Porque no todo vale. Brotes verdes hacia el fin del aborto.

Boletín Extraordinario de CíViCa, Nº 83, 16 de junio de 2022
16/06/2022
La verdad y la vida, están en juego
24/06/2022

Por Nicolás Jouve, Catedrático Emérito de Genética y Presidente de CíViCa. Miembro del Comité de Bioética de España. Publicado en Actuall el 15 de junio de 2022.

Como ya señalé en el artículo del mes pasado el medio de comunicación americano Politico filtró un borrador, redactado por el juez Samuel Alito, según el cual a finales del año pasado la Corte Suprema de los EE.UU. había votado, por mayoría  anular la histórica sentencia Roe v. Wade, germen de las leyes del aborto en aquel país. Como es lógico, ni la filtración de la noticia ni el resultado de la votación habría de gustar a los partidarios del aborto, que además tendría el efecto de devolver a los estados de la unión las competencias para dictar sus propias leyes, incluyendo las que establecían restricciones al aborto. La decisión de la Corte Suprema incluía además el rechazo a otra sentencia de 1992, la del caso Planned Parenthood v. Casey, que ratificaba la decisión previa de Roe v. Wade. Sin embargo, el borrador filtrado no es aun definitivo y nadie sabe con certeza cuándo se emitirá la decisión final sobre el caso en el tribunal superior de Justicia de los EE.UU.

Es evidente que la marcha atrás en un asunto de tan “vital” trascendencia no habría de gustar a una sociedad de corte conservador, pero influida desde hace décadas por sectores favorables al aborto, que han ejercido una intensa labor de ingeniería social, a pesar de que hoy por hoy no se puede afirmar que la mayoría de los americanos sean partidarios de la eliminación de los no nacidos, sean cuales sean las razones de tal hecho.

La aceptación del aborto, tanto en EE.UU. como en muchos países de occidente y en particular en España desde 1985, lleva años de intenso trabajo de ingeniería social desde las instancias políticas de un mal entendido progresismo, que hace tiempo renunció a defender al ser más indefenso en la etapa más vulnerable de su vida. Y no será porque no se ha reclamado el respeto a la vida con abundantes pruebas desde la certeza científica de que, tras la fecundación, el embrión y el feto, constituyen las primeras etapas de toda vida humana, además de su defensa desde una fundamentación antropológica cristiana basada en el hecho de que nadie es dueño de la vida de otro ser humano. Es falso de toda falsedad, e hipócrita sin paliativos, negar la realidad de vida humana y ser humano, de todo organismo dotado de una identidad genética propia –un ADN humano- tras la fusión de las células gaméticas. Pero no nos equivoquemos, si hay una parte, mayor o menor de la población que defiende el aborto es por la machacona labor –la ventana Overton-, que desde instancias políticas se ha venido ejerciendo sobre la sociedad ocultando la verdad y fomentando hipótesis insostenibles que tratan de desnaturalizar el verdadero significado de la vida humana en su etapa inicial. Ideas que, aunque al principio parezcan inaceptables, se insuflan mediante una serie de estrategias políticas para darle la vuelta a la opinión pública en aquello que aun siendo un disparate termina siendo asumido por medios de comunicación, negando lo evidente y eludiendo un debate ordenado y una consulta a quienes aportarían luz y datos en que basar cualquier tipo de decisión.

Por supuesto, no todo viene del caso Roe v. Wade, cargado de errores de forma y fondo, pero aquella sentencia del 13 de enero de 1973, anuló muchas leyes federales y estatales que restringían el aborto y fue un factor importante en la escalada de la cultura de la muerte en los EE.UU. Tampoco todo en relación con el aborto procede de las américas, aunque su influencia en los países occidentales haya sido notable. La otra gran corriente procede de las revoluciones comunistas, las ideas maltusianas de que sobran las dos terceras partes de la población, y el feminismo radical, empeñado en erradicar la maternidad, desdibujar los roles diferentes y complementarios del hombre y la mujer y resaltar la igualdad no precisamente en los derechos sociales y políticos, sino en lo sexual y corporal, de donde surgen las corrientes de la ideología de género.

Bajo este ambiente se han forjado leyes en España, que ya no solamente implantan lo que hace tan solo unas décadas era considerado impensable y antihumano, como el aborto o la eutanasia, sino que incluso obligan a su cumplimiento bajo sanción, arrebatando hasta el derecho a la objeción de conciencia e imponiendo sanciones a los sectores de la sociedad que se opongan a ello. Así se refleja en los cambios del código penal, las leyes Trans y LGTBI y la enésima reforma de ley del aborto que procura blindarlo en centros en que se practica y que hacen su agosto sin interferencias ni intentos de rescate ni nada a favor de las dudas o la zozobra que suponga para una joven, un hecho de tanta trascendencia como es la vida de un hijo, lo que marcará su vida para siempre. Con la gravedad añadida de abrir el aborto a las menores sin conocimiento paterno y la aceleración del proceso ni fase de reflexión e información previa ante un hecho de tanta trascendencia para sus vidas.

