Andrea: «muerte dulce» que duele

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Convertir la muerte en vida
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Por José Manuel Belmonte (Dr. en Ciencias Humanas por la Universidad de Estrasburgo, miembro de CiViCa)

He vivido algún tiempo al lado de una persona con una enfermedad degenerativa incapacitante, que ha sido alimentada directamente al estómago, por no ser capaz  de tragar o con peligro de ahogarse. 

A esa persona le descubrieron la enfermedad, a los veintiséis años. Ya nos ha dejado. Vivió con cuidados y cariño otros 30 años más. Murió en brazos de su mujer. Quiero decir, que sé lo que es. No hablo de oídas y cuento a los lectores hechos reales.

Por José Manuel Belmonte (Dr. en Ciencias Humanas por la Universidad de Estrasburgo, miembro de CiViCa)

He vivido algún tiempo al lado de una persona con una enfermedad degenerativa incapacitante, que ha sido alimentada directamente al estómago, por no ser capaz  de tragar o con peligro de ahogarse. 

A esa persona le descubrieron la enfermedad, a los veintiséis años. Ya nos ha dejado. Vivió con cuidados y cariño otros 30 años más. Murió en brazos de su mujer. Quiero decir, que sé lo que es. No hablo de oídas y cuento a los lectores hechos reales.

¿ Sabrás que es doloroso ver a una persona así?

Evidentemente, tanto para el paciente, como para su familia, para los médicos y para sus amigos, no es precisamente lo ideal, pero…tampoco una tragedia. Mi amigo, no mejoró en ningún momento. Lenta pero paulatinamente fue empeorando y agravándose. La sociedad, la familia y él mismo tuvieron que hacer sacrificios. Se asumieron.

¿Por qué no le evitaron ese sufrimiento?

Porque aunque no se podía valer por sí mismo, era un ser querido, muy querido; porque todos alguna vez somos dependientes de otros; porque para evitar todos los sufrimientos tendríamos que eliminar -antes o después- a gran parte de la Humanidad; porque toda vida tiene un valor y entraña una lección para las personas y cuidadores del entorno familiar y social; porque el brillo de sus ojos mostraba agradecimiento por las atenciones que recibía cuando las recibía. Porque si se le quitaba la vida se estaría abriendo la puerta  al maltrato, al acoso, a los abusos, a la ley del más fuerte, a todo tipo de injusticias.

Pero siendo eso verdad, ¿no se puede evitar el sufrimiento?

Sí. Siempre. Al menos hay que intentarlo. Pero nadie es perfecto. La persona, toda persona, tiene una dignidad, esté sana o enferma. Y la dignidad es el fundamento de todos los derechos humanos, de los cuales, el derecho a la vida es el primero. Y está recogido en la Declaración Universal y en la mayoría de las constituciones. No es de extrañar, además, que como reacción a las atrocidades cometidas durante el régimen nazi, la Constitución alemana de 1949, establece en su artículo 1° que: «La dignidad humana es intangible. Los poderes públicos tienen el deber de respetarla y protegerla». Es decir, que hay que acabar con el sufrimiento, no con la persona.

¿Lo dices por lo de Andrea, la niña de 12 años que padece una enfermedad degenerativa irreversible para la que sus padres han pedido que se provoque la muerte?

Lo digo porque es verdad, porque he firmado que "no provoquen la muerte de Andrea" y porque me sale del alma.  Porque la dignidad se ha perdido y ni siquiera cotiza en bolsa. Porque la capacidad de justificación de la sociedad, en los medios de comunicación y las personas, es infinita. Porque últimamente todo vale, hasta las mayores aberraciones, sin el menor escrúpulo. Porque, como nos recuerdan las noticias cada día, "somos capaces de vender a nuestra madre", acabar con los hijos de la forma más miserable (José Bretón y otros más recientes), o como las madres anónimas que acaban con sus hijos en la clínica abortista, y los machistas que terminan con su pareja sin que nadie ponga fin a esa locura. Porque no puede haber paz sin respeto a la vida. Y no puede haber respeto a la vida sin conciencia. "Es un crimen quitar la vida a otro para que tú puedas vivir como lo deseas",  dijo T. Calcuta.

 Perdón, pero una enfermedad no es lo mismo.

