Por José Manuel Belmonte (Dr. en Ciencias Humanas por la Universidad de Estrasburgo, miembro de CiViCa)
Son más de la mitad de la Humanidad. Sin ellas no habría futuro. Hombres y mujeres no somos iguales ni lo seremos nunca. Sus derechos son los mismos. Es justo respetarlos y aplicarlos. Pero es un error equipararlos.
Por José Manuel Belmonte (Dr. en Ciencias Humanas por la Universidad de Estrasburgo, miembro de CiViCa)
Son más de la mitad de la Humanidad. Sin ellas no habría futuro. Hombres y mujeres no somos iguales ni lo seremos nunca. Sus derechos son los mismos. Es justo respetarlos y aplicarlos. Pero es un error equipararlos.
Dedicar un Día Internacional a la Mujer Trabajadora, pudo ser un intento reivindicativo (sindicalista) en su momento, pero ella-como mujer-no lo necesita, porque ni es inferior al varón por ser distinta, ni siendo especial necesita ser reconocida para ser perfecta. Es la sociedad y los varones quienes necesitan reflexionar sobre el trato y sobre la forma en que «ellos» entienden y aplican la igualdad. Si se constata que en muchos casos la igualdad no es real ni efectiva para todas ellas y en todas partes, es que aún existe la discriminación o lo que sería más terrible…que de alguna forma hay explotación. Más que para celebrar logros es un día para poner el foco en lo que aun falta conseguir.
Desde que la ONU, en 1975 declarara oficialmente elDía de la Mujer, ha evolucionado. La mujer ha trabajado siempre y mucho, si bien su trabajo no ha sido ni bien remunerado ni reconocido. La familia y la escuela han discriminado a la mujer, primando la educación del varón y su incorporación al trabajo. El Día de la Mujer «Trabajadora» ha ido perdiendo el adjetivo «Trabajadora», porque «es insultante. Sobre todo para tantas mujeres que llevan su casa y su familia, y hacen de este mundo el espacio maravilloso en el que tanto nos gusta vivir» (S. Sostres).
Cuando, por fin, ellas han podido prepararse y estudiar, se han incorporado al mercado laboral. Aunque ni aquí ni en la mayoría de países se dan aún las condiciones para que esa incorporación sea general. En el mundo laboral sigue discriminada en salario y también en acceso a puestos directivos de empresas y medios de comunicación o encabezar listas electorales en política y en la esfera religiosa. Ellas siguen como siempre, dando más por menos y con menor reconocimiento. Trabajar fuera de casa, no la libera del trabajo en casa y la atención a la familia. En la mayoría de los hogares no hay conciliación, sino duplicidad.
Así pues, en el siglo XXI «Convivimos con una especie de machismo light que consiste en defender la igualdad, pero hacer lo mínimo posible para que se haga realidad» (Casimiro G-Abadillo). Y lo peor es que a nadie parece importar esa desigualdad, ni siquiera a las más interesadas que deberían ser la mujer y al movimiento feminista. Algunas promesas políticas y algunas empresas hablan de ir hacia el «teletrabajo», más que a la igualdad y la justicia, para facilitar las cosas.
Pese a algunos avances, puede decirse que, en general, la discriminación no es tan «light», ni mucho menos. No hay una educación desde niños. Ni en la familia ni los centros escolares educan para que el varón «comparta» el trabajo del hogar. Si familiarmente y laboralmente no hay conciliación, «no se ponen de acuerdo los que estaban en desacuerdo» (RAE) lo que se pone son los pilares de la violencia que produce el machismo y la explotación.
Cuando desde la familia y desde todos los estratos sociales y políticos, no se apuesta decididamente por la vida, la ética, el respeto y la dignidad de la mujer, surgen problemas, más pronto que tarde.
Las administraciones no ponen en valor la dignidad de la mujer ni ofrecen medios de ayuda necesarios para que llegado su momento pueda ser madre, algo insustituible y necesario socialmente. Ofrecen y financian la interrupción del embarazo sin importar la batalla que la mujer libra en su interior, en su familia y de cara al futuro, en la sociedad. El aborto y el Síndrome Post Aborto, además de eliminar una vida, dañan irreversiblemente a la mujer.
