Por María Elizabeth de los Rios Uriarte, profesora e investigadora de la Facultad de Bioética de la Universidad Anáhuac de México. Publicado en la Web de la Universidad Anahuac de México.
M. E. de los Rios Uriarte es máster en Bioética y doctora en Filosofía, Técnico en Urgencias Médicas (TUM) por Iberomed A.C. y scholar research de la Cátedra UNESCO en Bioética y Derechos Humanos. Es además Miembro de la American Society for Bioethics and Humanities, del Colegio de Profesionistas posgraduados en Bioética de México, de la Academia Nacional Mexicana de Bioética y Miembro de Número de la Academia Mexicana para el Diálogo Ciencia-Fe.
En este artículo invita a hacer una reflexión sobre la importancia de la vacunación en momentos de crisis sanitaria a nivel mundial y de un considerable aumento de contagios, en el contexto del caso del tenista Novak Djokovic.
Novak Djokovic: cuando lo individual no es más fuerte que lo comunitario
El caso del tenista serbio Novak Djokovic puede generar indignación en algunos o puede ser digno de aplaudirse para otros, pero más allá de los fanatismos, valen al menos cuatro reflexiones para orientar la discusión:
1.- Antes que nada, hay que separar al tenista de la persona y la fama de su comportamiento. Con lo anterior me refiero a que, antes de ser tenista y famoso, es persona y, por ende, no está exento de contraer COVID-19 y contagiar a otros, por un lado, y por el otro, que es una persona inserta dentro de una sociedad y, por ello, sujeta a regulaciones que permiten la convivencia armónica entre individuos. Su talento y su fama no lo eximen de esta responsabilidad.
Es por esto que la exención de no vacunarse, que le permitió viajar a Australia para el abierto de tenis, no tiene fundamento ético puesto que tampoco recae en una orden médica de una contraindicación a las vacunas contra COVID-19.
2.- Australia estableció reglas claras en sus políticas de ingreso de extranjeros; podemos o no estar de acuerdo con ellas, pero fueron establecidas antes de la llegada de Djokovic, y él y su equipo debieron haberlas conocido y estar dispuestos a aceptarlas y ceñirse a ellas o bien, haber optado por no viajar si no estaban dispuestos a hacer lo que les pedía el gobierno de Australia para ingresar.
3.- Jugar un torneo, aunque sea de naturaleza mundial, no justifica poner en riesgo a la población de ningún país, ni siquiera del propio. En estos momentos de crisis sanitaria a nivel mundial y de un considerable aumento de contagios por la variante ómicron, la vida y la salud de la población en general tiene que regresar a ser el criterio primero y mayor antes que el placer o la diversión. Proteger la salud de todas las personas es prioritario, después vendrán otras decisiones, hoy por hoy y dada la situación mundial, no.
4.- El argumento que defiende que solo estaría temporalmente en Australia y que no es mucho el mal que puede hacer una persona no vacunada es no solo infundado, sino equivocado. Esto debido a que basta un solo día e instante para que se propague el virus en un entorno y se contagie en un ritmo de 1 a 20 personas.
La cadena de contagios es exponencial a partir de una sola persona, por ende, el riesgo en que puede poner un no vacunado a muchos vacunados o no es mayúsculo y no justificable por ninguna causa, menos aún por un evento de esparcimiento como un torneo de tenis.
Una última consideración no solo del tenista en cuestión, sino de cualquier persona que no quiera vacunarse: vacunarse es una máxima contribución al bien común y en una sociedad donde el lema cada día parece ser “sálvese quien pueda”, pensar en el bien común por encima de los deseos individuales es urgente.
Las vacunas no tienen un objetivo individual, sino principalmente comunitario y es frenar la ola de contagios en una situación de crisis sanitaria, su efecto secundario es proteger al individuo que se vacuna dándole un beneficio secundario, pero no olvidemos que el fin primario de vivir en sociedad y de ser seres sociales es la capacidad de equilibrar lo individual y lo comunitario, aunque en caso de no poderse dar este equilibrio, buscar el bien mayor que siempre será el bien comunitario.
Ojalá que personajes como Djokovic entiendan esto y usen su fama para el bien común y no para la imposición de sus deseos personales.