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Por Nicolás Jouve, Catedrático de Genética de la Universidad de Alcalá, Presidente de CíViCa – Publicado en Opinión, Sala Vip de La Gaceta el 6 de Septiembre de 2012
 
La vida empieza con la concepción y el cigoto es la primera manifestación corporal del ser humano.
 
En 1865 Abraham Lincoln proclamó el acta de emancipación de los esclavos en EE UU. Poco después, la Sociedad Abolicionista Española consiguió que las Cortes de España aprobaran una ley que abolía la esclavitud en las colonias de Puerto Rico y Cuba, y España dejó de ser el único país europeo que mantenía la esclavitud.
 
A la esclavitud la sucedió el racismo y hasta bien entrado el siglo XX se extendió en los EE UU un pensamiento eugenésico, bajo la pretensión de una fundamentación genética inexistente, que se tradujo en la idea de “iguales, pero separados” y la exclusión de los negros de la vida pública.
 

Por Nicolás Jouve, Catedrático de Genética de la Universidad de Alcalá, Presidente de CíViCa – Publicado en Opinión, Sala Vip de La Gaceta el 6 de Septiembre de 2012
 
La vida empieza con la concepción y el cigoto es la primera manifestación corporal del ser humano.
 
En 1865 Abraham Lincoln proclamó el acta de emancipación de los esclavos en EE UU. Poco después, la Sociedad Abolicionista Española consiguió que las Cortes de España aprobaran una ley que abolía la esclavitud en las colonias de Puerto Rico y Cuba, y España dejó de ser el único país europeo que mantenía la esclavitud.
 
A la esclavitud la sucedió el racismo y hasta bien entrado el siglo XX se extendió en los EE UU un pensamiento eugenésico, bajo la pretensión de una fundamentación genética inexistente, que se tradujo en la idea de “iguales, pero separados” y la exclusión de los negros de la vida pública.
 
Hubieron de pasar varias décadas hasta que Martin Luther King, a base de una lucha pacífica por la libertad, consiguiera el reconocimiento de los derechos de los negros en EE UU. Una historia similar tendría lugar en Sudáfrica hasta hace tan sólo unas décadas. El racismo tuvo su brote más violento en Europa con los episodios de la llamada “higiene racial” y del nazismo, en la Alemania de los años treinta.
 
Un avance importante lo supuso la Declaración de los Derechos Humanos de la ONU de 1948, en cuyo artículo 3 se señalaba que “todo individuo tiene derecho a la vida, la libertad y la seguridad de su persona”, que la Unesco ratificó al promulgar, en 1978, la igualdad fundamental de todos los seres humanos como el ideal al que la ética y la ciencia deben tender.
 
Hace cinco años, la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó una resolución histórica a favor de un mundo sin pena de muerte. Ciento cuatro países votaron a favor, 52 en contra y 29 se abstuvieron. Fue sin duda un gran paso a favor de algo que debe considerarse como una conquista de la humanidad, el “derecho a vivir”. Finalmente la ONU ha proclamado el Día Mundial contra la Pena de Muerte, que este año se celebra el domingo 7 de octubre. En realidad, el derecho a la vida es el primero de todos los derechos, dado que supone reconocer la dignidad especial de cada persona, un atributo inherente a su propia naturaleza humana. 
 
Sin embargo, la sociedad parece abocada a caer una y otra vez en los mismos errores. Actualmente casi dos tercios de la población mundial vive en países cuya legislación permite el aborto por diversas causas, habiendo llegado incluso a convertirlo en un derecho de la mujer, como ha ocurrido recientemente en España. Pero la realidad es que el aborto es otro acto cruel contra la vida humana. La ciencia ha demostrado que la vida empieza con la concepción y que el cigoto es la primera manifestación corporal del ser humano que se inicia al constituirse la identidad genética, propia y singular a la que corresponden las características orgánicas de la especie. Conviene recordar que en octubre de 2009, el Comité de Bioética de España reconocía que “el desarrollo embrionario y fetal puede considerarse un proceso en continuidad (un continuum, en palabras del Tribunal Constitucional) desde la fusión de los pronúcleos del espermatozoide y del óvulo hasta el parto. Desde esta perspectiva, su vida biológica puede identificarse en todo momento como una vida humana”. No querer reconocer esta verdad, fruto del conocimiento científico, sólo puede deberse a razones ideológicas, pues sabido es que la ideología empieza donde se acaba el conocimiento. 
 
Si fenómenos tan inhumanos como la esclavitud, el racismo, la eugenesia social, el nazismo o la pena de muerte han sido felizmente superados o están a punto de desaparecer, es necesario acabar de igual modo con el más inhumano de todos, el aborto, que condena a muerte al ser humano más inocente, frágil e indefenso. 
 
Por ello, es oportuna la celebración el próximo 7 de octubre, en Madrid y en toda España, de la tercera Marcha Internacional por la Vida. Se trata de pedir al Gobierno que apruebe una legislación para la protección de la maternidad y la vida. El derecho a vivir frente al derecho al aborto. Se trata de pedir por la desaparición total del aborto, la modalidad más cruel de pena de muerte.

Nicolás Jouve de la Barreda
Nicolás Jouve de la Barreda
Catedrático Emérito de Genética de la Universidad de Alcalá. Presidente de CiViCa.