El principal presupuesto cultural de la imposición del aborto es el materialismo. Si los humanos somos fragmentos sofisticados de carne, se puede hacer de todo con ellos.
¿Aquí no ha pasado nada? Sí, sí que ha pasado: algo gravísimo. El Senado acaba de aprobar la nueva ley del aborto que implica la tolerancia casi completa de la liquidación de niños no nacidos. No procede asumirla como el que se bebe un vaso de agua. Lo que nos tenemos que tragar es veneno, que no sólo hará daño a quienes liquiden a víctimas inocentes, sino a todos nosotros.
Quienes han gestado la ley, y la han presentado engañosamente, son los que nos gobiernan por elección del pueblo soberano. Algo falla entre nosotros.