Por José Manuel Belmonte (Dr. en Ciencias Humanas por la Universidad de Estrasburgo, miembro de CiViCa). Publicado en el Blog del autor Esperando la Luz el 15 de Abril de 2018.
Se constata una triste realidad: la sociedad parece olvidar el principio del derecho a la vida.
Niños y adultos, ciudadanos generosos se hacen voluntarios y se unen a las fuerzas de seguridad para encontrar a un niño, si se pierde. Estamos viviendo experiencias muy fuertes y muy desconcertantes. Somos capaces de volcarnos en buscar a un niño, cuando su madre o su familia han dado la voz de alerta. ¡Si no se hace algo puede ocurrir una tragedia!
Pero, cuando se sabe dónde está un niño, y una madre decide acabar con él, todos se callan y todo son facilidades para que lo haga. Ni al padre de la criatura ni a los abuelos se les hace caso. Es más, los políticos y algunos profesionales son capaces de poner su saber y el dinero de todos… ¡para que se lleve a cabo la tragedia!
Más de 300 niños, cada día, en España, «se pierden», en el único lugar que la naturaleza ha inventado para estar protegido y crecer con esperanza y paz, el vientre materno. ¿Y cuántos en el mundo? Incontables.
Se recogen firmas, para que los autores de las muertes de seres inocentes sean juzgados y cumplan en la cárcel una condena que sea capaz de ablandar su frío corazón. En su crueldad, no dieron muestra alguna de compasión o de empatía. Pero hipócritamente se acepta que diariamente, -en España y en el mundo- miles de niños inocentes sean eliminados sin que el mundo se conmueva ante «su grito».
Nos bombardean miles de fotógrafos y periodistas de cientos de canales de televisión y de periódicos, con imágenes de niños que sufren por las guerras, o se ven obligados a huir del país donde nacieron, a veces, en condiciones inhumanas. Pero se «esconden», se «ocultan» y se «ignora» a los niños, que habiendo sido concebidos, son obligados a morir.
De vez en cuando, la sociedad recibe con sobresalto la noticia, o la imagen de que alguien ha encontrado el cadáver de un niño en un paraje, en un contenedor o en la basura. La imagen llega por la televisión o por Internet hasta la sala de estar, de la familia. ¡Qué barbaridad! ¡Qué inhumanidad! ¿Cómo se puede hacer eso?
En algunas naciones, se están haciendo entierros oficiales y públicos, para hacer visibles, la humanidad de esos seres humanos desechados.
MARCHA: Día Internacional de la Vida.
Por eso, independientemente de las razones para salir o para quedarse en casa, en este día y siempre, yo encuentro razones para pensar.
Respetando lo que cada uno piense, comente o decida sobre la vida, sobre un hijo, una madre o la familia, el primer derecho de todos es estar aquí, vivir. Ninguna ley, ni «sexual y reproductiva», ni de igualdad, ni de libertad, otorga derecho a un ser humano sobre otro ser humano. Cosa distinta es que la ley permita, o no castigue penalmente determinadas conductas. Lo cual no exime de responsabilidad personal, ética y social. No es lo mismo, la oscuridad que la luz, ni puede ser igual dar la vida que quitarla. Tener consciencia y luz da paz. Es positivo. Tener ira, odio y miedo es negativo. Engendra violencia.
Las decisiones que un ser humano tome le permiten viajar por este mundo y también a otras dimensiones. Pero «las elecciones colectivas de todos los seres humanos son las que nos permitirán llegar hasta allí…hasta el futuro»(Brian Weiss, Muchos cuerpos una misma alma).
Por eso, ante la indiferencia de muchos, cada año, muchas asociaciones y millones de personas, aquí y en todo el mundo, se echan a la calle y marchan, para celebrar y defender el derecho a la vida. Lo han hecho en Estados Unidos, en Argentina, en Italia, en Francia, en Perú, ahora en España y próximamente otra vez en México. En todas partes los defensores de la vida se unen a quienes trabajan en defensa de la identidad femenina y el valor humano, social y laboral de la maternidad.
