Por Nicolás Jouve, Catedrático Emérito de Genética, Preidente de CíViCa. Resumen de la ponencia presentada en el Congreso de la Federación de Asociaciones Provida en Madrid, el 16 de Octubre de 2015
Las células madre -más apropiadamente llamadas troncales (=stem cells)- son células que aun no están diferenciadas, pero que tienen la capacidad de dividirse ilimitadamente y derivar hacia diversos tipos de especialidades. Su interés clínico consiste en cultivarlas en el laboratorio y obtener una masa de células suficiente para, tras dirigir su especialización, repoblar tejidos deteriorados y curar así las llamadas enfermedades degenerativas (diabetes, cardiomiopatías, degeneración de la retina, atrofia medular, atrofia muscular, cáncer, etc.)
Por Nicolás Jouve, Catedrático Emérito de Genética, Preidente de CíViCa. Resumen de la ponencia presentada en el Congreso de la Federación de Asociaciones Provida en Madrid, el 16 de Octubre de 2015
Las células madre -más apropiadamente llamadas troncales (=stem cells)- son células que aun no están diferenciadas, pero que tienen la capacidad de dividirse ilimitadamente y derivar hacia diversos tipos de especialidades. Su interés clínico consiste en cultivarlas en el laboratorio y obtener una masa de células suficiente para, tras dirigir su especialización, repoblar tejidos deteriorados y curar así las llamadas enfermedades degenerativas (diabetes, cardiomiopatías, degeneración de la retina, atrofia medular, atrofia muscular, cáncer, etc.)
El tema de la ponencia tiene bastante que ver con el lema del Congreso de la Federación Española de Asociaciones Provida de este año: “La vida es una carrera de fondo”. La investigación con células madre desde que surgió a finales del siglo XX, con la utilización de los embriones humanos ha sido como una carrera en la que han competido varías opciones. A las de procedencia embrionaria (1998), se añadieron pronto las células madre adultas (1999), que se obtienen mediante biopsia de la base de muchos tejidos de individuos adultos (sangre, médula ósea, pulpa dentaria, músculo, etc,) y las células pluripotentes inducidas o iPS (2006), procedentes de células somáticas diferenciadas (piel, fibroblastos, etc.) en las por métodos genéticos se induce su pérdida de especialidad hasta convertirlas en células madre pluripotentes, con propiedades de cultivo y capacidad de conversión en una amplia gama de tipos de especialidades celulares.
Hay que tener en cuenta que la utilización de los embriones “sobrantes” procedentes de las técnicas de fecundación “in vitro”, supone la destrucción de embriones. Esto planteó desde el inicio un gran debate bioético ya que un embrión humano es una vida humana en el inicio de su desarrollo. La vida humana da comienzo en el momento de la fecundación, que es cuando se constituye la «identidad genética» del ser humano. Dado que la vida humana es un fin en sí mismo es incongruente, desde la perspectiva deontológica médica, la destrucción de vidas humanas aunque con ello se persiga la curación de otras personas. Pero además hoy se ha demostrado que es innecesario.
Tras el ímpetu con que empezaron las investigaciones con células madre de origen embrionario, las opciones que están “ganado la carrera”, por su mayor interés en aplicaciones clínicas son las otras dos: las «células madre adultas» con 5040 investigaciones registradas en todo el mundo en la actualidad y las recientes iPS, procedentes de la llamada tecnología de la «reprogramación celular», con 47 investigaciones en el momento presente tras aprobarse en Japón el primer ensayo clínico en 2013. Entretanto, las células madre embrionarias han pasado a tercer lugar con tan solo 37 estudios (datos de 10 de octubre de 2015 en la Web mundial de ensayos clínicos http://clinicaltrials.gov). Mientras que con células madre embrionarias no ha habido resultados, a pesar de las millonarias inversiones e intereses de patentes, las procedentes de tejidos adultos y las de reprogramación suponen un conjunto de investigaciones de gran esperanza para la curación de más de 70 enfermedades degenerativas diferentes.
Naturalmente este cambio en el panorama de la investigación biomédica con células madre obedece a razones tanto técnicas como éticas. Además de las razones éticas, las células de origen embrionario plantean problemas por su excesiva capacidad de proliferación (formación de tumores) y de rechazo inmunológico por las diferencias en los genes de histocompatibilidad con el paciente al que se desean destinar. Estos problemas no se plantean ni con las células madre adultas ni con las iPS, que pueden proceder del propio paciente. Pero sobre todo, quedan soslayados los inconvenientes éticos al no tener que destruir embriones.
La Fundación Nobel otorgó el Premio Nobel de Medicina de 2012 a los doctores John Gurdon (Inglaterra) y Shinya Yamanaka (Japón), respectivamente por «su descubrimiento en los años sesenta de que la especialización de las células es reversible» y por «descubrir, 40 años después, cómo células maduras intactas podían ser reprogramadas para convertirse en células madre». El Dr. Yamanaka ha manifestado en diversas ocasiones que en su investigación había una intención de evitar la utilización y destrucción de los embriones humanos. Además, el uso de estas células, al proceder de los propios pacientes permite estudiar mecanismos moleculares de la enfermedad e identificar nuevas terapias y tratamientos farmacológicos en el laboratorio dando paso así a una medicina personalizada.