No se nombra. Se oculta, y… ¡no se quiere ver!

Fecundación in Vitro I
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Por José Manuel Belmonte (Dr. en Ciencias Humanas por la Universidad de Estrasburgo, miembro de CiViCa) 
¿Qué puede ser? Sin duda algo muy importante que hay que descubrir. No es normal que no se quiera ver, si es importante. No es normal que se quiera esconder para que no se vea. Si algunas personas solo ven lo que han decidido ver y no la realidad, puede ser un mecanismo de defensa o miedo a afrontar las consecuencias. En ambos casos, mirar para otro lado, es una cobardía. Un autoengaño.
 
En el artículo anterior "La estadística alerta sobre la miopía política y social", me hacía eco del "aspecto económico" de la disminución de nacimientos.  Se está incrementando la "reserva anciana" del planeta, poniendo en peligro, primero, el pago de las pensiones y luego, el futuro del sistema de bienestar social.

Por José Manuel Belmonte (Dr. en Ciencias Humanas por la Universidad de Estrasburgo, miembro de CiViCa)
¿Qué puede ser? Sin duda algo muy importante que hay que descubrir. No es normal que no se quiera ver, si es importante. No es normal que se quiera esconder para que no se vea. Si algunas personas solo ven lo que han decidido ver y no la realidad, puede ser un mecanismo de defensa o miedo a afrontar las consecuencias. En ambos casos, mirar para otro lado, es una cobardía. Un autoengaño.

En el artículo anterior «La estadística alerta sobre la miopía política y social«, me hacía eco del «aspecto económico» de la disminución de nacimientos.  Se está incrementando la «reserva anciana» del planeta, poniendo en peligro, primero, el pago de las pensiones y luego, el futuro del sistema de bienestar social.

Esa disminución de nacimientos no es debida solamente a la disminución de los embarazos, sino también a la muerte de muchos niños durante su gestación.  Pero curiosamente, los abortos casi no se nombran. Se ocultan, no se quieren ver. Pero, hipócritamente se financian con dinero de todos los ciudadanos, estén o no de acuerdo con ellos. Por eso, hoy no puedo hablar de miopía, sino de «ocultar» y «no querer ver».
«Lo que no se ve no existe«, es el engaño del dinero y los gobiernos, así como de organizaciones dedicadas al aborto. Difunden pensamientos que preparan  para  su aceptación social y posterior aprobación legal. Se difunden o se imponen, machacando hasta que se aceptan ideas «progresistas» como  «nuevos derechos»,  sin  «más referencia ética que el deseo de algunas minorías y la acción organizada de determinados lobbies afanados por cambiar la realidad según sus gustos», (T. García Noblejas, Los «nuevos derechos» contra los derechos humanos).

Pero «lo que no se quiere que se vea , existe«. Ahí está la corrupción social y política;  ahí está el fraude fiscal y los Papeles de Panamá; y ahí está el números de abortos diarios y las estadísticas anuales de los mismos.

Cada vez más gente se atreve a investigarlo, fotografiarlo, contarlo y descubrirlo. Descubrirlo y contarlo no es un escándalo, el escándalo es que exista. Por eso hay que hacer que se vea todo lo que ocultan, lo que no quieren que se vea… a los ladrones, violadores, terroristas, racistas, etc.

“Hasta que no se lograron proteger y difundir las primeras fotos de violencia racial en Estados Unidos y mostrar esa realidad, se negaba lo que estaba ocurriendo. El ver la realidad hizo a la gente reaccionar” A. L. King.

Eso pasa con el aborto. Cada día que pasa estamos más cerca de arrancar la venda de los ojos y saber lo que es la vida que crece en una mujer embarazada. Cada día la gente tiene menos miedo a ver con sus propios ojos y se atreve a decir lo que ve, lo que sufre o lo que tiene que soportar. Cada día nos sentimos más libres para ejercitar y desarrollar las propias alas. Cada día estamos más cerca de la verdad.

La ciencia ha avanzado y demuestra que en el vientre de una mujer embarazada hay una vida. Es un ser humano. Aunque lo negara aquella ministra de Zapatero.  Cuando aprobó la ley del aborto libre, lo llamó, engañosamente: «Ley de salud sexual y reproductiva». Esa mentira está en el origen de la muerte de millones de seres indefensos.

Pero ya no se engaña más que a quien quiere ser engañado por las palabras embaucadoras de los políticos, lobbies y medios. Acabar con un ser humano, por muy pequeño que sea, ni es salud, ni es un derecho de la sociedad ni de otro ser humano, aunque sea su madre.

