Por Andrés Ollero, Catedrático de Filosofía del Derecho y magistrado del Tribunal Constitucional
For a professor such as myself, it is a true gift to read and listen to Pope Benedict XVI who, after being intellectually formed as an educator, thought it logical to go on being one, and never stopped adding to his long list of academic works. It is also reassuring for a lay person that he spent years orienting his thought toward academics of widely diverse beliefs and mentalities, and not to a specialized audience that was already convinced a priori. And for a person who has served as an elected representative during the last two decades, gratitude is owed to Benedict for the careful attention he paid to the issues of law and politics that are crucial to democratic life. Therefore, I was honored to receive this invitation to comment on some of his speeches, as I have done elsewhere on other occasions, and it was only logical for me to accept.[1] This time I will focus on his speech at the historic University of Regensburg, which -for reasons which today seem purely anecdotal -has been a constant source of controversy. In order to do so, it is important for me to acknowledge the significant intellectual debt that I owe to Benedict XVI, even at the risk of seeming vain in my use of self-citations.
…/… seguir leyendo en documento adjuntoPor José María Barrio Maestre, Profesor de la Universidad Complutense De Madrid, Publicado en Cuadernos de Bioética XXVI 2015/1ª y divulgado en AEBI el 15 de Mayo de 2015 (artículo adjunto)
El objeto de este artículo es mostrar la crisis paradigmática que vive la bioética académica. Desde que una parte importante del gremio de los bioeticistas
comenzó a relativizar la prohibición ética de dar muerte a un ser humano inocente, de una forma u otra comenzó a aliarse con la industria de la muerte: el negocio del aborto provocado y, después, de la eutanasia. La tesis de este trabajo es que al cruzar ese Rubicón la bioética se ha corrompido, y ha perdido su conexión con el discurso ético, político y jurídico. Sólo cabe esperar que resurja de sus cenizas si recupera el «tabú» de la sacralidad de la vida humana, algo para lo que la Ética Médica podría suministrar una ayuda inestimable, pues aún se conserva ahí la referencia de que «un médico no debe matar», si bien en forma excesivamente «discreta», y algo avergonzada». De todos modos, los médicos con conciencia saben más de ética que la mayor parte de los bioeticistas.
Publicado en ACEPRENSA el 14 de Mayo de 2015
Un manifiesto publicado en Francia por personalidades de la cultura y de la política pide a los gobiernos que se opongan a la práctica de la maternidad subrogada, que viola los derechos de las mujeres y de los niños.
La maternidad subrogada “se basa a menudo en la explotación de las mujeres más desfavorecidas”, en beneficio de las parejas ricas
La reciente tragedia del terremoto en Nepal ha desvelado la magnitud del llamado “turismo reproductivo”. Además, ha dado dar alas al movimiento que promueve la prohibición internacional de la maternidad subrogada (popularmente, “madres de alquiler”), que oculta una evidente explotación de mujeres pobres.
El “stop surrogacy now” nació en Estados Unidos y se ha ido extendiendo en Occidente. En esta línea se ha promovido en Francia un manifiesto publicado en Libération, con la firma de personalidades de la izquierda cultural tan distintas como los filósofos Michel Onfray y Sylviane Agacinski, el conocido activista y hoy eurodiputado verde José Bové, o la ex ministra socialista Yvette Roudy. Entre los firmantes figura también una activista india, Ruchira Gupt. La conclusión del escrito es tajante: “Creemos que debe prohibirse la GPA [gestación para otro] porque constituye una violación de los derechos humanos de las mujeres y de los niños”.
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Por Javier Novo, Profesor de Genética de la Universidad de Navarra, publicado en a100ciacierta, el 20 de Mayo de 2015.Dejar un comentario
Alrededor de un tercio de los embarazos no llegan a término. En muchos casos, la pérdida tiene lugar durante las primeras semanas y se debe a la presencia de un número anormal de cromosomas (aneuploidía, como se le llama a este fenómeno en términos genéticos) en embriones de pocos días de vida. Diversos estudios han demostrado que estas anomalías del número de cromosomas son relativamente frecuentes al principio del desarrollo embrionario, tanto si se trata de una fecundación natural como in vitro. Algunas de estas aneuploidías aparecen durante las primeras divisiones celulares en el embrión, y no se sabe a ciencia cierta cuál es su causa. Según sugiere un reciente artículo científico publicado en la revista Science, podrían estar provocadas por mutaciones presentes en el genoma de la madre.