad es la esencia de lo que significa ser humano». La creatividad es libertad siempre.

Como él dice, es imposible saber cómo viviremos en el futuro, sin embargo afirma «lo único que sabemos es que hará falta mucha imaginación y creatividad para transformarnos y enfrentarnos a los nuevos retos».

El talento y el esfuerzo son compatibles. Un tesoro que cada uno debe descubrir. La Naturaleza alimenta a las aves, pero no se lo lleva al nido.

Robinson se preguntaba sinceramente si «¿Las escuelas matan la creatividad?». No deberían. De hecho, con mucho humor, es la charla educativa más vista en Internet.

Es un placer, escuchar una mente tan lúcida, a un sabio y un visionario, referente mundial, en una clase magistral. Seguro que quien quiera escucharlo en los videos compartidos, (y otros muchos que están en Internet) comprenderá que sus propias palabras son la mejor forma de comenzar el nuevo curso.

Así que, sirva, este recuerdo como homenaje y agradecimiento a ese Maestro, que ha fallecido en Los Ángeles, el pasado 21 de agosto de 2020. D.E.P.

A mi modo de ver, lo esencial, la clave de la educación según Ken Robinson es:»Educar no es un monólogo sino una conversación«.

Si no hay diálogo, la enseñanza se convierte en monolítica y plúmbea. Aprendemos escuchando (profesores y estudiantes). Hay que ser sinceros y humildes. En una clase de 20 a 30 estudiantes, durante una hora, y luego otra clase y otra, no es fácil. Pueden surgir diálogos, en que alguna pregunta nos supera.

«Nadie lo sabe todo. Es imposible. El conocimiento y la comprensión humana es un entramado muy denso y nosotros sabemos solo una parte. Algunos saben más que otros, pero ninguno sabe más que una fracción de todo lo que hay».

Es la primera verdad que los padres deben saber y enseñar a sus hijos cuando los llevan a un colegio o a una escuela. Y debe ser la última verdad que junto con las calificaciones, orlas o diplomas deben llevar los hijos, cuando termine el curso: ¡aunque sepan un poco más, «solo es una fracción de lo que hay»!

Esa vacuna de humanidad, puede inmunizarles contra el virus del orgullo de por vida.

BELMONTE
BELMONTE
Dr. en Ciencias Humanas por la Universidad de Estrasburgo, miembro de CíViCa