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Por José Luis Velayos (Catedrático de Anatomía, Embriología y Neuroanatomía, Profesor Extraordinario de la Universidad CEU-San Pablo – Miembro de CíViCa).

Los dos sexos hacen referencia a dos formas de ser, con similitudes y diferencias, que se expresan corporalmente (y por tanto, neuralmente). Ambas formas de ser son comunes con los animales, que, a diferencia con los seres humanos, siguen obligadamente lo que les indican las necesidades instintivas. La gran diferencia es la libertad de que dispone el ser humano, con limitaciones, pero libertad al fin y al cabo.

No es lo mismo identidad sexual (varón o mujer) que orientación sexual (heterosexualidad, homosexualidad, bisexualidad). Esta, aun teniendo una base biológica, es configurada por la educación, la cultura, las experiencias propias, entre otros factores. Según las estadísticas, la mayoría de las personas son heterosexuales; cosa distinta es la conducta sexual, relativa al modo en que el ser humano conduce su sexualidad.

Las influencias hormonales durante el desarrollo cerebral prenatal tardío y postnatal temprano determinan la huella sexual del cerebro. Probablemente, la presencia o ausencia de testosterona durante la segunda mitad del desarrollo intraútero moldea el cerebro en un sentido o en otro. Los estrógenos intervienen en la masculinización de algunas áreas cerebrales. Biológicamente, el cerebro es sexuado, con independencia de las ideas, la conducta, las costumbres, la educación, los hábitos del ser humano concreto.

Los fenómenos de la diferenciación genital se producen durante el desarrollo embriofetal, y son distintos que los de cerebro, e independientes unos de otros. Diferenciación que no está sujeta estrictamente a influencias hormonales. Por eso, se piensa que la identidad transgénero, en el transexual, resulta de un desajuste entre el desarrollo cerebral específico del género y el desarrollo del cuerpo y de los genitales. Esto explica que el  aparato genital corresponde a su sexo cromosómico, aunque se sienta del otro sexo.

En cuanto a la condición transexual, ¿existen diferencias en el cerebro de un hombre que se siente mujer, o en el de una mujer que se siente hombre? Guillamón y cols., en un estudio publicado en Cerebral Cortex (2012) afirman que el grosor de la corteza cerebral de los varones que se sienten mujeres es diferente al del resto de hombres (que por lo general tienen la corteza más delgada) y se parece más a la de las mujeres; y en el caso de mujeres que se sienten hombres, no hay diferencias con respecto a lo que corresponde a su sexo biológico. Guillamón piensa que puede ser debido a una asimetría en el efecto de las hormonas sexuales masculinas durante el desarrollo embrionario.

Por otra parte, el patrón de conectividad neural es diferente en el transexual. El conectoma (el conjunto de conexiones neurales) del transexual es diferente que el del heterosexual. Son hallazgos realizados en base a técnicas de resonancia magnética por imágenes de tensor de difusión.

Generalmente, el transexual, con el tiempo, se hace homosexual. La homosexualidad es una condición difícilmente justificable en el plano biológico, ya que lo sexual está en la Naturaleza como algo ligado estrechamente a la reproducción. Por eso, la homosexualidad no es frecuente, debido a que la finalidad de ésta no es reproductiva. Por otra parte, un varón homosexual, cerebralmente, pone en marcha en su conducta mecanismos neurales masculinos, aunque se siente y actúe como persona femenina. Y algo similar puede decirse de la mujer lesbiana. La Naturaleza actúa dentro de sus parámetros.

La Naturaleza “ordena” que el sexo esté orientado a la perpetuación de la especie, es decir, a la reproducción, tanto en el animal como en el hombre. Podría decirse que éste es el “imperativo sexual”.