Por Nicolás Jouve (Catedrático de Genética de la Universidad de Alcalá, Miembro de CíViCa) – Publicado en el Anuario del Derecho Eclesiástico del Estado, XXVIII (2012), pp. 297-333
Resumen: La falta de fundamento con la que se desestima la existencia humana o su dignidad ha conducido en la actualidad a una relajación y una desprotección de la vida humana, ante prácticas que permiten la instrumentalización de los embriones, el aborto o la eutanasia. La subestimación de lo que dice la ciencia sobre el comienzo de la vida en la elaboración de nuevas leyes que afectan a los embriones o fetos, resulta cuando menos sorprendente, especialmente si nos referimos a la vida humana. Esta ceguera, no es probablemente trivial, sino que verosímilmente obedece a razones ideológicas. Lo cierto es que se tiende a imponer un individualismo exacerbado y una insensibilidad social, que se plasma en la elaboración de leyes concernientes al inicio y final de la vida humana. Se trata de justificar la gravedad de unos hechos inhumanos y censurables mediante la utilización de diferentes eufemismos: «clonación terapéutica», «interrupción voluntaria del embarazo», «muerte digna». De este modo, el «embrión» se transforma en un «conglomerado de células», el «sexo» en «género», la «anticoncepción» en «salud reproductiva», etc. Es obvio que un individuo humano en existencia es un individuo de la especie humana y por tanto es una persona. Ha de añadirse además que la especie humana ocupa una posición tiene una dignidad superior a la de cualquier otra especie, por su indisoluble naturaleza corpóreo-espiritual, sus extraordinarias capacidades de autoconciencia y razonamiento, sentido de trascendencia, libertad en el obrar, capacidad de comunicación y relación con el resto de las personas y con su entorno. A pesar de ello, en los países desarrollados y en el momento actual, en una situación próxima a la muerte, se plantea la eliminación por métodos directos o indirectos de la persona que padece o hace padecer a las personas de las que depende. El hecho se pretende justificar con el eufemismo de «muerte digna» en sustitución de «eutanasia» o con el establecimiento de parámetros para evaluar la «calidad de vida». En este artículo se exponen los principios científicos que sustentan la dignidad de la vida humana en contraposición de los argumentos que se esgrimen para la implantación de leyes de eutanasia.
Texto del Artículo en PDF en el Archivo adjunto.Por Nicolás Jouve (Catedrático de Genética de la Universidad de Alcalá, Miembro de CíViCa) – Publicado en el Anuario del Derecho Eclesiástico del Estado, XXVIII (2012), pp. 297-333
Resumen: La falta de fundamento con la que se desestima la existencia humana o su dignidad ha conducido en la actualidad a una relajación y una desprotección de la vida humana, ante prácticas que permiten la instrumentalización de los embriones, el aborto o la eutanasia. La subestimación de lo que dice la ciencia sobre el comienzo de la vida en la elaboración de nuevas leyes que afectan a los embriones o fetos, resulta cuando menos sorprendente, especialmente si nos referimos a la vida humana. Esta ceguera, no es probablemente trivial, sino que verosímilmente obedece a razones ideológicas. Lo cierto es que se tiende a imponer un individualismo exacerbado y una insensibilidad social, que se plasma en la elaboración de leyes concernientes al inicio y final de la vida humana. Se trata de justificar la gravedad de unos hechos inhumanos y censurables mediante la utilización de diferentes eufemismos: «clonación terapéutica», «interrupción voluntaria del embarazo», «muerte digna». De este modo, el «embrión» se transforma en un «conglomerado de células», el «sexo» en «género», la «anticoncepción» en «salud reproductiva», etc. Es obvio que un individuo humano en existencia es un individuo de la especie humana y por tanto es una persona. Ha de añadirse además que la especie humana ocupa una posición tiene una dignidad superior a la de cualquier otra especie, por su indisoluble naturaleza corpóreo-espiritual, sus extraordinarias capacidades de autoconciencia y razonamiento, sentido de trascendencia, libertad en el obrar, capacidad de comunicación y relación con el resto de las personas y con su entorno. A pesar de ello, en los países desarrollados y en el momento actual, en una situación próxima a la muerte, se plantea la eliminación por métodos directos o indirectos de la persona que padece o hace padecer a las personas de las que depende. El hecho se pretende justificar con el eufemismo de «muerte digna» en sustitución de «eutanasia» o con el establecimiento de parámetros para evaluar la «calidad de vida». En este artículo se exponen los principios científicos que sustentan la dignidad de la vida humana en contraposición de los argumentos que se esgrimen para la implantación de leyes de eutanasia.
Texto del Artículo en PDF en el Archivo adjunto.