Por José Manuel Belmonte (Dr. en Ciencias Humanas por la Universidad de Estrasburgo, miembro de CiViCa)
Estamos viviendo en medio de una gran tensión. Las nubes amenazadoras o las nieblas de la confusión son cada vez mayores y espesas en casi todos los planos. Sufrimos un deterioro ecológico, medioambiental y social, seamos conscientes o no.
Por José Manuel Belmonte (Dr. en Ciencias Humanas por la Universidad de Estrasburgo, miembro de CiViCa)
Estamos viviendo en medio de una gran tensión. Las nubes amenazadoras o las nieblas de la confusión son cada vez mayores y espesas en casi todos los planos. Sufrimos un deterioro ecológico, medioambiental y social, seamos conscientes o no.
Las catástrofes naturales, terremotos, tsunamis, tornados y precipitaciones tormentosas que alcanzan un poder destructor impresionante, afectan a los humanos. Nos sirven cada día en casa, las imágenes de esos desastres descontrolados.
Por si fuera poco, nos introducen también a domicilio, las guerras y los estallidos de las bombas sobre lo que queda en pie de enclaves humanos, que deberían estar protegidos de la barbarie, como los hospitales materno-infantiles, o sitios concurridos como los mercados, asilos, o los lugares de culto.
Caída de aeronaves, descarrilamiento del trenes, naufragios en el mar, dejan en el corazón y en la retina un gran impacto emocional, personal y familiar.
En el plano económico, las previsiones de la ONU, alertan de que viene una crisis definitiva. De hecho un informe de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo del mes de septiembre, advierte sobre los problemas graves. Ambrose Evans-Pritchard, explicaba que “la tercera ola de esta depresión global sin cura aún está por venir». Afectará a un gran número de los países en vía de desarrollo, cada vez más económicamente vulnerables.Y por supuesto a sus habitantes.
Según los analistas estamos en un panorama global “frágil”, en el que las economías desarrolladas se recuperan mucho más lentamente de lo esperado y el comercio global se ha ralentizado, lo que ha detenido el crecimiento de muchos países pobres, excesivamente dependientes del capital extranjero. “Las señales de alarma se han disparado desde hace un tiempo por la explosión de deuda corporativa en las economías emergentes del mercado”. “Sin un cambio de dirección en este aspecto, el entorno externo al que se enfrentan estos países será peor, con consecuencias potencialmente dañinas para su prosperidad y estabilidad a corto y medio plazo”.
Y lo más preocupante, aquí y en otros países, «mientras el dinero sea regalado, nadie hará reformas estructurales». La corrupción está servida.Es enriquecimiento rápido, que comporta “una cultura de recompra de acciones y una incansable extracción de beneficios”. No hacer caso a la deuda pública, ni a las deudas, es endémico. Los trabajadores, la pérdida de puestos de trabajo y la pobreza, se ignoran.
En el plano político, el documento citado se refiere explícitamente al «Brexit» que provoca maremotos en una corriente ya bastante turbulenta de por sí. Está en juego la estabilidad de Europa y su futuro. Tras el rescate de Grecia, el «Brexit», el bloqueo político de casi un año, en España, la desastrosa aventura del Renzi, en Italia, desatan el auge del populismo y los nacionalismos, en Europa.
Pero, también en el Continente americano. La influencia bolivariana y comunista abarca la mayoría de países de Suramérica. En EE.UU, tras la etapa de Obama, llega la incógnita de Trump, a quien desde Europa se mira con recelo por la estabilidad y el comercio.
En occidente, el fracaso de la ética y la pérdida de los valores humanos han dado lugar a la corrupción, el enriquecimiento ilícito y el fraude; también a las aberraciones en contra de la vida y la dignidad del ser humano, sobre todo los más débiles. La utopía de la igualdad está lejos. Son noticia un día sí y otro también, en todas las cadenas de televisión los niños abusados o descuartizados para vender sus órganos vitales (acaban de desmantelar la mayor red de tráfico de órganos humanos); mujeres mutiladas, violadas o explotadas sexualmente, y cada día son más las mujeres maltratadas o víctimas del machismo.
Las migraciones, los seres humanos desplazados o en camino hacia ninguna parte, sugieren que desconectemos de las noticias y nos pongamos a pensar.La amenaza del terrorismo se hace cada vez más universal y más cercana. La UE calcula que aproximadamente un tercio de los 5.000 yihadistas europeos que viajaron a Siria e Irak, ha regresado. Esos combatientes (entre 1.500 y 1.750 según la estimación) son “una amenaza para la seguridad”, alerta un informe restringido de la UE.
