La orientación sexual no se hereda, se adquiere (II)
09/10/2016
Eutanasia 2.0: Holanda quiere que cualquiera pueda pedirla aunque no esté enfermo
14/10/2016

Por Manuel Alfonseca, Doctor Ingeniero de Telecomunicación y Licenciado en Informática, Profesor Honorario de la Universidad Autónoma de Madrid, Publicado en el Blog Divulgación de la ciencia, el 8 de Septiembre de 2016 (cuadro: La Condena de Socrates)

En varios artículos anteriores he avisado de algunos de los peligros que amenazan al avance de la ciencia, que durante más de dos siglos y medio parecía casi imparable. Uno de los más importantes es el predominio que están consiguiendo sobre lo que dice la ciencia ciertas ideologías con mucha influencia política, que cuando ven atacadas sus ideas, o bien pasan olímpicamente de lo que dice la ciencia, o bien lo califican directamente de seudociencia.

Por Manuel Alfonseca, Doctor Ingeniero de Telecomunicación y Licenciado en Informática, Profesor Honorario de la Universidad Autónoma de Madrid, Publicado en el Blog Divulgación de la ciencia, el 8 de Septiembre de 2016 (cuadro: La Condena de Socrates)

En varios artículos anteriores he avisado de algunos de los peligros que amenazan al avance de la ciencia, que durante más de dos siglos y medio parecía casi imparable. Uno de los más importantes es el predominio que están consiguiendo sobre lo que dice la ciencia ciertas ideologías con mucha influencia política, que cuando ven atacadas sus ideas, o bien pasan olímpicamente de lo que dice la ciencia, o bien lo califican directamente de seudociencia.

  • Es un hecho científicamente indiscutible que la vida de un ser humano comienza en el momento de la fecundación de un óvulo por un espermatozoide. A pesar de lo que digan ciertos políticos y periodistas, no existen discrepancias en el mundo científico respecto a esta cuestión. En un artículo anterior he resumido el consenso científico al respecto, un consenso que se mantiene desde hace más de un siglo y medio. A pesar de ello, los defensores de cierta ideología feminista radical se empeñan en proclamar un supuesto derecho al aborto que en realidad sería el derecho a matar a los hijos, y eso a sabiendas de que es claramente inconstitucional, como han señalado numerosas instancias jurídicas, aunque no hace falta ser experto en leyes para comprobarlo.  Si estas leyes aberrantes se mantienen, se debe a la cobardía de los gobernantes, que no se atreven a derogarlas, y del tribunal constitucional, que no se atreve a enfrentarse abiertamente a la ideología dominante. El resultado es un paso atrás en la defensa de los derechos humanos. Volvemos a la Edad Media, cuando los padres tenían derecho de vida y muerte sobre sus hijos (ahora se les concede ese derecho a las madres). Volvemos a las épocas esclavistas, cuando unos seres humanos (los amos) tenían derecho de vida y muerte sobre otros (sus esclavos). Volvemos a la época del Imperio Romano, cuando eran legales el aborto y el infanticidio hasta 24 horas después del nacimiento. ¿Es esto lo que llaman progreso? Yo lo llamaría más bien retroceso
  • Otra ideología dominante, la de género, se basa en premisas científicamente absurdas, como la afirmación de que el sexo de cada persona no tiene nada que ver con los genes ni con la construcción corporal. Para disfrazar la falacia, al sexo lo llaman género, un concepto puramente gramatical que no es lo mismo que el sexo, aunque a veces coincidan. Los defensores de esta ideología anticientífica están consiguiendo arrebatar a los padres el derecho constitucional a la educación de sus hijos, imponiendo su enseñanza en las escuelas: otra acción claramente anticonstitucional a la que ningún gobernante se atreve a oponerse.
  • Cuando en un estado norteamericano se aprueba una ley que impone a los colegios la prohibición de enseñar la teoría de la evolución, o la obligación de ofrecer como alternativa la creación del mundo en seis días, o cualquier otra opción no científica, los científicos protestamos, y es correcto que lo hagamos. Gracias a eso, todas estas leyes han sido derogadas por instancias superiores, más pronto o más tarde.
  • Todas estas aberraciones son posibles como consecuencia de la imposición de otra ideología (el relativismo) que sostiene que la verdad es un concepto pasado de moda, porque no existen verdades absolutas, cada uno puede elegir las suyas. Se impone la idea de que la verdad y la falsedad, el bien y el mal, son algo maleable; que los parlamentos tienen derecho a decidir por mayoría sobre la ciencia o sobre la definición del bien y del mal. El colmo del absurdo es que se arroguen semejante derecho los miembros de un Congreso de Diputados cuyos conocimientos científicos suelen ser prácticamene nulos.

El relativismo es científica y filosóficamente absurdo, pues se apoya en una afirmación falsa:

No existen verdades absolutas

Considerémosla. Supongamos que no sea una verdad absoluta. Entonces ¿por qué habría que hacerle caso? Supongamos que sí lo sea. Entonces sería falsa, pues al menos habría una verdad absoluta.

Si estas ideologías se imponen, será el fin de la ciencia y el principio de lo que C.S.lewis (foto adjunta) llamó la abolición del hombre. Frente a esto, las dos afirmaciones que siguen me parecen evidentes:

  • Un científico está obligado a defender la verdad científica contra cualquier imposición ideológica, sea del signo que sea.
  • Un parlamento se extralimita en sus funciones si retira el derecho a la vida a un colectivo cualquiera, o si se inmiscuye en cuestiones científicas que no le competen, como la definición de qué es un ser humano. Cualquier día se plantearán la derogación de la mecánica cuántica o de la teoría de la relatividad.
  • Un solo error flagrante desacredita a un gobierno, como pasó en Atenas con la condena de Sócrates, que desprestigió para siempre a la democracia ateniense. Nuestros gobiernos y nuestros parlamentos podrían pasar a la historia por razones opuestas a las que ellos suponen.