Todo esto ha traído consigo unas consecuencias que saltan a la vista con la pérdida del sentido de la dignidad y el respeto a la vida en general, el debilitamiento de la institución de la familia, el cuestionamiento de la libertad de educación y la patria potestad y la deconstrucción del propio ser humano. Frente a una sociedad asentada en el amor, la alegría, la solidaridad y la paz, se ha pasado en poco tiempo a la deshumanización, la tristeza, el egoísmo y la soledad. Ese es el fruto de lo que supone el aborto, la ideología de género, el suicidio asistido, la eutanasia y las nuevas corrientes de inspiración materialista del transhumanismo y el posthumanismo, más filosóficas que reales y que ni siquiera se plantean el futuro de la humanidad.

Ante esta situación cabe preguntarse ¿qué supone que cincuenta años después se demuestre que la sentencia Roe v. Wade fue un inmenso error cargada de irregularidades y arbitrariedades?, ¿se puede reparar el daño cometido?, ¿está la sociedad preparada para dar marcha atrás y afrontar una nueva realidad? No es de esperar grandes cambios en España ni en Europa, empeñada en imponer el aborto como un derecho incluso en los países que son contrarios a esta práctica, como Polonia o Hungría.

De momento la respuesta a estas preguntas no es muy optimista a corto plazo, y lo estamos viendo en la reacción social en los EE.UU. Los efectos del conflicto social generado por la filtración pueden ir más o menos lejos, dependiendo del grado de respeto a la justicia y las convicciones personales de la gente. Tal vez los efectos a favor de la vida tardarán, pero llegarán. Mientras, los intereses espurios de carácter económico y político de la poderosa trama montada alrededor y como consecuencia del aborto no se han hecho esperar. Desde que se produjo la filtración no han parado de aumentar las amenazas de violencia contra los jueces conservadores y los defensores de la vida. A mediados de mayo, se trasladó de su casa al juez Samuel Alito y su familia a un lugar seguro, debido las violentas intimidaciones recibidas. De hecho,  el bloguero de Hot Air, Allah Pundit, viene advirtiendo sobre la eliminación de uno de los jueces conservadores para evitar que la corte revoque Roe v. Wade, y hace unos días se produjo un intento de asesinato del juez de la Corte Suprema Brett Kavanaugh, nominado por el presidente Donald Trump en julio de 2018. Además de estos graves incidentes, son varios los ataques incendiarios, amenazas, bloqueo de calles alrededor del edificio de la Corte Suprema y otras hostilidades contra organizaciones pro-vida. Además, el magazine digital provida Life News viene denunciando desde hace días una serie de hechos de grupos de activistas radicales del aborto que han incendiado las sedes de grupos pro-vida de Wisconsin y Oregón, un centro atención a las embarazadas de Buffalo (Nueva York), y provocado destrozos en más de una docena de iglesias. Con todo esto lo que se persigue es intimidar a los jueces que han intervenido en la votación de la Corte Suprema.

Y en España, que…

España es uno de los países de occidente donde el vuelo hacia las políticas de pérdida de la identidad de lo más genuinamente humano ha ido más lejos y ha evolucionado a mayor velocidad. Bajo la influencia de un mal entendido laicismo en el que la iniciativa la han protagonizado los partidos de izquierdas, ha contado con la colaboración por incomparecencia cuando no asentimiento, de los de derechas, sin que tampoco pareciese importar a muchos católicos y contando con la colaboración de influyentes medios de comunicación. La Ley de educación sexual e interrupción voluntaria del embarazo de 2010, ha convertido prácticamente el aborto en un derecho de la mujer y ha desequilibrado el fiel de la balanza hacia su lado, frente al derecho a la vida del no nacido. Es decir, se ha elevado a la categoría de derecho la voluntad o el deseo de abortar, por encima nada menos que del derecho a la vida, que es el principal de todos los derechos, como se consagra en el artículo 15 de nuestra constitución: “Todos tienen derecho a la vida y a la integridad física y moral, sin que, en ningún caso, puedan ser sometidos a tortura ni a penas o tratos inhumanos o degradantes” … y todos son todos los seres humanos, nacidos y no nacidos, embriones, fetos, adultos o mayores. Como bien señala Forum Libertas en su reciente editorial “Aborto. Un marco de referencia”, un marco de razón debería bastar para demostrar cómo el aborto destruye toda condición de humanidad, más cuando la ciencia ha alcanzado las máximas cotas de conocimiento.

Por todo ello, porque no todo vale y ante la aprobación por el Consejo de Ministros de la nueva Ley del Aborto, acude al llamamiento a la manifestación convocada por NEOS el día 26 de junio a las 12h en Madrid para denunciar la actitud y la estrategia del Gobierno contraria a la acogida, cuidado y dignidad de la vida humana.

Nicolás Jouve de la Barreda
Nicolás Jouve de la Barreda
Catedrático Emérito de Genética de la Universidad de Alcalá. Presidente de CiViCa.