Editorial publicado en ForumLibertas.com el 29 de Abril de 2013
Con una infrecuente editorial en portada, El País se lanza a la guerra contra la vida y, además, se convierte en un ardiente defensor de la eugenesia prenatal. Ya lo dijo Peter Sloterdijk, la eugenesia es un asunto de progreso, de la izquierda, en sus declaraciones a un periódico de Buenos Aires.
Editorial publicado en ForumLibertas.com el 29 de Abril de 2013
Con una infrecuente editorial en portada, El País se lanza a la guerra contra la vida y, además, se convierte en un ardiente defensor de la eugenesia prenatal. Ya lo dijo Peter Sloterdijk, la eugenesia es un asunto de progreso, de la izquierda, en sus declaraciones a un periódico de Buenos Aires.
En su editorial, El País parte de la existencia del derecho de las mujeres a decidir libremente. Se trata de una información que manifiesta o bien ignorancia o bien mala fe, las dos cuestiones son graves tratándose de un periódico que pretende constituir una referencia, porque no existe tal derecho en el sistema jurídico español. Su confusión surge de que este criterio puede deducirse en alguna medida de la sentencia que en su momento dictó el Tribunal Supremo de Estados Unidos sobre esta materia. Pero hay una diferencia básica muy importante entre lo que dice el tribunal americano y lo que en su momento estableció el Tribunal Constitucional español. Hay que advertir que la sentencia de Estados Unidos es bastante anterior en años a la española, y su característica esencial es que afirma que no entra en el contenido de la naturaleza del feto, que era uno de los elementos que planteaba, porque considera que no está en condiciones de definirlo. Entonces sitúa el aborto en el ámbito de la intimidad de la mujer y en consecuencia lo deja a su libre decisión. Pero la sentencia española, que es como decimos posterior, sí asume esta cuestión, es decir establece un principio en relación al no nacido, entre otras razones porque los conocimientos genéticos en 1985 ya hacían discutible que el feto era un ser humano totalmente diferente de la madre. De ahí que lo declare un bien público protegido y que determine que en el aborto existe un conflicto entre este bien público y los derechos que pueda tener la madre, bien de naturaleza ética, por la violación, bien por el riesgo de su salud, bien porque el hijo pueda representar una sobrecarga insoportable debido a su malformación congénita. Es la actual legislación española y lo que defiende El País lo que no se ajusta a la jurisprudencia española, y todo lo que sea negar esta evidencia es pasarse el Derecho por el forro.
Hay otra cuestión que es importante y que afecta tanto a España como a otros países. El periódico madrileño afirma que la ley establece un límite de 14 semanas. Así es, pero la pregunta es evidente: ¿por qué 14 semanas? Cuando se observa, precisamente como dice aquel periódico, la legislación de nuestro entorno se observa la más absoluta disparidad, desde las 24 semanas de la holandesa hasta los periodos inferiores que establece la legislación italiana o portuguesa. ¿Por qué es delito en un país a las 8 semanas, otro a las 12, otro a las 14 y otros a las 24? Esto demuestra lo absurdo de la fijación. No hay ninguna razón particular para decir que el feto de un determinado número de semanas tiene menos derecho que el otro. Estamos ante una clara aberración jurídica fruto de la más sectaria de las ideologías porque afecta contra la vida humana.
Tampoco es exacto que los países del entorno se guíen por este criterio de términos. Un país como el Reino Unido tiene una legislación como la que ahora critica con tanta desmesura El País, como la que se tenía en 1985, es decir una legislación de supuestos. Y ya que le gusta tanto el derecho comparado, ¿por qué es tan malo lo que desde siempre aplica el Reino Unido?, ¿no ponen siempre como ejemplo que las mujeres van a abortar a Londres? Pues en Londres tienen una ley como la que ahora impulsa el Gobierno español. Lo que pasa es que es falso que las mujeres fueran en masa a abortar a Londres, y esto ya lo hemos explicado en alguna ocasión, datos en mano, en ForumLibertas.
