Aunque el agua rebosa y se tira…vuelven las DESALADORAS.

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Por José Manuel Belmonte (Dr. en Ciencias Humanas por la Universidad de Estrasburgo, miembro de CiViCa). Publicado en el Blog del autor Esperando la Luz el 22 de Abril de 2018.

Sin agua no hay vida y sin ella, tampoco hay salida a la pobreza.

Solo el 1/% del agua terrestre es apta para el consumo.  Es cierto también, que según la ONU, más de  500 millones de seres humanos no tienen acceso al agua potable. Siendo más precisos, según la  OMS el acceso a agua potable y saneamiento, no está garantizado en todo el mundo. Es más un 30% de la población mundial carece de acceso a agua potable. Ese acceso era uno de los Objetivos del Milenio hasta el 2015, porque casi 2.100 millones de personas (tres de cada 10) carecen de acceso a agua potable y disponible en el hogar, en el mundo.

Es comprensible, que ante esas carencias, la desalación se esté afianzando como una solución a los desafíos de abastecimiento de agua.

Siendo todo eso cierto, en la España del siglo XXI , en la que un día sí y otro también los medios de comunicación, en el mes de abril de 2018, se nos bombardea con imágenes de los ríos desbordados, con inundaciones de miles de hectáreas y el consiguiente daño a los agricultores y ganaderos, a las estructuras públicas y a las viviendas, el peligro real para instalaciones de animales…el río Ebro se ha plantado en Zaragoza, con una altura cercana a los 8, 20 metros, y un caudal cercano a los 2.300 m³/s.

Cada vez son más frecuentes las sequías y las inundaciones, por el cambio climático.  Hace unos meses estábamos en emergencia por la sequía. Ahora todos pueden ver que hay agua y nieve abundantes. El problema es que llegue a todas partes y en condiciones de potabilidad y salubridad, de justicia y proporcionalidad.

Mientras en algunas partes del territorio se producían esas riadas desastrosas, desde el Centro de la Península, concretamente, desde los pantanos de Guadalajara, se están desembalsando, para el Levante, 20 hm³, por mes.

Entonces, ¿es un problema el agua o es un problema la gestión del agua?

Cuando esto escribo, 17 de abril, se están arrojando al Mediterráneo 1.824 m³/s.  A la hora se arrojan 109.440 m³/h, y en un día un total de 2.626.560 m³/d;  equivalente a 2,626 hm³/d. (Dato oficial: 17/04/2018 00:00, 1.824, m³/s,  según la web 

La realidad del Ebro en Zaragoza.

Pero  Entrepeñas (de donde se está trasvasando al Levante),  está  al  26,23%, con lo que podría recibir o haber recibido 616 hm³ más, si existieran la infraestructura y la voluntad política de un Plan Hidrológico, paliado o minimizado los daños de los desbordamientos de la cuenca del Ebro. (Claro que para ello, las tomas del posible trasvase habría que hacerlas, no en Tortosa, sino en Navarra, La Rioja o Aragón).

El embalse de Buendía, está ahora, según la misma fuente, al 16,29%, con lo que podría recibir 1.372 hm³, con la misma infraestructura, porque están pegados y puede trasvasarse de uno a otro.

Creo que si esto no se ve o, lo que es peor, no interesa verlo, puede ser porque se siga considerando más rentable tirar el agua, pagar daños con el dinero de todos o, seguir apostando por las desaladoras, bastante caras  pero rentables para algunos.

Probablemente el cambio climático aumentará la frecuencia de sequías e inundaciones. Si las cuencas hidrográficas, estuvieran interconectadas, paliarían o solucionarían problemas, como hasta ahora se ha podido hacer con los embalses, para agua potable y saneamiento, riego, abastecimiento para casos de incendios y trasvases a otras cuencas, aunque no se ha ido mucho más allá del TAJO-SEGURA, ya ideado y aprobado por la Republica y que entró en funcionamiento con Adolfo Suarez.

Finalmente, allá donde realmente no se pueda hacer llegar el agua de fuentes, ríos y embalses, la alternativa pueden ser las desaladoras. Ninguno es gratis. Si bien esta fórmula es más costosa.

Se ha hecho mucho, pero falta… una solución.

No es bueno negar la evidencia: agua hay, pero no está bien repartida. Hay que aprender de los errores de unos y de otros.

De cara al futuro de todos, un PLAN NACIONAL DEL AGUA es necesario y urgente. Como en otros países, se tienen medios  humanos  y  capacidad de infraestructura, para  poder conectar las cuencas hidrográficas. No se puede dar únicamente lo que sobra o se tira al mar. Si los ríos se desbordan, no se puede trasvasar el agua solo en la desembocadura. Tampoco se puede trasvasar de donde no hay. Y aunque sea verdad que las reservas de agua se han recuperado con las últimas lluvias, éstas no han llegado a la España seca. Hay regiones en situación de emergencia.

El cambio climático aumentará la frecuencia de sequías e inundaciones,  que ocasionará un gravísimo problema dada la diferencia estructural de disponibilidad de agua entre las regiones. Un Pacto Nacional sobre el Agua, cuya función principal es acabar con los conflictos entre cuencas y regiones ya que quienes disponen de agua se niegan a facilitarla a quienes la reclaman.

