Por José Manuel Belmonte, Dr. En Ciencias Humanas por la Universidad de Estrasburgo, miembro de CiViCa. Publicado en su blog Esperando la Luz el 30 de marzo de 2020.
Están muriendo abandonados humana, psicológica y espiritualmente. Las tres carencias de la mayoría de quienes ya se han ido. Pero también de los que seguimos aquí.
He tenido conocimiento de lo que digo por amigos personales, por familiares de internos en Residencias, por médicos en hospitales, etc. Lo que digo, lejos de dramatizar, es verdad, sobre todo en personas mayores en Residencias. Dicen desde allí: «muchos ancianos se están muriendo solos o sin poder ayudarles ni darles una muerte digna porque en algunos centros «no hay ni oxígeno«, los cuidadores han disminuido y los que quedan no dan abasto.
Es verdad que, tanto el nacer como el morir, son lo más natural. Sin embargo, no vinimos solos, sino en familia y en comunidad. Es cierto que cuando la hora llegue, cada uno se va, solo, pero antes de este virus maldito y por culpa del contagio, quien se iba, no estaba solo: tenia cuidados médicos y estaba acompañado, generalmente de los suyos.
Me decía un médico de familia que a lo largo de su vida profesional ha podido saber que algún enfermo a punto de partir, ha aguantado horas y días enteros, a que llegue un hijo, un hermano, un amigo, porque desea irse en paz. Tras la llegada, un abrazo, una sonrisa o una lágrima de amor, pone las cosas en su sitio y por lo menos la partida no es tan dura.
El virus que ha generado esta Pandemia, y el confinamiento impuesto, ha dejado «solas» a muchas personas. Tanto a quienes estaban en Residencias, Centros de atención a discapacitados, y otras instituciones; pero también a los pacientes de cualquier patología en los Hospitales, y por supuesto a los «contagiados» por el coronavirus que han quedado aislados y sin posibilidad de recibir visitas de sus familia o amigos. Y a sus respectivas familias.
El Covid-19, ha trastocado las fortísimas cadenas del amor y la sensibilidad humana, los lazos de la sangre y la familia, y ha desgastado la fuerza infinita de la compasión y la amabilidad, y relegando a muchos a la impotencia, la tristeza y el dolor.
Son variadas las vivencias y los testimonios desgarradores, como el de Pepe Jordana en Change.org : «Ayer falleció mi madre… tenía 86 años. Hace solo dos semanas estaba como una rosa. Hoy ya no está…. Hemos estado 10 días cuidándola sin conseguir que viniera un médico a verla, sin que nadie nos atendiera en el 112 ni el 900 ni el 061, colapsados por la situación. Cuando por fin la ingresaron, ha estado 5 días sola en una habitación sin que pudiéramos acompañarla ni verla. Ahora no podemos despedirnos de ella. Nos la entregarán en una urna… Las víctimas de esta pandemia no son solo los enfermos, también los muertos y sus familiares».
1) El único puente, entre la soledad de unos y de otros son los médicos y sanitarios, su saber y su humanidad.
La soledad es muy dura, lo sabemos todos. La mayoría de los médicos son conscientes. Por eso, alguno de los sanitarios además de intentar curar, aconsejan no descuidar el lado humano en el trato con el enfermo. Puede no ser visible su valor curativo, pero es tal vez lo que los pacientes más necesitan, lo que más les reconforte y ayude en estas circunstancias.
El médico ANTONI TRILLA, en un artículo titulado: «La dureza de la soledad» (la Vanguardia 27/03/20) dice: «Los pacientes ingresados por sufrir la Covid-19 están bajo medidas de aislamiento y por ello no pueden recibir visitas…El resultado es que el único contacto físico del paciente con otras personas durante su estancia lo tiene con el personal sanitario que le atiende. Con su familia y sus amigos sólo puede contactar por teléfono y otros dispositivos electrónicos si su situación clínica lo permite. Estar solo es muy duro… Estoy convencido del poder curativo, paliativo y de consuelo de las palabras y los gestos, del contacto visual y físico entre pacientes y profesionales sanitarios, especialmente los de enfermería que son los que más frecuentemente lo tienen. Podemos y debemos, con nuestro EPI (Los Equipos de Protección Individual) puesto, dar la mano a los pacientes».
El Dr. comparte la idea de abrir la ventana del paciente a las ayudas virtuales de familiares, amigos, y anima a participar en «una iniciativa magnífica, surgida en Oviedo, consistente en enviar cartas anónimas a los pacientes… para que no se sientan nunca solos y para que sus familiares sepan que en verdad no están nunca solos» (enlace).
2) La fatiga, el agotamiento y el cansancio psicológico, pasan factura a los valientes.
