Azucena Hernández, 30 años después

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Por José Manuel Belmonte (Dr. en Ciencias Humanas por la Universidad de Estrasburgo, miembro de CiViCa)

Del 15 al 16 de octubre, volvió a nacer.  Su vida anterior quedó para siempre en el recuerdo. Habían pasado las primeras 26 primaveras mejores de su vida en las que tuvo todo lo que quiso.

Por José Manuel Belmonte (Dr. en Ciencias Humanas por la Universidad de Estrasburgo, miembro de CiViCa)

Del 15 al 16 de octubre, volvió a nacer.  Su vida anterior quedó para siempre en el recuerdo. Habían pasado las primeras 26 primaveras mejores de su vida en las que tuvo todo lo que quiso.

Azucena Hernández Iglesias, había venido al mundo en el Sur. llevaba consigo la luz, la juventud, la belleza y la alegría allá por donde iba. «Nací en Sevilla el 21 de marzo de 1960».  «A los  17 años me eligieron Miss Cataluña». Vivió un tiempo en un pueblo de Gerona. Donde le sonreía la vida.

«Yo quería ser actriz» Y… lo fue. Comenzaron a lloverle contratos para hacer  cine, teatro y revista. Cuenta en su haber hasta 23 películas. También apareció en algunos programas de Televisión y en seis capítulos de la «Antología de la Zarzuela».

Era una naciente estrella en todo su esplendor y allá donde iba todo se iluminaba.  Fue Stella, en Las eróticas vacaciones de Stella. Por entonces, «Si una chica como yo recién llegada al cine quiere hacer una película tiene que pasar por el aro y desnudarse».

A Madrid llegó, como era de esperar, para rodar una película, con 18 lozanas primaveras. España iniciaba la instauración de un sistema democrático, plasmado en la Constitución de 1978. Teóricamente, con la democracia, deberían surgir nuevas oportunidades.

En 1984 era portada de la revistaInterviú. Eran los años del destape y de las películas «S», sicalípticas, libidinosas o eróticas. Pero no hizo solo películas sensuales y de destape, aunque eso le sirvió para darse a conocer.  Ese año acababa de cumplir los 24… el horizonte soñado para una joven. Ante ella se abría una prometedora carrera.

Y dio otro gran paso. En 1986 consiguió un papel principal en el teatro con la obra Enrique IV, de Pirandello. Dirigida por José Tamayo y nada menos que con un actor reconocido y admirado, José María Rodero.

Ella resume su trayectoria: había conocido el amor y la fama, así que no podía ser más feliz. La vida era maravillosa. Se había acabado la etapa del destape, con películas de baja calidad.  Ahora estaba en la cumbre y sólo tenía 26 envidiables y alegres primaveras. La sonrisa y el humor no los perdió nunca.

Pero el escenario de su vida cambió de la noche a la mañana, nunca mejor dicho.  En la noche lluviosa del 15 al 16 de octubre de ese inolvidable año 1986, conduciendo su Peugeot, volvió a nacer. Dice que sufrió un aquaplaning en la carretera y se estrelló.

Se despertó en la UVI del hospital La Paz. Los pronósticos desde el principio eran muy pesimistas. Dudaran  que saliera de aquella noche. Después, que lograra salir de la Unidad de Cuidados Intensivos. Por último que no lograría  vivir mucho a causa de haber quedado tetrapléjica. Entre cuidados y operaciones, tuvo que pasar mucho tiempo en la Paz, después del terrible accidente.  Había perdido la movilidad desde el cuello para abajo, pero no había perdido ni un ápice sus ganas de luchar. Este fin de semana se cumplen ya 30 años.

No podemos ni imaginar el terremoto anímico, que pudo suponer ese zarpazo del destino, para una joven, en su plena lozanía y con un futuro esperanzador. Una cosa es decirlo y otra es pasarlo. Era la misma, pero nada era lo mismo.»Cuando me di cuenta de mi cruda realidad, me derrumbé. Me hundí. No me podía mover y eso era demasiado para mi madre y para mi hermano. Me sentía una carga y quise morirme. Lo sentía sobre todo por mi madre que me tenía que ayudar en todo. No quería ser una carga tan pesada para ella de por vida». Se desataron los miedos. Estaba totalmente inmóvil.

«Es verdad, que vinieron a ver muchísimos compañeros de profesión. Incluso el alcalde Tierno Galván. Las revistas lo publicaban. Tengo, como ves, algunas fotos de las revistas al lado de mi cama. Pero en cuanto se iban me envolvía la noche y la angustia».

 “Me quería morir. Sentía que no podía haber nadie más desgraciado que yo en el mundo. Me entró la depresión y toqué fondo o algo parecido».

Alguien se enteró y quiso aprovecharlo. Fue a la televisión para hacerle una entrevista, con vistas que apoyara la eutanasia. «Es verdad que yo me quería morir»»Me explicaron que mi experiencia y mi testimonio podía ayudar a muchas personas». La entrevista que me hizo Iñaki Gabilondo está ahí. En ella,  «pedía la eutanasia, porque lo veía todo negro. Creo que han hecho copias».

