Por Carlos Llarandi Arroyo, Químico. Profesor de Ciencias. Greenwich School Madrid. Análisis de Sistemas Dinámicos. Nabucco Center.Spin-Off Universidad de Sevilla. Publicado en el Blog PBC Profesionales por el Bien Común, el 19 de Noviembre de 2017.
Uno de los éxitos más importantes y trágicos del sistema neocapitalista actual es la banalización del consumo masivo de pornografía en un porcentaje muy alto de la población, especialmente entre los jóvenes. En concreto España ocupa uno de los primeros lugares del mundo en el consumo de pornografía incluida la infantil. La adicción a la pornografía y por derivación a la prostitución es una de las formas actuales más importantes de alienación social y de control político.
En estos días estamos asistiendo al juicio de cinco jóvenes autodenominados «la manada» acusados de la violación de una chica de 18 años en las fiestas de San Fermín. Es muy injusto descargar sobre ellos la única y total responsabilidad de sus actos. El poder (económico, político, mediático y social) ha promocionado una cultura salvajemente egoísta, consumista, violenta y hedonista que ha banalizado la sexualidad hasta convertirla en un «producto» donde las personas son literalmente consumidas. El cinismo y la hipocresía de nuestra sociedad descarga sobre unos jóvenes animalizados una responsabilidad, que en lo fundamental, no les corresponde.
Actualmente la proliferación de medios digitales individualizados en gran parte de la población, incluidos los niños desde tempranas edades, permite el acceso masivo y gratuito a la pornografía. La trivialización del consumo de pornografía es toda una estrategia del capitalismo actual a nivel mundial para la degradación de la población especialmente de los más vulnerables. La tecnología actual permite un acceso directo, personalizado y permanente a la imaginación y a la conciencia de cada ser humano.
El actual sistema capitalista global trafica con millones de seres humanos para convertirlos en esclavos sexuales de otros seres humanos. Internet es literalmente un infierno donde la Internacional Negra ha sumergido a hombres, mujeres y niños y los ha convertido en carne de consumo. Nuestras ciudades son también lugares habituales de explotación sexual. Solo en la colonia «Marconi» en las cercanías de Madrid hay más de 400 prostitutas sometidas a las mafias y «consumidas» por muchos de nuestros jóvenes por apenas unos euros. La prostitución en España mueve más de 3.500 millones de euros. Se calcula que en nuestro país hay unas 100.000 prostitutas, el 80% mujeres inmigrantes empobrecidas.
Con la pornografía se degrada la sexualidad humana, una de las estructuras más importantes de solidaridad y generosidad del ser humano cuando está basada en el amor, la fidelidad y abierta a la vida.
Sin embargo el sistema capitalista sabe que su degradación produce daños muy graves en el ser humano. La investigación y los datos sugieren que el uso habitual de la pornografía, especialmente en Internet puede tener una variedad de efectos nocivos sobre los seres humanos de todas las edades y de ambos sexos, afectando a su felicidad, su productividad, sus relaciones recíprocas y su funcionamiento en la sociedad.[1]
La pornografía es «droga dura» ya que provoca una de la peores adicciones que para alimentase y satisfacerse genera una espiral que exige cada vez mayor violencia y degradación sembrando una culpabilidad autodestructiva. Es un arma de destrucción masiva de efectos muy devastadores y de larga duración ya que afecta especialmente al cerebro, a la fisiología individual, a la salud mental y moral, y como consecuencia a las relaciones humanas de todo tipo: familiares, matrimoniales, juveniles, sociales y por supuesto políticas porque convierte a unos seres humanos en carnaza de otros y a la mayoría en cómplices directos de un sistema inicuo de esclavitud.
¿Cómo se puede luchar por un mundo más justo, por una sociedad más solidaria siendo adicto a una de las fuentes más importantes de injusticia, explotación y degradación? El capitalismo no escatima esfuerzos en degradar la sexualidad humana porque con ello convierte a muchas personas en cómplices de sus propios crímenes. Hoy muchos de nuestros niños y jóvenes son auténticos adictos a la pornografía y a la prostitución. Esto no es casualidad. ¿Vamos a mirar a otro lado?
« Es un experimento humano inmoral y de envergadura, y es un misterio para mí por qué procede sin trabas»
Profesor Kalus Beier.
Director del Instituto de Sexología y Medicina Sexual. Hospital Charité, Berlín[2].
[1] M. Eberstand- M.Anne Lyden, The social Costs of Pornography. A Statement of Findings and Recomedantions. The Witherpoon Insitute. Nueva Jersey. 2010. Citado en Gabriele Kuby. La Revolución Sexual Global. La destrucción de la libertad en nombre la libertad. Didáskalos. 2017. Madrid.
[2] Ibid,. 223