Desde siempre, y por su profesión, los sanitarios, son fuertes porque están para ayudar a vivir. Pero ahora, sufren «un estrés emocional sostenido en el tiempo, ya que están acostumbrados a salvar vidas, no a que los pacientes se mueran, lo que genera un desgaste muy importante».
Desde fuera, no podemos imaginar lo que supone para ellos que además de jornadas maratonianas, de fatiga y agobio, el carecer de EPI en muchos casos, lo que supone seguir rigurosamente el protocolo al ponerse y sobre todo al quitarse el equipo de protección individual, ver hospitales abarrotados, no poder a veces volver a casa, y ver que los enfermos están solos y lo peor.. que se les van. Eso, produce una gran fatiga mental.
Además, la mayoría tienen hijos, y a veces padres o suegros o cualquier otro familiar, en Residencias, etc. En cualquier caso, ellos también están aislados y no pueden verlos.
Es por eso que algunos Hospitales como La Paz han puesto en marcha programas activos de apoyo a los sanitarios. El Servicio de Psiquiatría, Psicología Clínica y Salud Mental acude a las plantas que se han ido abriendo para atender a los pacientes para que se realicen al menos dos paradas diarias de entre cinco y ocho minutos en las que los equipos se reúnen para hacer «prácticas de regulación emocional basada en mindfulness, que tienen como elementos clave focalizar la atención en el presente y traer la compasión y la amabilidad hacia uno mismo y los demás.
Es una práctica basada en la meditación y consciencia plena y relajación. Prestar atención desapasionada a lo que se hace, los pensamientos, las emociones, las sensaciones corporales y al ambiente circundante, sin juzgar si son adecuados. La atención se enfoca en lo que se percibe, sin preocuparse por sus causas y consecuencias, ni buscar soluciones.
También se ofrece apoyo individual presencial a los sanitarios que están trabajando si lo necesitan y on line a los que están en aislamiento en sus casas. Además han realizado un vídeo, que se difunde a través de Salud Madrid, donde incluye algunos consejos , como el de que: «cuidar de nosotros mismos no es un lujo, es una necesidad».
Hasta hoy, en España esta es la realidad del Coronavirus: 85.195 casos y 7.340 fallecimientos, 812 más que ayer.
No es de extrañar, pues que la Confederación Estatal de Sindicatos Médicos (CESM) hayan dirigido -el día 25- una carta al Ministro de Sanidad, denunciando que el Gobierno ha ignorado las advertencias de la OMS, la falta de liderazgo y directrices claras en la gestión de la crisis, y que: «a estas alturas de la enfermedad se siga con una carencia preocupante de material de protección, de test diagnósticos y que empiece a escasear la medicación que precisan muchos pacientes, amén de la carencia de respiradores para darles la asistencia que precisan».
Y se añade que no se está protegiendo a los profesionales de la atención primaria. Ellos mismos lo dicen: «Así es como estamos en AP, exhaustos y con una sensación de abandono total por parte de los responsables».
Añade Cristina Sánchez Quiles (Responsable de Atención Primaria de CESM): «Siendo la puerta de entrada al sistema y teniendo en cuenta que la población sigue acudiendo a los centros de salud ante las instrucciones tan distintas y cambiantes que se están aplicando en las diferentes CCAA, los profesionales que trabajan en ellos están viviendo una situación caótica: No hay medidas de protección suficiente, ni material adecuado para asumir a los posibles enfermos: hay médicos utilizando la misma mascarilla quirúrgica durante tres días, porque hay que priorizar para los casos más sospechosos el uso de material, pero es imposible asegurarlos si no se nos permite realizar el test diagnóstico, por lo que sabemos que estamos en contacto con positivos no diagnosticados por test y sin las medidas protectoras indicadas. Esto se traduce en sanitarios portadores y muy probablemente positivos que continúan trabajando. Ya tenemos asumido que caeremos todos y será muy difícil mantener el circuito. ¡¡Y así no se contiene la pandemia!!» (enlace).
No se trata de valorar, se trata de protegerlos, para protegernos a todos. Los responsables de la desprotección desde enero y por informaciones oficiales, estaban informados. Los ciudadanos españoles no nos merecemos que nos hayan mentido. Por falta de previsión, inacción, abandono y falta de protección adecuada a sanitarios y cuerpos y fuerzas de seguridad, pese a su acreditada y constante dedicación, algún día tendrán que responder.
Quienes sí lo valoran y les consideran unos héroes son los ciudadanos españoles, que noche tras noche, salen a la ventana o al balcón, para aplaudirles. ¡Sois unos héroes! No podremos pagaros tanta dedicación y esfuerzo, pero sí agradeceros, que en esta soledad y confinamiento, hayáis sido la cara humana entre los pacientes y nosotros. ¡Dios os lo pague!