Por José María Montiu de Nuix, Sacerdote, Licenciado en matemáticas, doctor en filosofía y ciencias de la educación, licenciado en estudios eclesiásticos. Miembro de CíViCa
Para lo relativo al aborto y a la eutanasia resulta especialmente interesante la cuestión de cuáles son las concepciones de la vida que resultan dignas de consideración. A este respecto resulta útil tratar de la vida biográfica y también de la reflexión que a este respecto hizo el doctor Manuel García Morente, dado que éste estuvo completamente inmerso en las corrientes de la intelectualidad española.
Por José María Montiu de Nuix, Sacerdote, Licenciado en matemáticas, doctor en filosofía y ciencias de la educación, licenciado en estudios eclesiásticos. Miembro de CíViCa
Para lo relativo al aborto y a la eutanasia resulta especialmente interesante la cuestión de cuáles son las concepciones de la vida que resultan dignas de consideración. A este respecto resulta útil tratar de la vida biográfica y también de la reflexión que a este respecto hizo el doctor Manuel García Morente, dado que éste estuvo completamente inmerso en las corrientes de la intelectualidad española.
La vida de este prestigioso pensador tiene un antes y un después con respecto al momento de su conversión al catolicismo. Antes de su conversión, había pensado en la posibilidad del suicidio, no encontraba sentido a su vida y experimentaba profundo vacío, malestar espiritual y angustia existencial. Tras su conversión, acaecida ésta habiendo sobrepasado el dintel de los 50 años de edad, logró percibir que su vida tenía valor, sentido y finalidad, experimentó alegría y felicidad.
Manuel García Morente (1886-1942) hizo también una contraposición entre la concepción de la vida de las que denomina ‘filosofías modernas’ y la concepción cristiana de la vida. Nos llevaría un espacio demasiado extenso expresar que entiende aquí por ‘filosofías modernas’, nos basta ahora hacer tres observaciones al respecto: a) no se está refiriendo, claro está, a todas las producciones filosóficas de los últimos siglos, b) es también patente que se está refiriendo a corrientes filosóficas que tienen un gran peso sobre el pensar de mucha gente y c) estas corrientes siguen incidiendo fuertemente en la actualidad. Manuel García Morente se ocupó de las filosofías modernas en una conferencia que titula precisamente “Filosofías modernas” y trató de la concepción cristiana al respecto en su conferencia “Concepción cristiana de la vida”. En síntesis, se tiene que para las filosofías modernas la vida humana no tiene valor, ni sentido, ni finalidad, mientras que, para la concepción cristiana de la vida humana, ésta tiene valor, sentido y finalidad.
Según Manuel García Morente, las filosofías modernas rechazan las cosas de las que no logran poseer ideas claras y distintas. Es así que de Dios no pueden obtener una idea clara y distinta. Por consiguiente, las filosofías modernas rechazan a Dios. Pero, sin afirmar la existencia divina no puede encontrarse el sentido de la vida. Por consiguiente, para las filosofías modernas, no puede hallarse sentido alguno a la vida humana.
Según Manuel García Morente, las filosofías modernas no llegan a descubrir la existencia de Dios. Y, por consiguiente, no logran hallar que existe un ser inteligente que ha diseñado según finalidades el universo y la naturaleza humana. Entonces, las filosofías modernas tampoco encuentran la finalidad de la vida humana.
Según Manuel García Morente el valor de la vida humana sólo puede fundamentarse en el valor de Dios. Pero, en la filosofía moderna se ha negado a Dios. Y, de la negación de Dios se sigue la negación del hombre. Por consiguiente, para las filosofías modernas la vida humana no tiene valor.
Por contraste, respecto a estas filosofías para las que la vida humana no tiene valor, sentido y finalidad, y que, por consiguiente, no logran obtener un adecuado conocimiento de la vida humana, observamos, que el cristiano sí que conoce lo que es la vida. El doctor Manuel García Morente dice a este respecto: “(…) sólo el cristiano tiene de la vida una idea que concuerda con lo que efectivamente la vida es”. “(…) sólo el cristiano tiene una doctrina de la vida, una doctrina de la realidad (…)”.
La concepción cristiana de la vida muestra como el hombre posee un don de Dios, la libertad, mediante ésta el hombre puede elegir un tipo u otro de vida, encontrándose dotado de tal responsabilidad que tendrá que dar cuenta de su elección. La vida humana poseerá el sentido que le demos. Pero, hemos de darle el sentido que Dios quiere que le demos. Para el cristiano la vida humana tiene un sentido.
La concepción cristiana de la vida humana afirma que la vida humana sirve para que en el universo se cumpla la voluntad de Dios. Siendo la finalidad “la realización, el cumplimiento ordenado de la providencia divina”. Nuestra vida ha de engarzarse dentro de la Providencia divina, logrando así su finalidad. Para la concepción cristiana de la vida se tiene que la vida humana tiene finalidad.
La concepción cristiana de la vida afirma que nuestra vida es valiosa, especialmente cuando estamos unidos a Dios. “Lo que hagamos por Dios tendrá valor; pero lo que hagamos fuera de él, no tendrá ninguno”. Pero el valor de la vida humana se funda en el valor de Dios. “Si todo valor depende del valor religioso (…) la vida humana sin Dios carece de valor”. Para la concepción cristiana de la vida la vida humana tiene valor.
Podemos concluir a este respecto:
Finalmente, señalar, que pueden completarse algunos de los puntos aquí tratados en el libro MONTIU, J. M. MANUEL GARCÍA MORENTE, vida y pensamiento, Edicep, Valencia diciembre 2010, passim.