Por José Mª Montiu de Nuix, sacerdote, doctor en filosofía, matemático, socio de CiViCa
S. S. Juan Pablo II afirmó la especial gravedad del aborto: “Entre todos los delitos que el hombre puede cometer contra la vida, el aborto procurado presenta características que lo hacen particularmente grave e ignominioso. El Concilio Vaticano II lo define, junto con el infanticidio, como ‘crímenes nefandos’” (JUAN PABLO II, Enc. Evangelium Vitae, n. 58). Más aún, estamos ante una mole gigantesca, monstruosamente horrible, formada por muchos millones de abortos.
Por José Mª Montiu de Nuix, sacerdote, doctor en filosofía, matemático, socio de CiViCa
S. S. Juan Pablo II afirmó la especial gravedad del aborto: “Entre todos los delitos que el hombre puede cometer contra la vida, el aborto procurado presenta características que lo hacen particularmente grave e ignominioso. El Concilio Vaticano II lo define, junto con el infanticidio, como ‘crímenes nefandos’” (JUAN PABLO II, Enc. Evangelium Vitae, n. 58). Más aún, estamos ante una mole gigantesca, monstruosamente horrible, formada por muchos millones de abortos.
¿Qué hay detrás de tantos abortos? Ha de existir una causa explicativa de la existencia de cifra tan astronómica. No hallándosele una causa visible, ¿no habrá una causa oculta? No pudiendo ser una causa débil, ¿no habrá una causa dotada de gran poder destructivo? No pareciendo que la humanidad por si sola sea capaz de engendrar tragedia tan macro – cósmica, ¿no contribuirá a cifra tan lamentable algo que esté situado más allá del hombre? ¿Hay seres inteligentes no humanos capaces de promover especialmente el desencadenamiento de una energía más destructiva que una potente bomba atómica? Hasta aquí el planteamiento de la cuestión.
La infalible palabra de Dios revela la existencia del diablo. Así, p. e., en Apocalipsis 12, 9. También lo recuerda el Catecismo de la Iglesia Católica, p. e., en los números 391 y 2851. Dicha existencia ha sido además afirmada por los últimos Papas: el Papa Francisco,…Resulta muy conocido que el diablo es muy dañino. Así, en el mismo lenguaje corriente se expresa que algo es muy terrible diciendo que es diabólico.
Se puede pues lógicamente conjeturar que debajo de número tan crecido de abortos ha de existir una actuación diabólica. El exorcista Christian Curty, autor del libro L’avortement vu par un exorciste (El aborto visto por un exorcista), obra que se inicia con una carta adjunta del arzobispo Mons. Jean – Pierre Cattenoz, relaciona aborto y demonio. Opina esto desde su experiencia de atención a mujeres que sufrían mucho. Detectó reiteradamente que eran mujeres que habían abortado y en las que, con cierta frecuencia, creyó, además, descubrir una concreta influencia diabólica.
No disuena con esto el hecho de que la sed de sangre del demonio no se ha apagado con la muerte del Hijo de Dios en el Calvario. Su odio al Hijo de Dios se extiende a los nuevos hijos de Dios y a las que pueden ponerlos en el mundo, las mujeres encintas. Y, precisamente, en el aborto, siempre hay dos víctimas. Una de ellas, la madre. Además, los hijos concebidos y aún no nacidos que presentan malformaciones se identifican especialmente con el Hijo de Dios, a tenor de Mt. 25, 31-46.
En suma, se puede concluir que el abanico formado por el elevado número de abortos, por el hecho de haber sido abortados tantos que presentan malformaciones y por los no infravalorables trastornos psíco-físicos de las abortistas, que pueden llegar hasta el suicidio, requiere de un horizonte de inteligibilidad explicativo, el cual es la misma existencia del diablo. Es esto algo que merece ser reflexionado muy atentamente.