Por José Manuel Belmonte, Dr. En Ciencias Humanas por la Universidad de Estrasburgo, miembro de CiViCa. Publicado en su blog Esperando la Luz el 29 de diciembre de 2020.
No sabemos si el virus es un arma biológica para reducir la Humanidad. De todos modos, sospechamos que ni las autoridades ni los medios nos están diciendo la verdad, porque se apoyan unos en los otros.
Hay mucho en juego: investigación rápida, aspecto económico, aspecto sanitario, y vidas humanas. Los gobiernos a los que pertenecen, diversifican los pedidos millonarios de vacunas; unos, por diversificar la fiabilidad de los laboratorios; otros, por los posibles riesgos sanitarios, ya que ninguna ofrece una garantía al 100% de que no tenga efectos secundarios.
Dicen que la vacuna «será voluntaria» pero…habrá un registro de quien no se vacune. ¿Dónde queda pues la libertad?
Entonces, ¿usted se pondría la vacuna o asumiría que la sociedad le trate como apestado por negarse a ponerla y estar en el registro de negacionistas?
Posiblemente, más que acudir a los portavoces del gobierno, habría que preguntar a los expertos (no a los del gobierno que ni se sabe si existen, porque ni dan la cara ni el ministro de sanidad ha ofrecido sus nombres), sí a quien la sociedad reconoce como tales expertos, por ejemplo al Dr. Cavadas. Ahí está su respuesta.
O sea que vacuna, de momento no. Lo dice alguien que sabe algo más que el 90% de españoles. Las vacunas requieren de 5 a 10 años para evaluar los efectos secundarios en los pacientes. Por mucha tecnología de vanguardia de la que los investigadores hayan dispuesto, tiene que pasar tiempo suficiente para saber si los efectos adversos son admisibles en pro de evitar un mal mayor. Así que mejor prudencia.
Parece que lo que está sucediendo y lo que quieren que suceda, estaba programado. De una forma o de otra, antes y ahora pretenden intimidar a la población, hacerla sumisa y que no piense ni sea libre. Una población sumisa obedece y calla. Lo experimentaron en las guerras, en todas y en las cárceles. Tenemos que vencer al miedo o nos destruirá, por cobardes.
No en vano, cada vez estamos más controlados. Saben a dónde vamos, con quien hablamos, cuánto tiempo hemos estado, cuándo volvemos, pueden decirnos incluso, como aparece en la pantalla del móvil, por donde volver a casa, la ruta a seguir más despejada y el tiempo aproximado. También saben qué vamos a comprar, qué nos vamos a poner e incluso qué pensamos y a quien vamos a votar.
¿Es parte del Nuevo Orden Mundial? El virus, la pandemia, las mascarillas e incluso las vacunas son, -según dicen ya algunos-, formas o medios para conseguirlo. Desde la sombra, los Amos del Mundo, están imponiendo la Nueva Normalidad. Con otras palabras, un grupo de multimillonarios y tal vez otros poderes ocultos, se están apoderando de los humanos. Los gobiernos y las autoridades son simples «mandados interesados» y pagados. ¿En qué líder mundial se puede confiar? Pues…¡abramos los ojos! Lo decía en Alto y Claro Javier Villamor, que Soros, Bill Gates y los globalistas están detrás de la pandemia Covid19, (https://youtu.be/F-lz6pA7mZI).
A nivel nacional, puede constatarse que han desaparecido de la información y de la estadística, las gripes, los ictus y otras patologías, incluso el cáncer, (y también la estadística de los fallecimientos por esas causas). Parece que solo deben interesarnos los contagios y los fallecimientos diarios por el COVID-19; últimamente han añadido las olas que han llegado o las nuevas cepas del mismo virus o las variantes. También quieren que sepamos las restricciones que ello acarrea para los ciudadanos. Y lo repiten en todas las televisiones, a todas horas. ¡Son sus formas de amedrentar!
