Por Roberto German Zurriaráin, Doctor en Filosofía. Licenciado en Teología. Profesor de Didáctica de la Religión de la Universidad de La Rioja, publicado en Blog de Roberto Germán Zurriaráin el 1 de Abril de 2018.
Realizadas estas aclaraciones terminológicas hay que advertir que también a nivel médico la diferencia entre sedación paliativa y eutanasia es muy grande.
En sentido médico, se aplica una eutanasia cuando algo se hace o se deja de hacer con la intención directa de producir o acelerar la muerte del enfermo, sea éste terminal o no. En la eutanasia la muerte del paciente ha de ser el objetivo buscado. Esta puede producirse por acción (administración de sustancias, etc.) o por omisión (no asistir médicamente). En cambio, la sedación paliativa no tiene como intención la muerte del paciente, sino el alivio de un síntoma intolerable. Es una maniobra terapéutica.
Por consiguiente, ante una situación clínica objetivamente conflictiva, no es lo mismo acelerar y provocar directamente la muerte del enfermo con la finalidad de terminar con sus sufrimientos y posibles dolores físicos, que llevar a cabo un tratamiento cuyo objetivo es el alivio de esos sufrimientos y posibles dolores físicos sin intención de provocar la muerte (sedación paliativa), aunque es posible que se acelere la muerte natural, debido a los fármacos suministrados. Esta última acción no es una eutanasia directa, pero tampoco indirecta, pues no hay intención de provocar la muerte, sino que la muerte no buscada del paciente acontece en el curso de un correcto tratamiento.
Por lo tanto, la sedación paliativa tiene una finalidad terapéutica, científica y legítima. Es un procedimiento dinámico que debe adaptarse a las necesidades individuales para mitigar el sufrimiento del enfermo. El objetivo principal es aliviar el sufrimiento al máximo con el menor nivel de sedación posible.
Hago hincapié en este tema, porque suele suponer un malentendido: equiparar la sedación paliativa con la eutanasia. Creo que esta confusión también obedece a la relación errónea que se establece de causa-efecto. Parece como si la sedación paliativa, que se le aplica al enfermo terminal, fuera una manera de adelantarle la muerte sin sufrimiento y sin dolor, es decir, como si se le hubiera aplicado una eutanasia.
La sedación paliativa es una práctica médica que, realizada correctamente, no sólo es lícita, sino acorde con la dignidad humana. Si no se explica bien, es normal que algún familiar piense que, al aplicar al enfermo una sedación paliativa, se le ha practicado una eutanasia.
El equipo sanitario y especialmente el médico tienen la obligación de hacer el esfuerzo educacional de aclarar conceptos tanto al paciente (si está consciente) como a la familia, lo cual previene posibles remordimientos posteriores de los familiares, si han sido éstos los que han tenido que dar su consentimiento y podría ayudar a prevenir además la idea de que hay una eutanasia “light”, encubierta o “razonable” o que se está cometiendo un acto ilegal por parte del médico.
La documentación del procedimiento de la sedación paliativa se debe incluir de manera clara y explícita en la historia clínica del paciente.