Monago (y otros dirigentes del PP) y el aborto: la muerte por consenso

Boletín de CíViCa Nº 31 – 31 de Diciembre de 2013
31/12/2013
¿Por qué el aborto es un drama?
02/01/2014

Por Gregorio Plaza. Magistrado. Miembro de CiViCa.

En un comentario anterior me refería a la justificación del aborto que desde el ámbito político se repite una y otra vez a modo de eslogan. En ese caso se trataba del supuesto “derecho a decidir” no se sabe qué, porque se prescinde    interesadamente del contenido de la decisión, contenido que debería ser esencial para determinar la existencia del hipotético derecho que se proclama sin orden ni concierto.

Por Gregorio Plaza. Magistrado. Miembro de CiViCa.

En un comentario anterior me refería a la justificación del aborto que desde el ámbito político se repite una y otra vez a modo de eslogan. En ese caso se trataba del supuesto “derecho a decidir” no se sabe qué, porque se prescinde    interesadamente del contenido de la decisión, contenido que debería ser esencial para determinar la existencia del hipotético derecho que se proclama sin orden ni concierto.

Ahora la nueva “perla” procede del partido en el Gobierno. En concreto del presidente de Extremadura, D. José Antonio Monago.
Según sus recientes declaraciones, “nadie puede negar a nadie su derecho a ser madre, pero tampoco nadie puede obligar a nadie a serlo”.

El Sr. Monago está proclamando realmente el derecho al aborto. Debemos recordar la diferencia en el plano jurídico entre libertad y autonomía, puesto que la autonomía implica que el legislador reconoce al individuo soberanía para gobernar la esfera jurídica propia, es decir, un ámbito de actuación que debe ser respetado por los demás. El derecho no es más que esas posibilidades de actuación de su titular y conlleva deberes u obligaciones a cargo de éste o de otras personas. El “no obligar a la mujer a ser madre” no es otra cosa que la formulación negativa de un derecho, en este caso el derecho al aborto. Lo que pretende el Sr. Monago es que se reconozca ese ámbito de actuación como derecho, se entiende que únicamente de la mujer gestante, puesto que en la actualidad un niño puede tener hasta cinco progenitores (dos biológicos, una madre subrogada y dos determinados legalmente, a su vez éstos del mismo o distinto sexo).

Sus palabras no son más que una nueva muestra de perversión de lenguaje para sustituir la realidad del aborto (matar a un ser humano) que muestra la ciencia  – no una “ideología” -, por lo políticamente correcto.

Pero es que en la valoración de las conductas desde la ética tampoco son muy afortunadas las declaraciones del Sr. Monago, que pretende que “en el aborto no cabe ideología” y promueve una legislación por “consenso”.

Si en el denominado “derecho a decidir” se prescinde del contenido de la decisión (matar a un ser humano), ahora se pretende que la prohibición de tal conducta debe ser rechazada por ser una cuestión “ideológica”. Parece que lo mejor es no tener ideas ni principios. Y por ese camino va el supuesto “razonamiento” del Sr. Monago, porque se sustenta en la ética del consenso. No me voy a detener en este aspecto, de sobra conocido, sino en el aspecto político, porque desde este punto de vista lo que se fomenta es la “política del consenso”, siempre proclamada por políticos deseosos de atraer al electorado menos atento, como palabra “comodín” para justificar cualquier cosa, normalmente vacía de contenido (los famosos “pactos de Estado”, que duran lo mismo que un caramelo a la puerta de un colegio). Ya resulta llamativo que el Partido Socialista pretenda, cuando está en la oposición, que toda ley sea consensuada, consenso que se acaba cuando llega al gobierno, como ha ocurrido con el aborto. Lo sorprendente es que esta línea, que lleva a legislar por el camino que siempre acaba marcando el Partido Socialista, la promueva un dirigente del Partido Popular, que prescinde de su propio programa electoral, de los millones de electores que respaldaron ese programa y de lo que representa el aborto, para buscar una falsa imagen de “modernidad”, apuntándose a negociar la vida de los seres humanos, que puede ser “consensuada” como si se tratase del presupuesto, de un plan de urbanismo o de cualquier objeto. Este es el valor que se concede a los derechos humanos en pleno siglo XXI. Increíble pero cierto.

A las críticas al Anteproyecto de Ley Orgánica se han sumado otros dirigentes del PP, como el secretario general de Nuevas Generaciones que, en defensa del aborto eugenésico, ha declarado que “el Estado no debe complicar más las cosas” y reclamó “pedagogía, explicaciones y voluntad de acuerdo”, añadiendo que “nadie puede frivolizar con esto”. No se puede comprender el razonamiento, que reitera el tan manido “consenso” y parece justificar el aborto en cuanto el ser humano discapacitado es un “drama para la pareja” que se supera, al parecer, eliminándolo. Lo demás es “frivolizar”. Esperemos que no se siga el mismo criterio con otras “complicaciones”.

Y es que en la política, se esté en el gobierno o en la oposición, parece que todo vale, ¿o no?.

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