La bici: una alternativa con mucho recorrido

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Por José Manuel Belmonte (Dr. en Ciencias Humanas por la Universidad de Estrasburgo, miembro de CiViCa)

La estafa a millones de ciudadanos, por la manipulación de los motores y la contaminación de ciudades y personas por la emisión de gases -hasta 40 veces más de lo normal- es muy grave. El daño por el fraude del "dieselgate", en  muchos casos, será irreparable.

No parece que una simple reprogramación del software que permite esquivar los controles de emisiones contaminantes sea una solución fácil. ¿Si así fuera no se habría hecho antes? De momento hay varios millones de vehículos circulando con los motores trucados en varios países, y en varias marcas.

Suele decirse que el prestigio, personal y también el nacional, cuesta muchos años conseguirlo, pero se puede perder en un sólo día. Dejo el dato ahí porque quiero hablar de algo positivo: una alternativa.

Coincidiendo con el estallido del escándalo de Volkswagen, he viajado al Norte de Europea. He descubierto que el mundo del motor exige y mueve mucho dinero. Pero otra forma de moverse es posible.

Al descender del avión, una persona a nuestro lado, dijo que se había enterado en Internet de que ese día no se podrían utilizar coches particulares.  Le pregunté:

– ¿Debido a la contaminación?
– No, simplemente para concienciar a la población de que se puede vivir sin depender del coche.

Bruselas es una ciudad a la que cada día aceden cerca de quinientos mil coches. Sin ellos podría parecer una ciudad, paralizada, anodina o muerta. Pues no. Me encontré con una ciudad viva, alegre, desplazamientos festivos de familias enteras y de amigos. Jóvenes y mayores, niños y mascotas, echados a la calle a disfrutar una jornada casi primaveral, porque lucía el sol y la temperatura era agradable. También lucía la sonrisa en los rostros.

La bicicleta, los patines, los monopatines, triciclos, eran los reyes del asfalto y también de los jardines.  Circulaban los transportes públicos sin atascos y, eran gratis total. Era curioso ver en los cruces, -los semáforos funcionaban con la frecuencia habitual-, a esos vehículos no contaminantes, parados, mientras cruzaban quienes iban en otra dirección. Los peatones que iban y venían por la acera, la gente en las terrazas, la ausencia de ruidos y de humos, todo, daba la sensación de que la normalidad, era total. En general, el día sin coches, fue un acontecimiento festivo con mucha participación.

 Decidimos unirnos a la fiesta. Fuimos a comer al centro y luego nos acercamos al Parque del Centenario, -uno de los muchos pulmones de la ciudad- donde la alegría y los actos programados prosiguieron hasta el atardecer.

Poco después viajamos a los Países Bajos. Curiosamente, un pequeño país, con 16,8 millones de habitantes pero, con 18 millones de bicicletas. Tienen un PIB per cápita superior a los  50 mil euros. Apenas hay paro. El salario mínimo es de 1.501,80 euros mes, solo detrás de Luxemburgo (1.922,96 euros), pero ahí éste es otra historia, al ser paraíso fiscal. Por supuesto hay coches, pero…es otra cultura social.  

Entre otras ciudades visitamos Ámsterdam que, además de los canales tiene 1.300 puentes y nada menos que 400 km de carriles  bici. Es una ciudad donde el 38% de los habitantes elige la bici a diario mientras sólo el 28%  usa el coche, y el 34% camina o usa el transporte público.

Es decir, la mayoría van a trabajar, a la compra en bici. Los papás transportan a sus hijos pequeños al colegio sentados en sillitas-algunas con parabrisas-, y tanto en verano como en invierno, tanto si hace sol, como si llueve o nieva. Lo único que se necesita, dicen, es ropa adecuada. Hay muchos mayores pedaleando, igual que los jóvenes. Hay semáforos específicos para bicis en la mayoría de los cruces y aparcamientos para bicis casi en cada esquina. En algunos lugares hay plantas de aparcamiento con varias alturas. El respeto es norma. No se tira la bici en cualquiera parte, ni en general suele haber robos. La ciudad está pensada para el ciudadano y el  futuro.

Los canales son otra cosa.  Los holandeses han conseguido domesticar el agua, los lagos, los ríos, y … también el mar. Hay pasos a nivel, carreteras e incluso el aeropuerto que están por debajo del nivel del mar. Las parcelas de pastos y cultivo, al igual que asentamientos de casa particulares o chalets, están circundadas por el agua que, hace a la vez valla y de defensa.

Pero sin desviarnos del tema de las bicis… No se trata de que las haya, o de que sean muchas. Lo verdaderamente importantes es que se puedan utilizar. Que haya una infraestructura que apoya su utilización; que se reduce la velocidad de los coches para evitar daños a peatones y ciclistas, y que al no contaminar, son preferidas y bienvenidas. Las bicis están por todas partes. Incluso atraviesan el famoso túnel que divide en dos la joya de Ámsterdam, el Rijksmuseum, donde se encuentran la obra maestra de Rembrandt: "La ronda de noche", y otras no menos famosas de Vermeer, Van Gogh, Frans Hals y otros maestros.  Más de 2 millones de visitantes recorren las 80 salas del museo cada año. El visitante puede recorrer ocho siglos de historia holandesa con 8 mil obras expuestas. Ni los ciclistas molestan,ni los amantes del arte se extrañan.

Es verdad que no todos los países, ni todas las ciudades, tienen las condiciones orográficas de Bélgica, Holanda o Dinamarca. Hay que valorar las elevaciones que puedan existir en una zona en particular de una ciudad (región, país), para generalizar el uso de las bicicletas. Pero, valorar, no es cruzarse de brazos y no hacer nada.

