La luz en África, fuente de progreso y libertad.

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Por José Manuel Belmonte (Dr. en Ciencias Humanas por la Universidad de Estrasburgo, miembro de CiViCa)

Gracias a quienes trabajan por un mundo mejor desde cada amanecer, en este planeta hay luz.
Por eso es el planeta de los horizontes amplios, de las mentes abiertas, de los sentimientos nobles. Se busca la luz sin preocuparse de fronteras, ni de penurias. Merece la pena vivir para verlo y contarlo.

Por José Manuel Belmonte (Dr. en Ciencias Humanas por la Universidad de Estrasburgo, miembro de CiViCa)

Gracias a quienes trabajan por un mundo mejor desde cada amanecer, en este planeta hay luz.
Por eso es el planeta de los horizontes amplios, de las mentes abiertas, de los sentimientos nobles. Se busca la luz sin preocuparse de fronteras, ni de penurias. Merece la pena vivir para verlo y contarlo.

Me han pedido insistir sobre esa luz, pero en África.  África  es un continente con un potencial desconocido. Dejaremos por el momento la falta de agua, la falta de alimentos y de bienestar que provocan migraciones. Muchos no saben que ese continente negro es el continente de la luz, pero vive casi a oscuras y de espaldas al progreso.

Según datos de la Agencia Internacional de la Energía (IEA), el Sol proporciona una energía 7.700 veces mayor que la demanda energética global (alrededor de 136.000 teravatios-hora, según cálculos).

Curiosamente, gracias a la fuerte radiación solar existente en muchos países africanos, puede decirse que el continente ofrece condiciones especialmente favorables para la producción de energía solar.

Precisando un poco más, según cálculos de la organización ecologista Greenpeace, tan salo con la instalación de centrales de energía solar en el 2% de la superficie del Sáhara se podría satisfacer por completo la demanda eléctrica mundial.

Son datos reveladores, pero que a casi nadie interesaban, ni allí, ni aquí, a juzgar por lo que se ha hecho hasta ahora. Los países productores de petróleo y carbón quieren vender a toda costa y a cualquier precio la energía proveniente de sus explotaciones. Dan la espalda al África solar. Las naciones que integran el continente tienen carencias políticas o/y económicas, que recortaban cualquier expectativa.

El reto y el futuro.

No olvidemos que, unos 600 millones de personas en África,  no tiene acceso a la electricidad, sobre todo en las zonas rurales. Es decir, más del 60% de la población total. De seguir la tasa de crecimiento actual, dentro de 15 años serán ya 700 millones.

Por eso, Naciones Unidas lanzó el proyecto de 2014 – 2024 como la Década de la Energía Sostenible para Todos. Ban Ki-moon, declaró en la presentación: “la energía es el hilo de oro que une el crecimiento económico, la equidad social y un medio ambiente sano. El desarrollo sostenible no es posible sin energía sostenible”.

Con ser ciertos los datos de la Agencia Internacional de la Energía, poner en funcionamiento las plantas de energía solar supondría un alto coste. Se necesitaba voluntad política y desembolso económico de los países desarrollados.

El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, con la aprobación de la Cámara de los Representantes, firmaba la llamada Electrify Africa Act o Ley de Electrificación de África, que aboga a que las compañías privadas puedan invertir en solucionar el acceso a la electricidad de 50 millones de personas en el continente africano antes del año 2020.

Se necesita información e iniciativas apoyadas en las necesidades de los pueblos. Pero nada se improvisa, ni surge por decreto.

Energía es progreso.

En África hay muchos pueblos donde la electricidad no llega. Sin energía eléctrica los días se acortan, a las 7 de la tarde anochece. Hay inseguridad y delincuencia. La gente emplea mucho tiempo y esfuerzo para buscar y acarrear leña para cocinar. Sin luz se recorta tiempo para la educación, la atención personal y la familia.

Son las mujeres quienes más padecen esa necesidad, porque: “Salíamos a buscar leña para cocinar e iluminar la casa con una hoguera. Era muy peligroso. Nos afectaba a la salud, sobre todo la de los más pequeños, las calles eran más inseguras al caer la noche, no teníamos mucho tiempo para llevar una familia y poder realizar otros trabajos o relacionarnos entre nosotras. La tarea diaria de mantener el fuego nos llevaba demasiadas horas”.

Los misioneros y alguna ONG se dieron cuenta del problema ya hace años, conviviendo y escuchando a la gente.

Benin, antigua Dahomey, ubicado en el centro-oeste de África y limitado por Togo, Nigeria, Níger y Burkina Faso. Benin es una antigua colonia francesa y un ejemplo. Si bien el ejemplo no es la nación como tal, sino una población de tres mil habitantes, agrícola, en la norteña sabana,  llamada Fô-Bouré.

