Entrevista a Gustavo Bueno, Filósofo. Fue catedrático de Fundamentos de Filosofía e Historia de los Sistemas Filosóficos de la Universidad de Oviedo. Por Fernando de Haro, publicado en Páginas Digital el 31 de Enero de 2014
Gustavo Bueno es el padre del “materialismo filosófico”. Pensador independiente, se sigue definiendo marxista y tomista al mismo tiempo. También ateo. Asegura que defender el aborto es consecuencia de un cúmulo de errores. Nunca puede ser un derecho porque nadie es propietario de sí mismo ni del embrión.
En su libro El fundamentalismo democrático criticó eso de presentar el aborto como una cuestión de izquierda, ¿por qué a usted el aborto no le parece una cuestión de izquierda?
Ni de izquierda ni de derecha. Aquí la confusión está en el aspecto biológico, ético y político, que son cosas distintas. El aspecto biológico es más objetivo, y el ético también. El político es mucho más cambiante porque sencillamente en la política hay opiniones distintas sobre el aborto. Realmente no tiene sentido plantear el asunto políticamente, salvo cuando la política está subordinada a otros principios que ya son extrapolíticos. Por ejemplo, cuando se dice que el aborto es un derecho de la mujer.
Entrevista a Gustavo Bueno, Filósofo. Fue catedrático de Fundamentos de Filosofía e Historia de los Sistemas Filosóficos de la Universidad de Oviedo. Por Fernando de Haro, publicado en Páginas Digital el 31 de Enero de 2014
Gustavo Bueno es el padre del “materialismo filosófico”. Pensador independiente, se sigue definiendo marxista y tomista al mismo tiempo. También ateo. Asegura que defender el aborto es consecuencia de un cúmulo de errores. Nunca puede ser un derecho porque nadie es propietario de sí mismo ni del embrión.
En su libro El fundamentalismo democrático criticó eso de presentar el aborto como una cuestión de izquierda, ¿por qué a usted el aborto no le parece una cuestión de izquierda?
Ni de izquierda ni de derecha. Aquí la confusión está en el aspecto biológico, ético y político, que son cosas distintas. El aspecto biológico es más objetivo, y el ético también. El político es mucho más cambiante porque sencillamente en la política hay opiniones distintas sobre el aborto. Realmente no tiene sentido plantear el asunto políticamente, salvo cuando la política está subordinada a otros principios que ya son extrapolíticos. Por ejemplo, cuando se dice que el aborto es un derecho de la mujer.
¿A usted qué le parece esa afirmación?
Un sinsentido. Porque no es un derecho de la mujer. Lo llaman derecho humano. ¿Cuáles son los principios de los derechos humanos? Decir que es un derecho es sencillamente un modo puramente metafórico de equiparar el aborto, por ejemplo, al derecho que un ciudadano pueda tener a comer, o a respirar… Son cosas totalmente distintas. El aborto suele fundarse en la soberanía del propio cuerpo que tiene una mujer.
Se plantea así como una cuestión relativa a la libertad.
Se plantea una serie de cuestiones metafísicas que no tienen sentido. Se demuestra una falta de análisis total. Por ejemplo, la mujer tiene derecho a su propio cuerpo, y por tanto a lo que en él se contiene, porque es propietaria de su cuerpo, y además propietaria soberana, ella decide porque tiene la libertad de hacerlo… etcétera. Razonar así supone admitir una inmensa cantidad de confusiones.
¿Cuál es el error de ese planteamiento? Póngame un ejemplo de esas confusiones
Por ejemplo, la propiedad. Decir que es propiedad mía lo que está en mi cuerpo es sencillamente decir que son propiedad mía mis pulmones y también el embrión. La propiedad se refiere a cosas exteriores al cuerpo.
¿Es un concepto burgués de propiedad?
No, ni burgués ni nada. Es un concepto de propiedad completamente mal interpretado. Porque yo tengo propiedad sobre un automóvil, sobre un terreno, … pero yo no soy propiedad, salvo que sea esclavo, claro. Si soy esclavo de otro, soy parte de la propiedad de otro, pero si no eres esclavo la idea de propiedad no se aplica al sujeto de la propiedad. El sujeto de la propiedad tiene propiedad sobre cosas que están fuera del sujeto.
O sea, que no se puede tener propiedad sobre la propia persona, o sobre la persona de otro.
Claro. Sobre todo cuando al embrión que lleva la mujer se le compara a veces con una verruga o con un grano. Eso ya es intolerable, porque esa “verruga” tiene también un padre. Por consiguiente, no es de la mujer. Se ve clarísimamente cuando en la cuestión del aborto interfiere el derecho de propiedad o de herencia. Cuando se discute en ciertas jerarquías sociales donde hay herencias, desde la herencia política hasta la monarquía, por ejemplo, donde el aborto es esencial.
Usted afirma esto declarándose materialista.
Materialista en el sentido filosófico. Cuando hablamos de materialismo filosófico queremos decir precisamente –lo que pasa es que la gente no se entera– que no somos materialistas corporeístas, en el sentido de que sólo existen los cuerpos. Eso es lo que llamamos nosotros materialismo grosero.
¿Y sigue usted declarándose marxista y ateo?
Yo soy marxista, lo he dicho muchas veces, como soy tomista o aristotélico. El marxismo es una doctrina muy importante que naturalmente hay que tenerla en cuenta. Hasta que cayó la Unión Soviética.
Entonces, ¿por qué cree usted que en esta cultura se ha instalado esta concepción de que la libertad, con independencia del contenido, se identifica con el derecho a elegir sin tener en cuenta otras cosas?
La libertad, por lo menos en mi opinión, no está en la elección. La elección nunca es libre, siempre está determinada, no es gratuita. No podemos aceptar una teoría existencialista según la cual cada uno elige lo que le da la gana: no, tú no eliges lo que te da la gana, tú eliges por unas razones determinadas.