Yo, criatura de Dios
28/12/2014
Cuidados paliativos: una alternativa a la eutanasia
29/12/2014

Por José Manuel Belmonte (Dr. en Ciencias Humanas por la Universidad de Estrasburgo, miembro de CiViCa

Hoy es un día para recordar, aunque se tengan opiniones diferentes, y unos piensen que esas muertes, son actos terroristas, otros, que son una salvajada,  y otros, que criticarlo es una simple hipocresía.

No es lo mismo. Depende de quién lo cuente. Depende de lo que se crea. Depende de los principios que se tengan. Y depende el caso que se haga a la conciencia. La discusión está en la calle.

Por José Manuel Belmonte (Dr. en Ciencias Humanas por la Universidad de Estrasburgo, miembro de CiViCa

Hoy es un día para recordar, aunque se tengan opiniones diferentes, y unos piensen que esas muertes, son actos terroristas, otros, que son una salvajada,  y otros, que criticarlo es una simple hipocresía.

No es lo mismo. Depende de quién lo cuente. Depende de lo que se crea. Depende de los principios que se tengan. Y depende el caso que se haga a la conciencia. La discusión está en la calle.

Unos: Ante la muerte, los hechos son los que son. La opinión no los hace cambiar.
– Claro, pero ¡todo depende!
– ¿Cómo que todo depende? La masacre de inocentes o es terrorismo o es una salvajada o las dos cosas. No hay otro juicio posible. Olvidemos lo de hipocresía.
– Depende de cómo nos lo vendan y de los principios que se tengan.
– Lo que yo diga no importa. Mi opinión no va a cambiar los hechos.
– Los hechos no se cambian, pero uno puede cambiar la forma de apreciarlos si
Se tienen principios éticos sólidos o no.
– Yo sé lo que está bien y lo que está mal. Y nadie tiene que decírmelo.  El ataquesangriento de los talibanes a una escuela de Pakistán que causó al menos 148 muertos, de ellos 132 de ellos niños, además de un centenar de heridos, es una canallada terrorista.  De hecho, ha generado una enérgica condena internacional. O ¿no está usted de acuerdo?                    
– Es una canallada y estoy con quienes condenan ese acto de violencia gratuita, injusta y salvaje. ¡Nadie tiene derecho a quitar la vida a un inocente! Y condeno también que el Estado Islámico ejecutara a 150 mujeres, algunas embarazadas, por no querer tener sexo. Igual que lamento las muertes de cientos de niños y de adultos,  torturados, asesinados o degollados públicamente. ¿Claro?
– Entonces ¿de qué habla? ¿Van a cambiar esos hechos mi opinión o la suya?
– No, pero hay mucho hipócrita suelto, que se ha acomodado a escoger o acogerse los ”otros” principios de Groucho Marx cuando convenga.
– ¿Está insinuando que yo no tengo la misma convicción?
– No insinúo. Creo lo que veo. Por eso afirmo que, sobre todo en occidente,
 muchos tienen una doble moral, o una ética de quita y pon. Se condena lo que está lejos y no les afecta, o mientras no les afecte personalmente, pero…
– Tampoco es eso…Creo que pensarían igual si les afectara.
– Si esas muertes se produjeran aquí, en su país, ¿Las condenarían también? Y como prueba, ¿estarían dispuestos a hacer algo para impedirlas?
– Algunos, por supuesto.  Yo lo haría.
– Simplemente hice una pregunta. Me alegra su respuesta.  Pero cuando dices
“algunos” ya estás dudando que esa opinión mayoritaria.  Y si además, alguien dijera que se tiene derecho a acabar con vidas inocentes, ¿qué harían? ¿Se acogerían a ese “derecho” que dicen o se opondrían a esa pretensión?
– Creo que muchos se opondrían a esa injusticia.
– Lo decía, porque como sabe hoy es 28 de diciembre y que por acá  se recuerda
Y se celebra el día de los “Inocentes”.
– Cierto, ¿Y qué?
– La muerte de un inocente o de muchos, a manos de un tirano, de un terrorista, de un fanático yihadista, un radical del EI, o de alguien con bata blanca, en USA o en cualquier país de la vieja Europa, es un acto de barbarie.  Aunque no lo hayamos visto o no los veamos.
– En eso estamos. La mayoría no ha visto a los niños asesinados de la escuela de Pakistan. Tampoco a las niñas secuestradas por Boko Haram, ni a los miles de cristianos, torturados o muertos. Simplemente lo han contado los medios.
 – Cierto. Ahora bien, ¿qué pasaría si se enterara que aquí se está quitando la vida violentamente, a más de 300 niños inocentes, cada día y en el país vecino tantos o más?
 –  Seguro que pensaría que es una broma, de mal gusto.
– ¡Qué más quisiera yo que fuera sólo una inocentada! Lamentablemente es un
hecho. Hay estadísticas oficiales. Este gobierno y el anterior lo saben. ¿Por qué esto se consiente?
–  Ah bueno…ya sé por dónde va, pero eso es distinto.
– ¿Es que no son muertes de inocentes? ¿La voz de esas sangres no clama por los mismos derechos?  Mire lo que dice este periódico: “El asesinato no solo significa el final de una vida específica sino el corte radical de otras existencias que podrían haber surgido de no haber desaparecido aquella.  Arrebatar la vida a un ser humano es, pues, no solo el final de una existencia concreta sino una herida en los próximos y en la sociedad cuyas últimas consecuencias apenas podemos imaginar”.

   “Si al fin y a la postre, los asesinos no reciben su castigo; si son excarcelados injustamente, si muchos ni siquiera se han visto amenazados por el aparato judicial; si las víctimas no tienen ni siquiera el consuelo de que se haya hecho justicia… la sociedad no solo volverá a dejar de manifiesto que está gravemente enferma sino que, por añadidura,  continuará llevando sobre sí la marca de Caín, mientras las sangres de los inocentes claman a Dios desde la tierra para conseguir la justicia que les niegan sus semejantes”.