La vida de la comunidad, experimentó una mejoría creciente a partir de 1988, con el establecimiento de una misión católica regida por los sacerdotes Juan Pablo López y Rafael Quirós, procedentes de la diócesis española de Calahora y La Calzada-Logroño. La cooperación española sigue siendo importante después de 28 años. (No siempre se valora la contribución de los misioneros -ellos y ellas- al progreso de los pueblos donde trabajan).

Si bien no fue hasta 2009 cuando, gracias a la iniciativa de un grupo de mujeres, da el salto al lograr la implantación de un sistema de iluminación por energía fotovoltaica que ha servido de ejemplo a todo el país.  Ellas plantearon sus demandas a los responsables de la parroquia, los misioneros españoles. La escasez generalizada de energía tenía un considerable impacto en la población tanto en la educación, como en la salud, la sanidad y también en la seguridad y el trabajo.

Los responsables, conscientes de su responsabilidad no solo en el terreno religioso, iniciaron gestiones con diversas organizaciones para lanzar un proyecto pionero para lograr mejorar la calidad de vida de toda una comunidad. Gracias a organizaciones como Energía Sin Fronteras, Mensajeros de la Paz y al compromiso de los habitantes, logran implantar energía solar en el centro de salud y en la maternidad, y además instalar en las principales calles, treinta y dos farolas autónomas.

El presupuesto de 190.000 € del Parque Solar de Fô-Bouré fue financiado mediante aportaciones dinerarias de la Fundación Ingenieros ICAI para el Desarrollo, Amigos de Energía sin Fronteras, fondos de la misión y las aportaciones en especie de las empresas Praxia, Unión Fenosa y Sunpower.

Eso señaló el camino.  “Ha cambiado radicalmente la vida de la gente. El día no se termina cuando oscurece a las siete de la tarde, ahora hacen vida hasta la hora de acostarse. Asimismo, nuevas y variadas actividades han surgido bajo la luz de las farolas: profesores dando clase, alumnos estudiando, peluqueras trenzando el pelo etc. que antes no podían hacer porque no había luz”, dice el misionero Juan Pablo López.

Así Fô-Bouré: fue conocido comoel pueblo de la luz y como ejemplo para implantar el sistema en otras localidades del país.  Era el primer paso.

Luego, han seguido trabajando hasta crear un parque solar con 198 paneles para abastecer al pueblo y llevar la luz a los hogares a coste muy bajo. Con ello llegaba el progreso y los puestos de trabajo, en 2014. El misionero reconoce la importancia de la iniciativa: “La llegada de la planta de energía solar fue subir un nivel, una auténtica revolución social para todos, especialmente para la mujer. Poder tener luz en las casas aportó una serie de beneficios para el pueblo: ha aumentado la economía y las mujeres son partícipes de ella. También gente de otros lugares vecinos vinieron a vivir a Fô-Bouré, sobre todo maestros. Aquí pueden tener un frigorífico, un ventilador o preparar la lección para el día siguiente etc.».

Las mujeres ahora son más libres. La luz eléctrica ha regalado horas de vida, mejora de atención en los hospitales y pueden ayudar con su trabajo a la economía familiar y local. Ya no son esclavas de la leña y del fuego.

Las renovables son el futuro.

Lo conseguido en  la remota localidad de Fô-Bouré  en Benin, ha despertado a las naciones del entorno, de su letargo. Han venido, han visto que se puede.

Pero también despertó el interés de las multinacionales de las energías renovables. Un macro proyecto Desertec, pretendía generara el 15% de la energía solar y eólica durante los próximos 40 años. Gigantes de la energía alemanes, con participación inicial de empresas francesas, italiana y españolas estaban en el proyecto. Se calculó un coste de más de 400 mil millones.  Pero… finalmente anunciaron el abandono del proyecto.

Fue entonces cuando Blue Energy se ofreció para crear en Ghana, la mayor central de energía solar fotovoltaica de África, con  630.000 paneles. El gobierno de este país pretendía alcanzar el objetivo de que el 10% de la energía que necesita el país fuera procedente de energías renovables, antes de 2020. Y en ello trabajan, si bien ya en 2016 Ghana conecta a la red su primera planta fotovoltaica a gran escala.

Aunque para Europa, el abandono del macro proyecto fue muy duro, lo cierto es que la nueva revolución pasa por la energía. Muchas naciones y millones de personas esperan, que también para ellos «se haga la luz». Esperan que sus gobiernos y las Empresas pioneras en energías renovables, jueguen sus cartas y apuesten por la inversión  en la energía sostenible y el futuro sostenible.

Se pugna actualmente  por construir el parque solar más grande del mundo, en muchas naciones de los cinco continentes. El sol no tiene prisa, los pueblos han aguardado demasiado tiempo.

BELMONTE
BELMONTE
Dr. en Ciencias Humanas por la Universidad de Estrasburgo, miembro de CíViCa