Por Roberto German Zurriaráin, Doctor en Filosofía. Licenciado en Teología. Profesor de Didáctica de la Religión de la Universidad de La Rioja, publicado en Blog de Roberto Germán Zurriaráin el 28 de julio de 2018
Otro punto imprescindible en el tema de la sedación paliativa es la atención a la familia del enfermo. Esta atención se hace más urgente cuando el enfermo se encuentre en una fase avanzada de su enfermedad. No hay que esperar, para prestar esa atención, a que la medicina curativa deje paso a la paliativa (de una medicina que ya no puede curar a otra que alivia y conforta), sino que desde el principio de la enfermedad grave del paciente se tiene que dar esa atención a la familia. Esta atención se intensificará cuando el enfermo se encuentre en esa fase avanzada de la enfermedad. Así, poco a poco irá aumentando el grado de la relación entre el médico, el enfermo y la familia. Esa relación, al final, será tan fluida que permitirá hablar de la sedación paliativa de una forma tan clara que en el momento en que el médico decida que hay que aplicarla al enfermo, su entorno sabrá a qué atenerse.
En caso contrario, esto es, que a los miembros de la familia no se les informe del estado del enfermo, la sedación paliativa y sus consecuencias, conlleva desconsuelo y tristezas posteriores innecesarias.
Si se da esta amarga situación se deberá a que las decisiones médicas empezaron a tomarse en las fases de agonía del paciente y a que la información y la comunicación dadas a la familia fueron insuficientes.
De ahí que sea muy relevante que los profesionales sanitarios, pero, sobre todo, el médico esté, desde el comienzo de la enfermedad, en contacto con la familia. Día a día se debe ir hablando de los temores que tienen el paciente y su familia, las dudas, y cuando se aplique la sedación paliativa al enfermo, hay que informar al paciente y a la familia de los síntomas que pueden aparecer.
En este tema no hay que olvidar que la muerte y el proceso de morir provocan en los cuidadores reacciones psicológicas que llevan, directa o indirectamente, a eludir la comunicación con el paciente y su familia.
También para conseguir una comunicación adecuada del equipo sanitario es necesario vencer la ansiedad que en los cuidadores genera el dar malas noticias, así como el miedo a provocar en el interlocutor reacciones emocionales no controlables, y el desconocimiento de algunas cuestiones que el paciente puede suscitar.
Por lo tanto, la comunicación es una herramienta terapéutica esencial para hacer efectivo la imprescindible coordinación entre el equipo cuidador, la familia y el paciente.
De esta forma, el enfermo y su familia, conjuntamente, constituyen una unidad a considerar en el tratamiento del enfermo terminal, sabiendo además que la tranquilidad de la familia repercute directamente sobre el bienestar del enfermo.
Dicho esto, la primera intervención del equipo médico será la de valorar si la familia puede, emocional y prácticamente, atender de forma adecuada al enfermo.
En este sentido, desde el comienzo debe identificarse a la persona que llevará el peso de la atención para reforzar sus actuaciones y revisar las vivencias y el impacto que se vayan produciendo.