Por. José Mª Montiu de Nuix, sacerdote, matemático, doctor en filosofía, socio de CiViCa
Algunos políticos han dicho que la ley de la eutanasia es un triunfo. Pero, se han olvidado de completar la frase: la ley de la eutanasia es un triunfo para el diablo. Pero, los tratos con el demonio terminan mal. También han dicho que esta ley garantiza un derecho, el derecho a la supresión de una vida humana. Pero, si el derecho es derecho a hacer tanto mal, ¡viva la tuberculosis!
Revolucionando el lenguaje, a la eutanasia la han llamado muerte digna. Como a asesinar al hijo no nacido se le llamó interrupción, cuál si se tratara de una inocente pausa. Lo que pasa es que, en tiempos revolucionarios, al mal se le llama bien, y viceversa. La cuestión es confundir a la gente. En cambio, a las que en Rusia han abortado les queda el remordimiento, pues saben lo que han hecho, ahí en eso el lenguaje no causa tanta confusión.
La eutanasia se ha presentado como libertad. Pero esta libertad no puede ser la verdadera libertad, bien, sino aquel uso demagógico y con engaño de la palabra libertad, uso tantas veces constatado en la historia, y que tan grandes males ha conllevado.
Se dice que estamos entre los primeros países que tienen una ley de eutanasia, olvidando que no estamos alineados con los países sobresalientes, sino con los otros. Es como enorgullecerse de estar entre los futbolistas que han marcado en propia puerta. Y si quieren presumir de muy de izquierdas, chocarán con que no pueden alinearse con Rusia, China, Venezuela,…
Poco inteligente es preferir la muerte al sufrimiento. Menos inteligente es aún preferir la eutanasia a los cuidados paliativos. Pero, lo que es poco inteligente no merece llamarse progreso. Mons. Paglia, Presidente de la Academia Pontificia para la Vida, ha afirmado que no se ha de favorecer el trabajo sucio (sporco) de la muerte, y que, debemos ser humanos, estar al lado del que sufre, no dejarlo en las manos de una deshumanización de la medicina o en manos de la industria de la eutanasia.
Ya Balmes dijo que, cuando en una nación se suprime la religión, aumenta el número de homicidios y el de suicidios. Es lo que está ocurriendo en España.
La ley de la eutanasia ha sido fruto no de la razón sino de la demagogia de las pasiones. La actual ley de la eutanasia es simple y llanamente violencia del Estado. ¿Por qué el Estado actúa violentamente? Ya dijo Balmes que “El poder es violento cuando es débil”. La actual ley de eutanasia manifiesta la debilidad del Estado español.
Años ha, volaron la catedral de Moscú. Había que substituirla por un mamotreto pro comunista, que no llegó a construirse. Quedó sólo un gran hueco; luego, piscina. Finalmente, las autoridades rusas determinaron se construyera una catedral idéntica a la que había habido. En fin, destejieron para volver a tejer. Espero también que la vergonzosa ley actual de la eutanasia sea derogada, se haya tejido para destejerse.