No, ¡claro que no!  Estoy afirmando que eso se hace en seres sanos, jóvenes, saludables, con una vida por delante.  Si se acaba con ellos, si se está acabando con ellos, si nos televisan el espectáculo de las reconstrucciones y los juicios, en "prime time" durante meses, mientras desayunamos, comemos o cenamos,  si todo vale, para conseguir audiencia, dinero o prestigio, ¿dónde están el respeto y la educación? ¿Dónde está la conciencia? ¡Se perdió el sentimiento de culpa, el honor y la dignidad! Parece que la vida hoy no vale nada.

Siempre quedará la justicia, ¿no?

Sí, pero no.  Si no se tiene conciencia, no hay cambio. No podemos pretender que un juez nos diga siempre lo que está bien o lo que está mal. Para eso tenemos la conciencia, la familia y la educación. Así no se crece, ni progresa. Se está utilizando  el caso  de Andrea, para imponer el negocio de la eutanasia en España. Si se hubiera querido, se habría dado a esa niña en adopción, pero se busca lo que se busca. ¿Por qué se manipula y se engaña a la gente? Prefieren matarla de hambre y sed a decir la verdad. Como dicen Polonia Castellanos y los abogados cristianos "Lo llaman eutanasia, pero no lo es: Andrea no necesita de ninguna máquina para sobrevivir. Respira bien y sus órganos funcionan. Sólo la alimentan directamente al estómago (procedimiento común llamado gastrostomía) como se hace a miles de enfermos en España… Ahora Andrea no está sufriendo: así lo dijeron los informes médicos y los pediatras del hospital. Tampoco está habiendo “ensañamiento terapéutico” con la pequeña". 

Es posible, que no haya una unidad de cuidados paliativos pediátricos, y ni la niña ni los padres hayan sido ayudados.

Cuidados paliativos creo que hay en todos los hospitales, aunque es posible que  esa unidad especial de cuidados pediátricos puede ser que solo exista en Madrid, Barcelona, Baleares y Canarias. Pero creo que la niña estaba perfectamente atendida. Espero que no se esté utilizando a la niña para  forzar la implantación de esa mejora.

No estoy criticando la actitud de los padres, aunque reconozco que  se podía haber trabajado antes con ellos, además de atender a la niña. Los medios presionan pero no ayudan para una decisión serena. Desde el momento que el caso pasó a las televisiones y a las Redes Sociales, afirmé que la vida de esta niña estaba vendida. Va a morir de hambre y sed,  "para que no sufra" (dicen).  Eso sí que es hipocresía y crueldad, porque aunque físicamente no sienta dolor, es hacerla sufrir en lo más profundo de ella misma, en su dignidad. Es quitársela de el medio.

¿Sabes que "Dignidad" es una obra de teatro que se está representando en el teatro Luchana de Madrid?

Sí, lo sabía. Pero esa obra solo es una FARSA política, un juego que termina afirmando que en la dignidad solo hay una ley y, la hace quien gana.  Lo que sucede realmente. Esa es la ética, de este país y de otros.  Para mí el DRAMA de la Dignidad, está en la calle, en la sociedad, en la conciencia. Es una cuestión de principios, de valores, no de política. Dejar de mantener una norma de conducta, es rendirse. No es una cuestión de dinero, sino de amor. Claudicar del amor y dejar que sea el juez quien decida sobre la alimentación de un hijo o de un padre, existiendo unos cuidados paliativos, es entrar en la espiral de la "indignidad". Matar a un ser humano, de hambre y sed, o "sedarlo" para acabar con él no es que sea "una pena" o que "dé pena" como alguno dice, es, una "indignidad".  Si la conciencia no basta, tendrán que responder ante los tribunales(Artículos 195.1 y 142 del Código Penal). No se puede invocar a la justicia para algo y no para que juzgue las consecuencias de sus decisiones.

Como decía al principio, hay personas mayores o con una enfermedad degenerativa, que si no les dieran de comer o beber se habrían muerto hace tiempo. La gastrostomía es una forma de alimentación, "no un ensañamiento". ¿Quién no ha sido alimentado en el hospital o en casa con el llamado "gota a gota"? ¿Era ensañamiento? ¿Habría que haberlo desconectado?