El día 15 de abril, la Plataforma » Sí a la Vida», formada por 500 asociaciones y entidades cívicas invitan a la sociedad española a acudir y conmemorar, en España, el «Día Internacional de la Vida». La Marcha se iniciará a las 12:00 horas.
Contrariamente a lo que algunos argumentan sobre el derecho decidir, los hijos, no son parte de los padres. Tampoco de la madre. No les pertenecen.
Todos somos espíritus encarnados. Los hijos también. Todos somos hijos. Cuando el hijo decide tomar forma humana y encarnarse, no es un objeto. «Vuestros hijos no son hijos vuestros. Son los hijos y las hijas de cuanto la Vida desea para sí misma. Son concebidos por medio de vosotros , más no de vosotros. Y aún estando con vosotros, no os pertenecen.
Podéis otorgarles vuestro amor, más no vuestros pensamientos, porque ellos poseen los propios. Podéis dar cobijo a su cuerpo, mas no a su alma» (G.Jalil Gibran, El Profeta).
En esa misma idea, Emilio Carrillo, dice que son los hijos quienes nos escogen a nosotros y no a la inversa. (Habla del ser humano como «conductor y coche», no de espíritu y cuerpo).
«Nuestros hijos son mucho más que nuestros hijos…ellos son el conductor que está en ese cuerpo. Es el conductor que está en ese «coche», que unas veces llamamos niño, otras joven o adulto, pero es el mismo. No hay que confundir al conductor, con la «edad del coche». El conductor no tiene edad. Ese niño, ese conductor, (pequeño o grande) no es menos ni más que lo que es su madre, su padre, sus abuelos o sus maestros.
Y nuestros hijos nos eligen. Ahora, en este momento físico, conduce este coche con esta apariencia. Pero tiene un potencial muy poderoso, que puede ser anterior o posterior a este coche que conduce aquí y ahora. Y es él quien decide quienes van a ser sus padres. Seguro que él sabe por qué te ha elegido a ti. Y te ha elegido a ti, tal como eres. Así que es una buena noticia. No tienes que ser una madre o un padre especial, sino únicamente ser como eres. El amor, también aquí es la clave. Ser tú con todo el amor del mundo. El es un ser humano como tú; individuos de la especie humana, que tiene 7.400 millones de seres humanos componentes. Y él, te ha elegido a ti».
Tenemos que tomar consciencia de ello, porque posiblemente esta vida, no sea la única tampoco para nosotros. Estamos aquí para aprender y evolucionar como personas. Nuestra empatía en general y nuestra actitud, lo que hacemos o dejemos de hacer, nos permite avanzar o retrasar la evolución( nuestra y de todos). Por eso, cada día tenemos que estar abiertos a la vida aquí y en otras dimensiones. En nuestro proceso evolutivo, -que no es un juego-, con bastante probabilidad nos volvamos a encontrar, con los seres que de alguna manera queremos y con los que tenemos lazos de unión.
Todo es un regalo y nada es gratis.
La vida, toda vida es un regalo. Y el derecho de un ser humano a vivir es su derecho fundamental. El hecho de un niño a escoger a un padre y una madre para venir y encarnarse, es un regalo para esa madre y ese padre. El derecho de su madre a elegir si quiere tener un hijo es anterior, al embarazo, que es cuando se concretiza la elección de su hijo.
Por eso, después del embarazo, la elección negativa de una mujer a ser madre, implica 1) atentar contra la vida de su hijo. Y , además,2) entraña para ella un riesgo.
En cierto modo, defender la vida de su hijo, debería ser algo tan obvio como defender su propia integridad física y mental. Las instituciones, los gobiernos y los profesionales deberían apoyar y defender la identidad femenina y el valor y la dignidad de la maternidad. Como reclama el equipo de Women of the World Platform.
El miedo, la ignorancia, la falta de apoyo explícito y real, además del efecto despenalizador de las leyes, puede contribuir al error de creer que todo lo legal es moral. Para concluir que, si es legal, puede hacerse sin responsabilidad alguna, aunque implique a otro individuo, a otra persona. Como señala la Dra. Vila-Coro: «un individuo no es persona porque se manifiesten sus capacidades, sino al contrario, éstas se manifiestan porque es persona: el obrar sigue al ser».