Más que el relieve, importa la voluntad política, la aportación económica para llevar a la realidad el estudio de ingeniería que supone la aplicación masiva del carril bici, y la educación ciudadana sobre los beneficios de caminar, pedalear, respirar aire limpio, no contaminar y respetar lo ajeno. Se necesita cambiar la opinión pública, sobre los beneficios de otra forma de movilidad. Potenciar la ética social, familiar y personal de respeto y convivencia, siendo más libres. Allí los coches no pitan a los ciclistas y los peatones están acostumbrados a respetar el carril bici. No suele haber robos.

Se puede, si se quiere, modificar o transformar el concepto de movilidad urbana. En España, y en muchos otros países, las actuales ciudades son una pesadilla, de embotellamientos, y emisiones de gases contaminantes. Las prohibiciones y las multas no son suficientes para evitar los sombreros peligrosos de contaminación.

Si no hay esa voluntad y desde el principio se claudica ante las multinacionales, las leyes y el futuro, sucumbirán a la contaminación acústica y atmosférica.

En los Países Bajos la ciudad más adecuada para pedalear es  Ámsterdam, pero todos los caminos llevan a Utrecht. La hermosa ciudad, de origen romano, con un destacable casco medieval que es el kilómetro cero de la movilidad; allí confluyen todas las carreteras, las líneas de trenes y las vías ciclistas que recorren el país; la red ciclista (LF-network), señalizada y con mapas descargables (www.fietsplatform.nl), permite viajar por todas las poblaciones holandesas.

“Queremos ser la ciudad de las bicis del mundo”, declara Viktor Everhardt, teniente alcalde de Utrecht. Para ahondar en esa pretensión de convertirse en una referencia de los pedales, el Ayuntamiento está construyendo el parking de bicicletas más grande del mundo, con capacidad para 12.500 bicis, junto a la estación central. Una construcción de tres plantas y un jardín público en la azotea que aspira a destacar, junto con la reconocida torre de la catedral, Domtoren, en el perfil arquitectónico de la ciudad".

También estuve en Delf y en la Haya. Delft es un obligado alto en el camino perfecto en la ruta ciclista que une La Haya con Róterdam. Vías, que recorren cada año casi un millón de holandeses.

Pero la apuesta por la bici, no termina en Holanda, sino que se extiende mucho más allá. Dinamarca es otro país amante de la bici. Y Copenhague es famosa en todo el mundo por su cultura ciclista. Fue nombrada World’s most liveable city (Ciudad con mayor calidad de vida del mundo). Varias ciudades de todo el mundo están estudiando cómo copiar este fenómeno. Al igual que Ámsterdam, Copenhague es un paraíso ciclista con más de 390 kilómetros de carril bici. Allí se pueden alquilar bicis con GPS.

Si hay voluntad, los desniveles se salvan  o  las bicis se adaptan. Hoy mismo en el diario El País, podía leerse: "cambia una rueda y convierte tu bici en un vehículo eléctrico, inteligente y social".  Surgida en el laboratorio de ‘Senseable Cities’ del MIT:como afirma su inventorAssaf Biderman : "se trata de una rueda trasera que puede adaptarse a cualquier bicicleta convirtiéndola en un vehículo eléctrico inteligente que, además, se recarga aprovechando la energía de la pedalada. Lo que la diferencia de otros transportes similares es que la Copenhagen Wheel solo utiliza el motor cuando sus sensores detectan, a través del esfuerzo que está haciendo el ciclista, que es necesario. La novedad más llamativa, además de la sofisticación de sus sistemas de ingeniería, es que puede ser sincronizada y controlada desde una aplicación en el smartphone. Permite guardar datos de las rutas recorridas, frecuencia de la pedalada o ritmo cardíaco y compartirlo con otros usuarios a través de redes sociales".

Puede decirse que la revolución de la bicicleta ha comenzado. Espero que las ciudades del futuro no se parecerán a las que conocemos.  La alternativa al automóvil y a la tiranía del combustible y las multinacionales, puede ser la bicicleta. Está en manos de políticos capaces de rodearse de economistas e ingenieros y programadores capaces de proporcionar a los ciudadanos libertad, movilidad saludable y bienestar.

Se puede tener coche y ser capaz de prescindir de él. Hay países, y países ricos, que lo hacen. Los políticos con visión de futuro han hecho las adaptaciones necesarias y una labor educativa conveniente. En esas ciudades, la gente tiene más calidad de vida, menos peligro de accidentes graves y sobre todo nuevos puestos de trabajo.

La gente debe saber, que si se adapta la ciudad es posible llegar pedaleando al centro, antes que en coche. Imaginemos ciudades como Sevilla, o Córdoba o Valencia, Zaragoza o Madrid con la movilidad de la bici. Imaginemos  el cinturón de los pueblos que rodean a las grandes ciudades como Madrid, con un 50% menos de coches.  E incluso ya puestos a imaginar, pensemos en el mismo Corredor del Henares hasta Guadalajara, que está a 50 kilómetros, sin atascos, con medios públicos de trasporte rápidos y carriles de bici suficientes y capaces de dar alternativa sin contaminación.

Lo sucedido con el escándalo de Volkswagen, puede hacer pensar. Ojalá  esa manipulación de VW sea un reto, para una alternativa con mucho recorrido. Mas que ocuparnos del motor, sería reinventar la rueda y las ciudades del futuro. Esto, sí se puede. ¿Por qué  darle un coche a un niño después de aprender a andar en bici?

BELMONTE
BELMONTE
Dr. en Ciencias Humanas por la Universidad de Estrasburgo, miembro de CíViCa