Sin duda falta una educación del agua, tanto a los usuarios normales, como en el sistema de riego a los agricultores.  No hay una verdadera conciencia de que el agua es un bien escaso.  Deberíamos aprender de países donde, tal vez por ser aún más escaso, lo aprovechan más, como Israel. No se trata de hacer que se tome conciencia, a base de pagar más, o encarecer el consumo. La educación es la forma de no malgastar o dilapidar lo que es de todos.

Siendo legítimo que cada cuenca defienda lo suyo y a los suyos, es hora de que los políticos, todos, con ayuda de los técnicos, lleguen a un consenso nacional sobre el agua. Para no tirar el dinero de todos en «parches temporales», indemnizaciones millonarias por daños y locuras de visionarios, incapaces de hacer valer la razón de estado y el bien común, por encima de regionalismos o nacionalismos.

Se necesita, algo más que agua. Se necesita voluntad política.

El territorio, el agua y las nubes, son de todos y para todos. Las autonomías y los políticos nos han llevado a la contradicción y la paradoja. En algunos lugares se han unido para segregar parte del territorio de un Estado que establece como base fundamental de la Constitución, la «indisoluble unidad de la nación española». Se ofertan ideas políticas en sus programas políticos, la defensa de «su» territorio, «su» agua, «su» medioambiente, «su» lengua,» su» salud…, como si el Estado no existiera.

Ningún partido, ni los responsables de un territorio pueden organizarse para apropiarse o arrebatar bienes de todos, por el mismo principio constitucional. Tenemos ya la experiencia de la inacción y la falta de consenso, con lo que esta pasando en Cataluña. Si no se articula una política coherente sobre la gestión del agua o, no se mira hacia otro lado, se termina judicializando la vida política y paralizando la región y el país, sumidos en una pugna entre legalidades. Ya lo estamos padeciendo, con el tema territorial.

Zapatero, no se atrevió afrontar ese tema: «aprobaré lo que venga de Cataluña». Con el mismo valor y clarividencia, en un mitin en Zaragoza(marzo 2008): «Mientras Yo sea Presidente no habrá trasvase del Ebro».

«Que fluya el agua del Ebro sin restarle cauce hasta su desembocadura» era una de las máximas ecologistas que se presentaban en la época. Vamos a desalar el Mediterráneo si hace falta. Y ZP… apostó por las desaladoras.

Se han construido varias junto al Mediterráneo, con mucho esfuerzo y dinero, pero… No están todas las que su gobierno proyectó. En todo caso, la idea era no rectificar: «Sostenella y no enmendalla«. Persiste empecinadamente en errores garrafales, incluso a sabiendas, por orgullo o por mantener las apariencias, aunque el mantener el error cause un daño peor que no mantenerlo. Muy propio de quien afirmaba que  España, a punto de ser intervenida, estaba en la división de honor

¿Sabían que el agua también se necesita en otras regiones más alejadas del mar? ¿Qué se ha hecho desde entonces?

No se olvide que el presupuesto que maneja ACUAMED ronda los 3.500 millones de euros anuales, destinados a pantanos, canales, desaladoras y todo aquello que tenga que ver con el agua en todo el arco mediterráneo.

Llama la atención que el mismo día 17, el editorial de EL PAIS hablaba de «Un plan para el agua».  Lo discutible es que  se afirme de entrada que: «Los trasvases no son la solución».  El razonamiento es: «Puesto que ya no es posible construir más infraestructuras de embalsamiento, dado que los trasvases ya no son opciones razonables porque las sequías también afectarán a las regiones con más agua…».

Parece que toda la argumentación se centra en dar apoyo a una corriente política que desde ZP ha defendido su partido.  Así se afirma, rotundamente:  «la única solución razonable a medio plazo es continuar con una política calculada de desaladoras e imponer un plan de incentivos a la depuración de aguas, donde todavía queda mucho por hacer«(el subrayado es mío), [enlace]

¿De verdad no hay otra solución o se trata de «arrimar  el agua a su molino»?

No importa que haya agua, ni las inundaciones con las correspondientes indemnizaciones, ni el paro, ni que la falta de agua en otras regiones produzca desertificación, abandono de las tierras y escasez de alimentos, ni el impulso de un gran proyecto consensuado por todos sobre el AGUA capaz de generar empleo, con solidaridad entre regiones y dignidad nacional… importa cueste lo que cueste,  no molestar a los nacionalismos que quitan o sostienen el sillón de la Moncloa.

Y, para terminar, ¿qué ha hecho el PP, partido gobernante, para paliar el problema del agua, aparte de ordenar trasvases de agua a Levante desde el pantano de Entrepeñas, cuando no había o no llegaban ni a un 25% de su capacidad?

¿Es el agua de los políticos? Entonces, habrá que recordarlo, cuando toque.

BELMONTE
BELMONTE
Dr. en Ciencias Humanas por la Universidad de Estrasburgo, miembro de CíViCa