Mejor que hacerse el ciego: romper con las mentiras.
Para que se entienda mejor os dejo el testimonio de quien ha pasado, por eso y a quien tuve la suerte de conocer, hace unos años:
1) atentar contra la vida de su hijo.
De la Carta de Carmen, publicada por mi amigo Pedro Mejías, en su Diario:
«En nuestra sociedad el aborto ya es un derecho y está instalado en la cultura, una auténtica cultura de la muerte, como diría Juan Pablo II.
Ya es algo normal, asimilado por la sociedad y las personas que lo aceptan lo hacen sin más, sin pasarlo por la razón ni por el corazón, asumiendo tranquilamente ese asesinato…
Se me pasó por la mente el dolorosísimo episodio que nos tocó vivir a mi marido y a mí hace unos años en una Maternidad barcelonesa, donde los mismos médicos, con toda la ley amparándolos, consideraban que nos estaban ayudando a tomar una decisión correcta, abortar porque nuestro hijo venía con una malformación.
Nosotros como padres decidimos seguir adelante con nuestro embarazo porque amábamos a nuestro hijo que ya se movía en mi vientre. Abortarlo no era una opción.
(En la fotografía un cementerio especial en Asia. Son fetos abortados)
Y hasta el día de hoy, gracias a Dios, no nos arrepentimos de la decisión que tomamos, pues además los médicos se equivocaron: de lo peor que nos decían que estaría nuestro hijo, vino lo mejor posible.
Creo que es lo que deberíamos hacer todas las madres: amar al hijo que tenemos en nuestro vientre, luchar por él y defenderlo. Los seres humanos somos únicos e irrepetibles. Si no los defendemos sus madres, ¿quién los defenderá?
Cada vez que se habla de aborto no puedo evitar pensar en Abel y en su historia. Es verdaderamente terrible cargar en la conciencia con un hecho como es el aborto, sin gozar nunca del regalo de la vida, de cuando tu hijo te dice te quiero, te necesito, gracias mamá, gracias papá…
Cuando se oye en las noticias que ha habido un asesinato de una persona adulta, de una mujer o de un niño, nos horrorizamos, nos duele mucho saber que alguien los asesinó. Y la humanidad clama justicia.
Pero el aborto también es un asesinato, con la diferencia que la ley apoya que ese nuevo ser sea eliminado dentro del vientre de su madre. ¡Qué injusta es esta ley! A LOS NIÑOS ASESINADOS MEDIANTE EL ABORTO LA LEY NO LOS AMPARA NI LOS PROTEGE«.
(Y 2) Entraña para ella un riesgo.
Y la no menos impresionante historia de Leire Navaridas, que abortó a los 26 años, y que la Fundación REDMADRE nos presenta en VIDEO para poder escuchar su testimonio de las secuelas de aquella decisión dramática a la que se vio abocada. Ahora tiene 35.
“Con el aborto te quitas una cosa que en ese momento no te venía bien, pero por dentro, estás rota. Ha sido el mayor error que he cometido en mi vida. Cuando fui a terapia salió todo el dolor infinito que sufría. Un chorro enorme de dolor y no puedes parar de llorar, pero lo errores están para aprender de ellos y se pueden superar”, expone Leire los vídeos.
“¿Qué se hace con eso que lo llaman residuo? He querido seguir el rastro de ese supuesto residuo que no es otra cosa que lo que iba a ser mi hijo o mi hija y no he sido capaz. Hay un absoluto secreto respecto a eso, lo cual me hace pensar primero en lo oscuro de ese mercado y por otro lado, estoy segura que hay un negocio detrás porque son materias primas, células madre con un valor incalculable”.
Cuando Leire oye hablar del derecho al aborto opina que “detrás de ese feminismo hay algo más turbio, y es un negocio lucrativo dirigido por hombres que no se ponen en lugar de la mujer, un feminismo equivocado”.