-¡Ya sé, seguro que habla del aborto. Pero ya dije que eso es distinto. Lo ha aprobado el Parlamento y se ha convertido en Ley. ¡Es un derecho!
-¿Cómo? O sea, se  puede matar, y ya no es una salvajada, sino un derecho.   Perdón, acércate y comprueba que son palabras textuales del artículo titulado “Las sangre de los terroristas de ETA” (C. Vidal en La Razón 18-12-2014).
– Pues la verdad, sonaba a campaña contra el aborto.
– Ya ves que no. Lo que me extraña es comprobar que estabas dispuesto a cambiar en caso de que fueran muertes por aborto que no es más que la muerte cruel y violenta de un ser humano. La sociedad occidental, cuna del cristianismo y fuente infinita de cultura, se corrompe y embrutece, sin relevo demográfico, sin futuro. Se permite legalizar  para que las madres puedan acabar con la vida de sus propios hijos. Pero, pone el grito en el cielo, si se maltrata o se sacrifica a un animal. ¿O no es verdad?
– Hombre, acabamos de ver la que se ha montado en Madrid por un perro cuyos dueños tuvieron que ser internados y puestos en cuarentena por el ébola.
– Entonces, ¿hemos cambiado de principios o no? ¿No estamos ante la más absoluta hipocresía? Los niños de Pakistan, las niñas y mujeres masacradas  y enterradas en fosas comunes por los yihadistas, ¿tenían más derechos que los niños a los que aquí se les quita la vida?
– ¡Pero estos no han nacido!
– Ya. ¿Pero estaban vivos o no? ¡No, no se encoja de hombros! Se lo digo yo: tenían vida, y tenían derecho a vivir. Sí, igual que los niños y niñas a las que unos energúmenos fanáticos se la arrebató, en Oriente Medio o en África, o  por terroristas. El fanatismo y la ideología cambian la ética de la gente y lo hacen invocando, unos, a su dios, otros, a supuestos derechos de la mujer.Incluso entregan nt a su hija para convertirla en terrorista suicida de Boko Haram. Unos y otros manipulan los conceptos y la semántica, para cambiar los principios éticos y los sentimientos. El dinero y la política manipulan el derecho suavizando el tratamiento mediático.

Si un ataque informático puede producir un “ciberapagon”, el ataque de la ideología y el fanatismo  producen un “apagón ético y racional”. Estamos sufriendo ese ataque, en nuestra intimidad mucho más potente que los ataques informáticos a nuestros ordenadores. ¡Nos manipulan y, cuando lo descubrimos es demasiado tarde para actuar. “Las invasiones ilegales son difíciles de detectar si no existe vigilancia activa”.  “Todos se protegen” frente a la investigación judicial. Así se crean un clima de impunidad, de corrupción, y de desamparo ético, en el cual todo vale. Sin educación para la conciencia, sin referencias morales, sin valores cívicos y principios éticos, la regeneración no es posible.

– Pienso que cada uno sabrá lo que hace.
– No. Cuando se da cuenta es tarde. Esté en el vientre materno, en la escuela, paseando por el parque, o trabajando en una empresa, si el derecho a la vida humana no es el Primer Derecho Humano,  y si no es inviolable, cuando la voluntad de otro ser humano decida, (aunque sea su madre), se segará la vida. Han “creado el derecho de unos sobre otros”. Y llegarán a donde quieran.

De hecho, en algunos países ya se va más allá  de los 9 meses. Son los mismos argumentos. Primero en el vientre, luego en el postparto, después la eutanasia y la sedación o el tiro en la nuca. Cuando quieran, acaban con la existencia humana, porque es fácil si se anestesia la conciencia.

El cinismo se disfraza de sabiduría y desde los mismos organismos de la ONU, a través del Fondo de Población, organización radical de derechos sexuales, están exigiendo a los estados que cumplan con unas obligaciones que en realidad no existen  e intentan imponer, orientación sexual, identidad de género, y otros derechos sexuales como el “trabajo sexual” o “abuso sexual” de menores. Unicef mismo insta a los países a proteger los derechos LGBT porque, según dice, entran dentro de los «intereses superiores de los niños». Pero eso constituye “una grave violación de sus derechos e intereses».

No tienen límites. Despiezan a los niños abortados y comercian con sus órganos. Algunas organizaciones abortistas están ya presionando para que Obama financie el aborto en otros países, según acaba de denunciar en diciembre C-FAM y Human Rights.

Así, lo que alguno calificaba de “salvajada”,  lo terminan vendiendo como “un derecho”  o un acto humanitario: “por su propio bien” (para que no sufra cuando nazca, para que no pase hambre, para que no viva una vida sin dignidad, porque  dicen: que hay vidas que no merecen ser vividas).

– Es verdad. Tienes razón… ¡Hipócritas!
– Y lo que nos espera…si no paramos esa hipocresía. No se ve en el horizonte voluntad de regeneración ni del estado, ni de sus instituciones, ni de los partidos, ni de los sindicatos, ni de la sociedad. A lo sumo… quieren “atajar la corrupción”. ¿Con qué ética gobierna y vive esta casta? Vergonzosamente, con la del propio interés. ¿Quién defiende a los indefensos inocentes y a las personas honradas de esta jauría?

Sólo los niños  y los que luchan por ellos, con la ética,  pueden cambiar esto y regalar  esperanza. “Si uno no se implica, lo que suceda es culpa suya” (K.F).

BELMONTE
BELMONTE
Dr. en Ciencias Humanas por la Universidad de Estrasburgo, miembro de CíViCa