Por el Dr. José Mª Montiu de Nuix, sacerdote, socio de CiViCa, doctor en filosofía, matemático
El Papa Francisco en la exhortación apostólica “Gaudete et exsultate” (19.III.2018) ha recordado lo que sigue: existe “aquel mal que llamamos Demonio”. Existe “el Maligno”. “(…) el diablo (…) es el príncipe del mal”. “El mal no es solamente una deficiencia, sino una eficiencia, un ser vivo, espiritual, pervertido y pervertidor. Terrible realidad. Misteriosa y pavorosa. Se sale del cuadro de la enseñanza bíblica y eclesiástica quien se niega a reconocer su existencia; (…)”. La actuación del demonio “nos permite entender por qué a veces el mal tiene tanta fuerza destructiva”. “(…) mientras nosotros bajamos la guardia, él aprovecha para destruir nuestra vida, nuestras familias y nuestras comunidades, porque ‘como león rugiente, ronda buscando a quien devorar’ (1 Pe 5, 8)”. Del diablo proceden “asechanzas”, “flechas incendiarias”, “bienes envenenados”. En definitiva, el Papa, hoy reinante, nos ha recordado la existencia del Maligno. Realidad ésta, muy destructiva, terrible, pavorosa, exterminadora, cotejable al león devorador de hombres.
Precisamente, durante este año 2019, en Roma, el reconocido exorcista Matteo de Meo, ha contado algo que ocurrió durante un exorcismo que él mismo realizó y que acto seguido se narra. Como preliminar noto que, como es sabido, existen casos de posesión diabólica, el demonio ejerce una posesión o dominio sobre el cuerpo de una persona. Se dan casos en los que el demonio, puede, sirviéndose como instrumento del cuerpo del poseído, manifestar un pecado oculto de éste, en el supuesto de que el poseído que nunca lo haya confesado en el sacramento del perdón. Matteo de Meo, en el exorcismo, tenía junto a sí al poseso, y, además, a un auxiliar de medicina. Estos dos nunca antes se habían visto. Además, procedían de ciudades muy distantes entre sí. En definitiva, se desconocían totalmente. Durante este exorcismo el demonio, a través del poseso, manifestó del auxiliar de medicina lo que sigue: “tu sarai un grande medico, continua a fare il rispettoso! Come adoro quel silenzio che estende la mia signoria”. Esto es: “¡Tú serás un gran médico, continúa a hacer el respetuoso! ¡Cómo adoro aquel silencio que amplia mi señorío!”. Acto seguido el auxiliar se echó a llorar. Éste pasó a explicar al exorcista Matteo de Meo porque se le habían caído las lágrimas. Esto es: el auxiliar, contó a Matteo, que algún día antes se había callado, con lo que no había hecho nada para impedir que se realizaran diversos casos de aborto provocado. En suma, durante el presente exorcismo el demonio había manifestado que el silencio gracias al que se habían realizado los abortos era un silencio que adoraba, que le placía mucho, y que extendía su señorío. Ese silencio, pues, era algo que ampliaba el señorío del demonio, el cual, como sabemos, es el señorío del exterminador, señorío del que es homicida desde el principio.
Hace pensar mucho, porque es muy significativo y muy elocuente de lo malo que es el aborto, que el Maligno, que tiene tanta malicia y tanta potencia destructiva, se complazca tanto en el referido silencio. Obviamente, se complace aún mucho más en el aborto y muchísimo más en la plaga de tantísimos abortos como hay en el mundo.