Tampoco la esclavitud era un derecho de los ricos, ni de los blancos. Porque los negros son personas y tienen los mismo derechos que los blancos. Y la mujer tiene los mismos derechos que el varón, pero no más. A pesar de que  haya violencia de género y muertes «por machismo» la mujer es un ser libre, y no es propiedad de nadie. Han tenido que pasar años de lucha, para alcanzar el reconocimiento en la igualdad de derechos.

Han cambiado la palabra «aborto» por «salud»; por el «derecho a decidir» de la mujer. ¡Nadie puede negar a la mujer el derecho a decidir! La clave es, el qué.  Lo que se desea es «que el derecho a decidir sea derecho a quitar la vida a su hijo». Ese derecho no existe. En todo caso son sus decisiones y no sus condiciones, las que determinen su destino.

No se trata de cambiar una palabra por otra. Hay algo más que libertad de expresión. No es un debate semántico, sino una confrontación de «juicios, opiniones y valores”.  Por eso, más que debate semántico es un debate de valores éticos y humanos.Cambiar la palabra supone un salto cualitativo jurídico, político y ético. Hay argumentos que son sofismas. Un sofisma es una argumentación falsa, con apariencia verdadera. Pretende confundir a personas, sobre todo a las menos preparadas.

A pesar de la cobardía de los gobiernos de izquierdas y de derechas, el embrión, el feto, el niño, el adulto, el anciano, el viejo o el moribundo, es el mismo y único ser, en diversos momentos de su vida. Todos hemos pasado o pasaremos por esas etapas. Y todas deben ser y estar protegidas al estar amparadas por el «derecho humano a la vida» que es el primer derecho y el fundamento de todos los demás.

¡No quiere ver! Cuando una mujer se somete al aborto sin saber en realidad lo que es, ni lo que hacen a esa criatura, ni cómo la utilizan, ni el mal que se hace a sí misma, debería saber qué riesgos corre y por qué.

No quieren que se hable del aborto, no quieren que se vea lo terrible que es la aniquilación del ser que lleva dentro. Algo deben sospechar si ni siquiera quieren ver la ecografía del ser que llevan, ni escuchar su latido. Parecen preferir  la farsa de Groucho Marx: «¿a quién va usted a creer a mi o a sus propios ojos?»

Hay algunas personas que han trabajado en esas «clínicas» donde se practican los abortos. Son mujeres que incluso se han sometido una o varias veces al aborto… y llega un momento en que sienten la necesidad de contar lo que allí sucede. Su único interés que otras vean la realidad.

Habrá gente que lo siga negando. También negaron en su día la esclavitud,  el Holocausto, o la corrupción. De nada servirá. La verdad se abre paso, no cambia aunque se mire hacia otro lado.

La experiencia de lo vivido puede abrir los ojos ante la realidad.   Primero: La realidad misma contada por personas expertas. Sin ocultar los riesgos físicos y psicológicos que corre la mujer con el aborto.

Hay videos que descubren la realidad del aborto y lo que ni los políticos ni médicos te van a contar. Aunque sea dura, la verdad no  engaña. Había vida. Hay destrucción. Eliminación cruenta de un ser humano. Y personas y empresas que se lucran de esas muertes y de la venta total o de las partes de un ser humano. Todo sin control y sin ética. No es un derecho. Es un ser humano es el hijo de una madre.


Después: La experiencia. No es lo mismo relatar lo que se hace en una clínica abortista, que trabajar en ella.No es lo mismo decir lo que allí se hace, que pasarlo. Patricia Sandoval ha estado en Madrid, en el marco del VIII Encuentro de Delegados y Voluntarios de Derecho a Vivir (HazteOir 2016-04-03) a donde fue invitada.

 No voy a adelantar nada de lo que dijo porque deseo que lo escuchen de viva voz lo que ha vivido como mujer y como enfermera en la clínica Planned Parenthood. Es posiblemente la clínica abortista más famosa del mundo, donde todo está programado para ganar dinero y donde incluso las palabras «feto» o «bebé» están prohibidas, y en su lugar deben  usar, «montón de células» o «saco de células». Escuchen en la voz de Patricia en «Mi testimonio sobre el aborto en Planned Parenthood«

Seguro que es impresionante. Pero es también eficaz. Lo ha sido. Ha tenido una repercusión enorme y eso ha dado sus frutos. Me lo cuenta un amigo. Según él, su amiga Marta, le pasó el video de Patricia a una amiga. Y esta fue su respuesta: “Marta: estoy embarazada y había decidido abortar, pues estoy muy mal económicamente y ya tengo dos hijos… pero ver el testimonio de Patricia Sandoval me salvó a mi hija y a mí”.

BELMONTE
BELMONTE
Dr. en Ciencias Humanas por la Universidad de Estrasburgo, miembro de CíViCa