Por Jaime Montero, entrevista a Pilar Calva Mercado, médico genetista, discípula de Jérôme Lejeune y miembro de la Academia Pontificia para la Vida en el tiempo de San Juan Pablo II. Publicado en La Prensa Gráfica de El Salvador el 15 de noviembre de 2022 (en Protada, fotografía de Pilar Calvo Mercado).
¿Cómo es su primer encuentro con la medicina?
Vengo de una familia de médicos. Crecí en un ambiente hospitalario y siempre me apasionó la medicina. Sin embargo, no tuve ninguna línea ética durante mis estudios. Recuerdo que estaba en el segundo año de la carrera, cuando a través de la Organización Mundial de la Salud me solicitaron que repartiera anticonceptivos. En ese momento no razoné, pues como médico uno se centra en realizar un censo sanitario y, para el caso, cuántas mujeres fértiles había en el grupo que me asignaron. Allí recibí mi primera clase de ética, de una mujer sencilla, quien perpleja me dice: ‘Por qué me va a dar una pastilla,si no estoy enferma», refiriéndose a la cajita de anticonceptivos que le acabade dar. En una segunda entrevista la señora me dice: ‘Doctora, no solo no necesito su pastilla, sino que me enferma, me duele la cabeza’. Y al no lograr que acepte los anticonceptivos orales que tiene que tomar a diario, le impongo la inyección anticonceptiva, que hoy es reconocida por las farmacéuticas como causante de osteoporosis.
¿Cuál es su experiencia con el aborto?
Después de estar de acuerdo con los anticonceptivos y de imponerlos luego de violaciones, estuve de acuerdo con el abortoprovocado. Y a pesar de que nunca realicé uno, porque en esa época el aborto estaba fuertemente penalizado en nuestros países, pensándolo bien, no me hubiera opuesto a hacerlo, porque una vez que uno se engancha en la anticoncepción no se puede parar. El aborto es una consecuencia de la mentalidad anticonceptiva. Y aunque no es el origen, si seguimos luchando solo en contra del aborto, no vamos a terminar con el terror de la mente anticoncepcionista, que no es más que abortar al hijo en la mente.
¿Cuándo inicia su especialización en genética?
Como estudiante de medicina realicé prácticas en el quinto y sexto año de mi carrera, y tuve la oportunidad de estudiar en París con un gran maestro, el doctor Jérôme Lejeune, quien a sus 33 años hace un gran descubrimiento al aplicar la genética a la medicina, al descubrir la primera anomalía cromosómica en el hombre: la trisomía 21 o Síndrome de Down. Él me decía que el diagnóstico prenatal es para determinar la causa de algo, para poder investigar sobre el tratamiento, pero en la libertad humana,en la soberbia científica, dicen: «ahora ya tenemos elementos para diagnosticar (enfermedades) antes de que nazcan y eliminar a los pacientes que vengan afectados, porque no los podemos curar’; en ese sentido, él me enseñó que la medicina no es para terminar con enfermos, sino para terminar con enfermedades. Es una cobardía científica intelectual que tú guillotines a un paciente porque no sabes cómo curarlo. Nuestra vocación es salvar vidas y en el momento que se le pida a un médico lo contrario, todos estamos en peligro.
¿Cuándo surge en usted un cambio de mentalidad en cuanto al ejercicio de la medicina?
Todo mi quehacer como genetista empezó a tener implicaciones éticas y surgen preguntas cómo doctora: ‘Si mi hijo puede venir afectado, y me hacen el diagnóstico, ¿lo aborto?’ Esta ya no es una cuestión genética, es una cuestión ética, es una decisión muy importante y trascendente, porque estamos hablando de darle la oportunidad a alguien de que exista. De darle la oportunidad de que siga desarrollándose y nazca. Yo me dedico a defender la verdad, primero en agradecimiento al profesor que me enseñó la verdad, y como científica y médico racional debo defender la verdad. Este es un cambio en la misión y vocación claramente del médico. Yo les digo: ‘la misión de un bombero es apagar incendios. Aunque un bombero tiene el conocimiento para hacer el incendio perfecto, ese no es su trabajo, lo mismo sucede con elmédico, cuya misión es salvar vidas.
Finalmente, ¿por qué es importante para usted hablar sobre estos temas?
Para tener poder de decisión, para ayudar a las personas a tomar decisiones en momentos críticos de la vida. Hay chicas que deciden hacer un aborto y yo estaré allí para darles apoyo en la secuela que todo aborto provocado deja en una mujer, porque una mujer reconoce que no ha perdido una uña y la pérdida más importante para una persona es la pérdida de un hijo, por eso no tiene nombre el duelo. Una mujer que pierde a su esposo es una viuda, un niño que pierde a sus padres es un huérfano, pero no hay término que describir a una persona que pierde un hijo. Los jóvenes tienen en sus manos la oportunidad de construir un mundo diferente, en cómo van a ver y practicar su sexualidad, buscando primero la felicidad y no el goce del momento.