Es hora de pasar de las palabras a los hechos.
La mutilación genital femenina,(MGF). Desde el principio y desde la familia, se está violando la integridad física, y la salud de la mujer. Se pretende ignorar el hecho y se calla que hay 125 millones de niñas y mujeres, mutiladas en más de 29 países y que cada minuto son mutiladas más de 5 niñas. Se sabe que en Europa hay más de 500.000 que han padecido la ablación genital, -algunas llegadas ya en esa situación, y otras que se lo han realizado aquí- por cortadoras que vienen y se van o se diluyen en el anonimato, pero que a quienes se lo hacen les ocasionará problemas de salud y dolor posiblemente mientras vivan.
No suele haber denuncias, porque la MGF se realiza a petición de la familia y en la casa, a niñas desde la infancia a los 15 años. El padre paga o gratifica a la cortadora.
Algunos médicos como el Dr. Pierre Foldes y su Fundación intentan ayudar a esas mujeres, mediante la reconstrucción y sanación genital. Este médico francés dice que la MGF «es como una violación. La violación es el sexo con violencia. La MGF es violencia contra el sexo. Ambas imponen la dominación por parte de los hombres«.
Las violaciones. Mayores en número. Son agresiones sexuales con penetración, (en la jerga policial). Las cifras globales (de violaciones denunciadas), revelan que solo en un día se cometen 903 violaciones, mientras que al año son registradas 329.708 violaciones en todo el mundo Tan solo en España, según datos a 2011, son tres cada día; una cada ocho horas.
Detrás de cada una de ellas hay una profunda humillación, violencia física y psíquica, y unas secuelas que tardarán tiempo en cicatrizar (quizás no lo hagan nunca) con las que la víctima tendrá que aprender a convivir, generalmente con apoyo psicológico.
La esclavitud sexual. Es conocido el aprecio a la mujer en ciertas culturas, o todo lo contrario. En esas culturas, en la guerra pasan a violaciones sistemáticas y esclavitud, según relatan algunas (mujeres y niñas) que consiguieron escapar del ISIS, en Irak, Siria, etc. Las consideran objetos sexuales y «un botín de guerra». Las niñas y jóvenes pueden ser vendidas como esclavas, al poco de secuestrarlas, pero antes se las entregan a los soldados como «salario» (Sudan del Sur). Las FARC, por su parte, si quedaban embarazadas, las obligaba a abortar. Algunas estaban en avanzado estado de gestación.
La prostitución. Ni el comercio ni la esclavitud están lejos. La prostitución mueve mucho dinero. En la mayoría de países, hay mujeres explotadas sexualmente. Son captadas en sus países de origen por redes mafiosas, y llegan engañadas con promesas de trabajo. Son esclavizadas y prostituidas hasta que el cuerpo aguante, o alguna burle la férrea vigilancia, huya y denuncie. Como la nigeriana de 19 años, captada a los 15, prostituida en Libia durante 2 años y explotada en España en un prostíbulo, del que pudo huir. Las mafias y el varón están en la base del negocio de explotación femenina.
No hace mucho que se han montado algunas tímidas campañas por la Dirección General de la Policía: «Con la trata no hay trato». Pero ni es masiva ni se llega a la cúpula del problema.
El matrimonio infantil. Mientras la gente se distrae con matrimonios civiles o religiosos, en muchos lugares, las niñas y jóvenes ni pueden manifestar su deseo o su rechazo al matrimonio. Están concertadoscon varones que, en muchos casos las triplican en edad. Con el consentimiento de sus propios padres, se las arranca de la escuela y de la familia.
Sobre este tema, puede verse un impactante vídeo de la ONG UNICEF para alertar sobre ese tema y que se titula «La boda de tus sueños, salvo por un detalle». Su caso no es único ya que 15 millones de niñas se casarán este año antes de cumplir los 18, la mayoría en África y Asia. Si lo saben pueden poyar a UNICEF para erradicar esa práctica.
