¿Para cuándo la ley de la maternidad?

La tasa de abortos no había tocado techo
09/01/2013
Debate sobre la efectividad de las Células Madre
11/01/2013

Por Nicolás Jouve, Catedrático de genética y Presidente de CíViCa – Publicado en La Gaceta el 9 de Enero de 2013

El Gobierno prometía en su programa electoral un cambio en la Ley del Aborto. El 5 de julio de 2010 entró en vigor la que pasará a la historia –esperemos que pronto– como ley Aído. Hay que significar que esta ley convertía el aborto en un “derecho de la madre”, se hablaba de educación sexual y reproductiva y sutilmente se justificaba un aborto menos cruento, pero igualmente real, el aborto químico o farmacéutico, facilitado por la expedición sin receta de la píldora del día después (PDD).

Tras las elecciones generales de finales de 2011 y la llegada del nuevo Gobierno del PP, cabía la esperanza de un cambio legislativo en este asunto o, por lo menos, eso es lo que se prometía en el programa electoral.

Por Nicolás Jouve, Catedrático de genética y Presidente de CíViCa – Publicado en La Gaceta el 9 de Enero de 2013

El Gobierno prometía en su programa electoral un cambio en la Ley del Aborto. El 5 de julio de 2010 entró en vigor la que pasará a la historia –esperemos que pronto– como ley Aído. Hay que significar que esta ley convertía el aborto en un “derecho de la madre”, se hablaba de educación sexual y reproductiva y sutilmente se justificaba un aborto menos cruento, pero igualmente real, el aborto químico o farmacéutico, facilitado por la expedición sin receta de la píldora del día después (PDD).

Tras las elecciones generales de finales de 2011 y la llegada del nuevo Gobierno del PP, cabía la esperanza de un cambio legislativo en este asunto o, por lo menos, eso es lo que se prometía en el programa electoral.

Los 118.359 abortos practicados en España en 2011, primer año de vigencia de la ley Aído, son una muestra del estado crítico y la enfermedad social de nuestro país, que sigue indiferente y dormido frente a este espantoso encarnizamiento reproductivo. A pesar de que los anteriores gobernantes no paraban de decir que la nueva ley serviría para reducir la escalada del aborto, la realidad ha sido bien distinta y ha habido un incremento del 4,71% en relación a 2010. Cerca de 120.000 vidas han sido arrancadas del claustro materno y literalmente descuartizadas en pleno desarrollo. ¿Cuántos cubos de basura se llenarían con los restos humanos de todas estas personitas a las que no se les dio la oportunidad de nacer?

Habrá que recordar que una nueva vida comienza tras la fecundación, al constituirse la identidad genética propia, singular y distinta a la de la madre y el padre. A partir de entonces, comienza la etapa embrionaria que transcurre de forma continua. Aproximadamente a las 24 o 30 horas de la concepción se habrá completado la primera división celular, a la que seguirán otras, y después otras, conservando en cada célula resultante la misma información genética constituida en el momento de la concepción. Mientras se produce este crecimiento, el embrión va descendiendo por la trompa uterina y el útero materno se prepara para recibirlo. Hacia el día 4 o 5 se habrá formado una cavidad dentro del embrión alcanzándose la fase de “blastocisto”. El embrión que logre la anidación, lo que de forma natural ocurre a los 6-12 días después de la fecundación, seguirá el curso de su desarrollo, salvo que una decisión ajena a su vida resuelva lo contrario. La primera decisión hostil contra la vida es de hecho la PDD, que administrada antes de las 72 horas de realizado el acto sexual, puede modificar las condiciones de receptividad del útero materno y provocar la no anidación y el rechazo del embrión… ¿Qué otra cosa es esto que un aborto? Si a los abortos quirúrgicos se suman los químicos, ¿a qué cifra se hubiera llegado en 2011?

La segunda barrera que han de superar los “bebés en formación” –según la afortunada expresión de John Finnis, profesor de Filosofía de la Universidad de Oxford– es la de la etapa fetal. Tal como están las cosas, la vida del bebé pende de la voluntad de la madre.

Lo que parece claro es que ante la banalidad del mal frente al aborto, lo “políticamente correcto” no se corresponde con lo “científicamente correcto”. Los derechos han de ser reconocidos, no atribuidos, y la existencia de una vida no es una cuestión de ideas ni de filosofía, sino de biología.

Para finalizar, me gustaría recordar las palabras de mi buen amigo Juan Manuel de Prada en un artículo memorable publicado el mismo día de la puesta en vigencia de la ley Aído: “El aborto sólo podrá detenerse si se logra una verdadera metanoia, un cambio o conversión social. Con el aborto entronizado como derecho sólo acabará el testimonio contagioso de las personas que acojan amorosamente la vida, que prediquen con el ejemplo teniendo hijos y mostrando a sus contemporáneos el inmenso bien que esos hijos traen al mundo; provocando, en fin, entre sus contemporáneos sana envidia de ese bien que a ellos les falta”.

Ojalá, vaya por esta vía la esperada reforma de la ley anunciada por el ministro de Justicia.

Nicolás Jouve de la Barreda
Nicolás Jouve de la Barreda
Catedrático Emérito de Genética de la Universidad de Alcalá. Presidente de CiViCa.