Las vacunas de células diploides humanas (WI-38, MRC-5) tienen un origen éticamente objetable, dado que dichas células proceden de abortos provocados. Entre ellas destacan vacunas empleadas contra rubéola, sarampión, parotiditis, rabia, poliomielitis, viruela, hepatitis A, varicela y herpes zóster. Actualmente se encuentran en desarrollo otras vacunas cultivadas en células (293, PER.C6) transformadas mediante virus, procedentes de abortos. Entre ellas hay vacunas contra la gripe,virus respiratorio sincitial, parainfl uenza, HIV, virus del Nilo Occidental, virus Ébola, Marburg y Lassa, hepatitis B y C, glosopeda, encefalitis japonesa, dengue, tuberculosis, carbunco, peste, tétanos y paludismo.
También con igual origen se trabaja en la elaboración de anticuerpos monoclonales y otras proteínas, terapia génica y genómica. Existe la tecnología necesaria para producir todo lo descrito sin recurrir a abortos provocados.
Debe indicarse en los prospectos de vacunas y otros productos el origen de las células empleadas. Debe facilitarse el acceso a las vacunas existentes no cultivadas en células procedentes de abortos provocados. Debe potenciarse la investigación de opciones en aquellos casos en los que no exista una vacuna no originada en células procedentes de abortos provocados. Debe potenciarse la elaboración de anticuerpos monoclonales y de otras proteínas, así como la terapia génica y la genómica sin recurrir a células procedentes de abortos provocados. No sería consecuente rechazar productos obtenidos a partir de células troncales embrionarias y aceptar los originados en células procedentes de abortos provocados. Se debe evitar que la biotecnología basada en el aborto provocado invada todos los terrenos de la medicina.
Por José Luis Redondo Calderón Publicado en Cuadernos de Bioética XIX, (2008)2ª: 321-353 (archivo adjunto en PDF).
Las vacunas de células diploides humanas (WI-38, MRC-5) tienen un origen éticamente objetable, dado que dichas células proceden de abortos provocados. Entre ellas destacan vacunas empleadas contra rubéola, sarampión, parotiditis, rabia, poliomielitis, viruela, hepatitis A, varicela y herpes zóster. Actualmente se encuentran en desarrollo otras vacunas cultivadas en células (293, PER.C6) transformadas mediante virus, procedentes de abortos. Entre ellas hay vacunas contra la gripe,virus respiratorio sincitial, parainfl uenza, HIV, virus del Nilo Occidental, virus Ébola, Marburg y Lassa, hepatitis B y C, glosopeda, encefalitis japonesa, dengue, tuberculosis, carbunco, peste, tétanos y paludismo.
También con igual origen se trabaja en la elaboración de anticuerpos monoclonales y otras proteínas, terapia génica y genómica. Existe la tecnología necesaria para producir todo lo descrito sin recurrir a abortos provocados.
Debe indicarse en los prospectos de vacunas y otros productos el origen de las células empleadas. Debe facilitarse el acceso a las vacunas existentes no cultivadas en células procedentes de abortos provocados. Debe potenciarse la investigación de opciones en aquellos casos en los que no exista una vacuna no originada en células procedentes de abortos provocados. Debe potenciarse la elaboración de anticuerpos monoclonales y de otras proteínas, así como la terapia génica y la genómica sin recurrir a células procedentes de abortos provocados. No sería consecuente rechazar productos obtenidos a partir de células troncales embrionarias y aceptar los originados en células procedentes de abortos provocados. Se debe evitar que la biotecnología basada en el aborto provocado invada todos los terrenos de la medicina.