EL honor del deshonor. Recuerden, por ejemplo Anusha, una niña a quien sus padres dieron muerte por “honor”. La atacaron,- inhumanos-, con ácido. Tenía 14 años. Sucedió en la aldea de Saidpur Bela, Cachemira, al norte de Pakistán.
Mientras a la mujer no se la respete y se le reconozcan los mismos derechos que a los hombres no hay que parar hasta lanzar una campaña contra el machismo en cada país. Ni tienen por qué esconderse tras un velo, ni ser maltratadas, ni mutiladas. Son seres libres. Merecen el respeto y la dignidad de un ser humano. No son ni deben ser moneda de cambio de cualquier aberración. Pero lo están siendo, simplemente por un supuesto “honor”, o por costumbres tribales de conveniencia “machista”.
Víctimas de la violencia de género. Añádase a todo lo anterior, la manifestación más extrema de esta violencia machista. Son las mujeres que mueren a manos de sus parejas o exparejas. La violencia de género afecta a mujeres de todas las edades, clase social. ¿Importa que la victima sea nativa o extranjera? ¿Eso las devolverá la vida?
Parece olvidarse el siguiente dato muy preocupante. Según los datos oficiales, aumentan las denuncias por violencia de género en 2015 en España: 347 al día, 123.725 al año. Y ojo, agresores y víctimas son cada vez más jóvenes. La última 19 año y solo eran novios.
Los jueces, a veces se equivocan. Mi particular homenaje a la mujer y a la verdad, termina denunciando la falta de respeto a la mujer, también entre los jueces.
Hay sentencias desconcertantes que más que defender a la victima parecen favorecer al agresor. Por citar alguna. Una pareja vivía en la isla de Mallorca. Tan solo un año después de firmar la orden de alejamiento -aún vigente- porque las llamadas y las amenazas continuaban incluso en Mallorca y hasta con el punto de encuentro como escenario, el marido se va a vivir a Córdoba. El Juzgado ha decidido que no debe ser el padre el único costee los traslados para ver a la menor para los encuentros. Con lo que ella deberá trasladarse hasta Córdoba (847km por tierra y mar 14h 57min, según Google, o por avión y taxis), en meses alternos para cumplir con el nuevo régimen de visitas. «Me obligan a llevar a mi hija con mi maltratador y no puedo negarme legalmente», denuncia. ¿Pagara el juez los viajes de ida y vuelta y la dieta?
El silencio internacional y de los medios. El silencio y la indiferencia ocultaron lo que acababa de suceder 4 días antes, a pesar de su gravedad.
En Yemen, el día 4 de marzo, un grupo de terroristas islámicos, asaltaron un albergue y asesinaron cruelmente a sangre fría a cuatro de las monjas Misioneras de la Caridad, de la Orden de Teresa de Calcuta. La superiora al escuchar los disparos, corrió a la capilla, donde guardaban el santísimo, para evitar su profanación. Ese gesto la salvó la vida, porque no la encontraron. Para dejar claro su sello y su odio de fanatismo religioso anti cristiano, antes de marchar decapitaron a dos de ellas. Luego, ante la mirada aterrorizada de algunos ancianos, dispararon sus metralletas contra ellos, matando a 8 de los ancianos. Y se fueron entre gritos de júbilo poniendo a su dios por testigo de su hazaña.
Cuatro días después, el día Internacional de la Mujer el silencio mediático y la indiferencia de la comunidad internacional callaba, ignorado la masacre perpetrada. El Papa ha denunciado al mismo tiempo el martirio y el silencio. Las religiosas y los ocho ancianos masacrados han sido víctimas de los asesinos yihadistas, pero también de «la indiferencia» de los medios. En 2015, más de 7.000 cristianos han sido asesinados por su fe, (datos comprobados por la organización Open Doors).
Así que paradójicamente este año, en el Día Internacional de la Mujer, que no es una celebración, sino la conmemoración de la tragedia sucedió en una fábrica de camisas ubicada en Nueva York, el 25 de marzo de 1911, nadie ha mencionado a estas mujeres trabajadoras que han muerto en acto de servicio, con el delantal puesto. ¿Por qué?