Además, se anuncian amenazas extraterrestres, que pueden llegar en forma de asteroides. Para proteger la Tierra, Naciones Unidas proclama el «Día Internacional del Asteroide», porque «aumentará el nivel de conciencia del peligro de impacto de asteroides y el nivel de trabajo global en este área». ¡Hay que prepararse! Un asesor de Obama acaba de alertar del riesgo de que un gran asteroide choque contra la Tierra y ponga en peligro la supervivencia de la vida, como sucedió en el pasado.
Las agencias espaciales de Europa y Estados Unidos tratarán, por primera vez de desviar su rumbo. Llaman AIDA, a la misión que puede salvar la Tierra, pero no encuentra mucha colaboración política ni económica contra los asteroides.
Otro peligro, lo que creamos nosotros y puede dominarnos.Hay cosas que sabemos que están mal o que los humanos no hacen bien. Pero incluso las que creemos hacer bien, encierran un peligro. Hemos creado gran cantidad de necesidades absurdas, que potencialmente pueden ser peligrosas para el desarrollo de la vida humana.
Personas de toda solvencia, como Stephen Hawking, alertan de que la humanidad está en riesgo con la tecnología de la inteligencia artificial. Es una llamada de atención ante la visión optimista y tecnocrática en la que la medicina preventiva, la ingeniería genética y la tecnología de la información serían las grandes protagonistas y principales fuentes de progreso.
Hawking, astrofísico y divulgador, que padece esclerosis lateral amiotrófica, tiene 74 años, ha viajado a Roma para asistir a una conferencia en la Academia Pontificia de Ciencias. Según el científico, equivalente a Einstein para nuestra generación, estamos desarrollando algo que puede acabar con la humanidad. Si los sistemas artificiales llegaran a superar en inteligencia a las personas, serían un peligro. Los robots, capaces de hacer la guerra y limpiar la casa ya están al alcance de todos; es decir, están también en manos sin escrúpulos, que pueden atentar contra la civilización y el progreso. Para Hawking, la inteligencia artificial será «lo mejor, o lo peor, que le ha pasado nunca a la humanidad».
Ahora que por fin se van a prohibir las minas anti-personas, se utilizan drones para fotografiar o llevar la muerte a donde se desee y contra el objetivo que se quiera. Y las redes sociales, así como los gigantes de Internet, están sirviendo impunemente para los intereses propagandísticos para captación o mensajes terroristas.
No es de extrañar que haya gente que ya no soporta los telediarios. ¡Son difícilmente soportables cuando no traumáticos!
¿Puede ser que nos hallemos a las puertas de nuestra extinción como humanidad? Acabo de leer esa pregunta en el último libro adquirido esta semana.
¿Y si todo el panorama que nos sirven los medios y «vemos» en casa diariamente fuera un aviso? Cierto que los hechos son graves, pero no son los únicos, felizmente. En cualquier caso, ¿cuántos estarían dispuestos a dejar la etapa presente y encaminarse a la siguiente?
Todas las corrientes espirituales insisten en que: habrá un día D y una hora H, pero «nadie sabe ni el día ni la hora» Mt 24. Insisten en estar vigilantes, porque ningún proceso evolutivo nos es ajeno. El deterioro al que estamos sometiendo a la Tierra y al que se está sometiendo a la Humanidad afecta en nuestro proceso evolutivo personal como seres espirituales encarnados.
Cada vez es mayor el número de personas conscientes de las sincronías, confluencias, alineamientos e interacciones que se están produciendo en nuestras vidas. Según esas personas lo que sucede no es casual, tiene un por qué y un para qué.
Tienen una consciencia especial que es «la visión y percepción que cada uno tiene de sí mismo y de los demás y el modo en que contempla e interpreta las experiencias cotidianas, la vida, la muerte, la divinidad, el mundo, los hechos y situaciones que le rodea, así como la escala de valores, las pautas vitales y las prioridades con las que afronta el día a día» (E. Carrillo Benito).
Estas señales o hechos, parecen una buena ocasión para pensar, valorar o reajustar las prioridades de cara al futuro. Unos mínimos filosóficos y éticos son absolutamente vitales para la continuidad de la vida humana en este Planeta: según Bertrand Russell: respeto y amor. La simple acción de observar lo que sucede, modifica lo que sucede. Si le ponemos esas dos energías positivas: se puede cambiar la realidad.