También dice que con la actual ley los abortos no han crecido. Esto no es exacto, han continuado creciendo, solo hace falta observar los datos de 2011. Pero les queremos recordar que la cifra en términos absolutos en un país donde la natalidad está en regresión como es España no es un indicador suficiente. Seguramente, con el paso de los años, las cifras disminuirán, pero lo harán porque habrá menos mujeres en edad fértil a causa del sobreenvejecimiento acelerado que registra la población en España. Una vez más, El País demuestra que son unos simples trileros revestidos con un oropel de pretendido progreso.
España es el país de Europa donde el aborto ha crecido más rápidamente en los últimos años en relación al número de mujeres en edad fértil y al número de nacimientos. Al mismo tiempo, no debe pasarse por alto -y alguna autoridad lo debería explicar y algún periódico investigar- cómo es posible que los abortos sigan creciendo a pesar de la distribución masiva de la píldora 'del día después' y de la píldora abortiva RU-486. Si estos medicamentos son eficaces y se distribuyen por decenas de miles cada año, ¿cómo es posible que no se reduzcan los abortos en España? Otro factor que siempre se esquiva es que los datos de las estadísticas sobre el aborto, a pesar de que los publiquen las administraciones públicas, en realidad quienes los proporcionan sin ningún tipo de control son las clínicas abortistas. Ellas tienen la llave de la cifra total de abortos y de los meses de gestación en que estos se realizan. Esto es algo que la nueva ley debería resolver.
El País, al que le gustan las frases grandilocuentes tipo liberal siglo XIX castiga al Gobierno acusándolo de "razones inconfesables para establecer la ley". Por lo visto, no le entra en la cabeza que la defensa de la vida puede ser una buena razón, y lo atribuye, una vez más la visión trágica de la vida, al "chantaje de la Iglesia católica". Vamos a ver, que los católicos son uno de los grandes baluartes en la defensa de los derechos del que ha de nacer, esto es una evidencia. Si proclamar los principios es un chantaje, entonces aquí todo el mundo que los tenga, que cada vez son menos, debería permanecer callado. Esto es lo que les gustaría a todos aquellos que viven precisamente sin principios.
No contentos con el editorial, hay una larga entrevista a Ruiz Gallardón donde los periodistas José Manuel Romero y Vera Gutiérrez Calvo insisten, una y otra vez, en preguntar cuestionando por qué la nueva ley va a restringir o a limitar la posibilidad de abortar por malformación del feto. Y como hacen sus jefes en el editorial, también aquí los periodistas tergiversan los hechos, porque dicen que la sentencia del Constitucional, que dictó en su momento, afirma que el "supuesto de malformación fetal es constitucional". No es esto exactamente lo que dice la sentencia y el matiz es decisivo porque lo cambia todo. Lo que recuerda el Tribunal Constitucional, y ha pasado más de un cuarto de siglo, es que en la medida en que la sociedad del bienestar avance cada vez tendrá mayores posibilidades de acoger a aquellos que nacen con malformaciones sin que ello signifique una sobrecarga insostenible para su familia, porque ésta es la única razón que lo justifica. El Tribunal Constitucional no hace ningún razonamiento eugenésico. Pues bien, el estado del bienestar que existía en 1985 era prácticamente nada en comparación con el actual, recortes incluidos. Vale la pena en esta sentido recordar que con las disminuciones de las prestaciones sociales hemos retrocedido al 2007, al 2006 o al 2005, depende de la comunidad autónoma y del capítulo presupuestario de que se trate. En ese sentido, en el peor de los casos, nuestro sistema de bienestar ha mejorado en el transcurso de los últimos 30 años y esto es un argumento adicional para evitar el aborto eugenésico.
Es una vergüenza, para ellos, que El País se dedique en cuestiones tan decisivas a manipular la realidad e intentar intoxicar a las personas. Es una manifestación de un periodismo ruin y además de escasa calidad.