Es posible que quien oiga o vea esas entrevistas, no sepa que Azucena  sigue viva y está en Guadalajara desde 1990. Cuando llegó al Centro de Atención a Personas con Discapacidad Física (CAMF), su vida cambió, una vez más.  Como escribió Khalil Gilbran: «La vida no retrocede, ni se detiene en el ayer».

Así que en Guadalajara, poco a poco, con ayuda humana, médica y psicológica, viendo a muchos compañeros y compañeras en su misma situación, no ha mejorado su movilidad ni su capacidad para valerse, pero su ánimo no es el de hace treinta años. Sigue en silla de ruedas y pasa muchos días sin poder levantarse de la cama. Interiormente es más fuerte. En el CAMF hay otros 117 enfermos, más o menos en la misma situación. Ha ido remontando. La vida sigue.

Habla por teléfono con su madre. Tiene visitas. Y aunque muchos tal vez se hayan olvidado, de vez en cuando los periodistas hablan de ella. En las paredes de su habitación cuelgan fotos de ella en silla de ruedas con personas de su ayer, Andrés Pajares, Julio Iglesias, los Reyes D. Juan Carlos y Dª Sofía. También, por supuesto de su madre y de su hermano. No he visto escritos que reflejen nada de sus  cuatro paredes, ¿Las han visto? En esa cama y esa silla, se sigue moldeando la arcilla de su vida.

Los periodistas hablan de «La tragedia de Azucena Hernández«, de «La actriz del Madrid sicalíptico,  y de  Azucena Hernandez, en  Aquellas chicas de Interviú.  Tal vez porque a sus lectores, les interesa la actriz y no la persona.  Es posible que la enfermedad les haya causado tanto respeto que no se han atrevido a hablar de la persona que vive y aprende cada día a vivir con esa discapacidad, después de 30 años; esa mujer que ha madurado, sin perder la belleza, y que afirma: «la eutanasia ya no me interesa. Se  me han quitado las ganas de morir». La he visitado varias veces y, se lo he preguntado. Se cansa.

No todos los días está igual. Pienso hacerle una entrevista más cercana, no a la actriz, sino a la mujer. Quien vivió un pasado tan trepidante, que no podía ser más feliz, a quien todos sus sueños se le vinieron abajo como un castillo de naipes la noche del 15 al 16 de octubre,  y que al verse paralizada del cuello para abajo, «quería morirse porque nadie podía ser más desgraciado»…ha ido interiorizando su nueva situación. Luchando cada día y cada noche, -también de noche la tienen que ser cambiada de posición-, porque sin moverse tanto tiempo el dolor es tremendo.  Seguro que encuentra razones para vivir que tal vez a la gente le interesen. Ahí, se encuentra intacta su misma dignidad humana.  Tetrapléjica o subida a un escenario, es ella.

Con motivo de la muerte de Andrea, el 9 de octubre del año pasado, dije que también la muerte dulce duele. Me lo ha recordado facebook.

Azucena ni se rinde ni pierde el humor. Acaba de decir que ha hecho un pacto: «La muerte novata intentó matarme otras cinco o seis veces, una de un paro cardiaco en mitad de una cafetería, podría haber elegido un sitio sin nadie. Otra vez en el viaje a Lourdes, claro alguien hizo un milagro y me salve por los pelos. Otra vez con una asepsia o infección general, pues nada cuando me dijeron que ni mis órganos valían para un trasplante y me habían organizado un funeral de reina, voy y me curo. Otra vez con un cáncer de mama menos mal que uno de mis ángeles cuidadoras me palpo el pecho y lo vio, ahora no tengo tetas naturales pero si implantes, como cualquier famosa que se precie y algunos intentos suicidas que tuve pero que me acobarde más que otra cosa y neumonías varias. Al final nos hemos hecho amigas y hemos llegado a un acuerdo yo no me matare y ella dejara que me muera sola».

Esta recopilación de la primera parte de la vida de Azucena, junto con la entrevista que seguirá, serán un pequeño homenaje, a una mujer en su plenitud.  ¿La recordaría alguien hoy si cuando se le vino el mundo encima y entraba en un largo túnel, no hubiera decidido luchar hasta el final? ¿Cómo es esta mujer después de 30 años, consciente y llena de vida, en un centro de parapléjicos? Quien ayer tomaba el sol al desnudo, sobre la roca, ¿ha vuelto a escuchar música y soñar?

La entrevista que le hice a la cabecera de su cama, saldrá ya otro día. Pero, antes Azucena quiere deciros: «por favor tomaros algo estos días a mi salud, que falta me hará, y celebrar la vida día a día con lo que tengáis y si estáis preocupados me gustaría daros mi apoyo y mi ejemplo por si os vale de algo».

VIDEO HOMENAJE: Realizado por Iván Fominaya Monroy.

BELMONTE
BELMONTE
Dr. en Ciencias Humanas por la Universidad de Estrasburgo, miembro de CíViCa