Por miedo, se minimizan los contactos familiares, se restringen los movimientos de los ciudadanos, incluso se impiden las salidas a la naturaleza, al campo, a la montaña y la nieve, a la playa, etc. ¡Nos quieren zombis!
Y por la misma razón, las personas en las residencias, en comunidades monásticas, y en los pueblos, están a solas con sus cuidadores, pero unas veces con alarma y otras por confinamiento perimetral, local, provincial o autonómico, terminan desquiciando a todos, sin mando único y 17 autoridades diferentes restringiendo. Me decía un médico: «¡Vaya circo se han montado a costa de nuestra salud!».
Y lo triste es que, se están yendo los familiares, sin el calor humano de sus seres queridos, amigos y vecinos. No importa la edad que tengan. Y en algunos casos sin asistencia médica, ni humana ni espiritual. Hasta las consultas con los médicos se realizan desde casa, por teléfono o por Internet. Para todo hay que pedir «cita-previa».
Los trabajos, en gran parte se han reconvertido; los empresarios y autónomos, -creadores de puestos de trabajo y riqueza- en muchos casos, o se reinventan o cierran y desaparecen. Hay una nueva casta invisible, además de los medios electrónicos de control, «los espías y chivatos».
No deberíamos olvidar que, además de los contagiados por el virus, hay otros enfermos en los hospitales, en los pueblos y ciudades, en los hogares, que tienen derecho a ser atendidos. Los políticos nacionales y autonómicos, deberían saber que además de los abuelos, hay niños, y personas que también necesitan ayuda; que algunas llevan todo 2020 conviviendo con algún enfermo, sin poderlos llevar ni a centros de rehabilitación y que en estos momentos están viviendo «la otra cara de la vida», la más dura, agravada por las restricciones y prorroga tras prorroga, sin respiro.
El horror de lo que está pasando, está generando miedo real, personas ciegas o ególatras, que lo aceptan todo, sin pensar, sin preguntar; sin autocrítica. Se ha desatado una guerra que abarca todos los frentes, social, material, económico y espiritual, y todo está sometido a las directrices de la Autoridad. Hacen que la gente no necesite ni dinero (pagos con tarjeta o móvil), ni creencias, ni ritos, (las iglesias, sinagogas o mezquitas a un tercio del aforo), ni democracia (parlamentos en mínimos), solo la «salud» importa. Para ello, todo se aprueba y se legisla «por decreto«. (En España, desde que el actual mandatario llegó al poder, en 2018, lleva 78 decretos firmados, uno cada 12 días).
Por último, a pesar de los casos de irresponsabilidad, que airean los medios, cabe preguntarse, ¿han sido los políticos igual de responsables que el 97% de los ciudadanos?
Espero que lo dicho hasta aquí, no entre en contradicción con la opinión del historiador, Yuval Noah Harari, cuando dice «Si la confianza en las instituciones desaparece, nuestra civilización se vendrá abajo» (https://youtu.be/DEt4LwC_ogE ). Mi opinión es que las instituciones tienen sentido y se proyectan en el tiempo cuando están ocupadas por gente con cabeza, pero no siempre es el caso. Los ejemplos, que todos conocemos, no pueden sostenerse, porque es el pueblo quien los sufre. A veces se prolonga demasiado el abuso del poder, pero el pueblo tendrá la última palabra.
En cualquier caso, solo pretendo hacer una simple llamada de atención. No todo es tan claro, como algunos quieren que creamos y aceptemos. Piense y decida usted, porque en el fondo, es su vida y de ella solo tiene que responder usted. Los verdaderos héroes viven entre nosotros y son cada uno de ustedes.
El video que aquí se adjunta, es casero y los subtítulos no tienen buen dominio del castellano, pero tal vez sea suficiente para que se haga una idea, quien lo necesite. El Doctor Vernon Coleman explica que nada de lo ocurrido en los últimos seis meses e incluso en el último año ha sido un accidente o un error. Los chinos no tienen toda la culpa de lo que ha sucedido. Ellos, de hecho, han capeado la situación mejor que occidente y todo apunta a que van a salir fortalecidos.