El Gobierno ha planteado la reforma de la regulación del aborto de una extraña manera. La ministra de Igualdad ha nombrado una comisión, naturalmente afín a sus posiciones, para estudiarla. Y ha añadido dos cosas: que no tiene una posición predeterminada y que aceptará el dictamen de la comisión. No tiene una posición, pero sí entiende que hay que reformar la ley y sabe también quiénes son los expertos adecuados. Suponemos, además, que algo tendrá que decir el Parlamento, pero eso parece bien atado…