Si los médicos retiran la sonda que alimenta a la pequeña Andrea, además de incumplir el artículo 36.3 del código de deontología médica, estarían cometiendo un grave delito penal. ¡Y si lo han hecho, que la ley se aplique!  Mantener -como dicen- una hidratación mínima para permitir la sedación es prolongar el desenlace. Pero éste se busca y llegará.

Si algo así se hiciera públicamente con un perro, la Ley de protección animal, sería muy severa. Creo recordar, (está en la prensa), que su propio hermano le denunció ante la policía nacional Palma de Mallorca. El hermano denunciado fue condenado por maltrato animal. El animal falleció en Son Reus después de cuatro días. El juicio y la sentencia se publicó el 29 de mayo de 2015.  Los amantes de los animales habían apostado por una reforma en materia penal, que tutelara de forma efectiva los derechos de los animales que son maltratados. Se le impuso un año de prisión  por "dejar morir a su perro de hambre y mantenerlo en condiciones pésimas".  Pero, claro, era un perro y no una niña de 12 años, indefensa, con toda la dignidad de un ser humano.

Es posible que muera de hambre o sed, pero no sufrirá.

Andrea no va a morir de hambre ni de sed, sino por sedación  o sedación final. A eso le llaman "una muerte dulce" o "una muerte digna". Es lo que están vendiendo, aquí y en muchos países. Según he leído en Internet: "una vez que se aplica sedación irreversible, es decir, para morir, el paciente no siente ni hambre ni sed, es a nivel sensitivo del paciente como si ya hubiera muerto, no hay padecimiento por inanición ni sed en absoluto".  ¿Más claro?  Como dice el refrán: "muerto el perro se acabó la rabia".

Ya ha habido precedentes, como Terri Schievo, Ramón Sampedro o Inmaculada Echevarría.    

Cierto, cierto. Están ahí. No se pueden negar. He escuchado  en dos ocasiones la charla del Dr. Montes,(al que muchos llaman Dr. Muerte) sobre el Derecho a Morir Dignamente. Y afirmo, que todos tenemos derecho a morir dignamente. Dicho lo cual me niego a admitir, que la eutanasia, el suicidio asistido, la sedación irregular y la sedación final, sean las únicas "muertes dignas", lo diga quien lo diga, aquí o en cualquier parte del mundo. Como dice el prestigioso catedrático N. Jouve:"debe considerarse eutanasia todo lo que suponga una acción voluntaria para acabar con la vida del paciente, lo que se determina por la intención y el resultado".

Reconozco que :"en casos de un ser humano aquejado de una enfermedad incurable, se pone a prueba el aguante, la sensibilidad y la ética social de todos, el paciente, sus parientes, los médicos que lo tratan y la sociedad en su conjunto"( Aclarando conceptos ante un posible caso de eutanasia, N. Jouve). Ponerlo a prueba, es dar ocasión para que se demuestre.

Y termino. Para Andrea, mi afecto y mi recuerdo. El mundo tendrá menos luz sin el brillo de sus ojos y menos calor sin su latido. Me gustaría ponerme en su lugar y en el de tantos niños que llegan cargados de vida y no sobreviven a los 9 meses de embarazo o de la infancia. Ser niño o niña, desde la concepción, es un periodo de total indefensión y de estar totalmente a merced de los demás. Más que nunca en la historia de la humanidad, la niñez es desamparo. Solo tienen su total ternura, su total esperanza de que dentro de su madre o después, hasta la mayoría de edad, algo no se tuerza y puedan alcanzar el sueño de vivir independientes y libres, alegres y rodeados de gestos afables y de aprecio.

Tal vez nos hacemos mayores y crecemos a nuestro pesar; pero nos hacemos viejos cuando pensamos que tenemos más derechos que los niños y podemos decidir sobre su vida.

La noticia:

Es viernes 9 de octubre de 2015. Acaban de anunciar: "La niña, de 12 años, ha fallecido después de que el lunes el centro hospitalario accediese a retirar la alimentación artificial como pedían sus padres para que tuviera una muerte digna" (EM).

BELMONTE
BELMONTE
Dr. en Ciencias Humanas por la Universidad de Estrasburgo, miembro de CíViCa