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Por Javier Novo, Profesor de Genética de la Universidad de Navarra, publicado en A ciencia Cierta el 14 de Enero de 2014

El gusano C. elegans (que podéis ver a la izquierda) sigue haciendo aportaciones muy significativas sobre aspectos fundamentales del funcionamiento de los seres vivos. Ya desde hace años es un gran modelo para estudiar la longevidad, y un nuevo trabajo publicado ahora en la revista Nature usa este animalillo para corroborar la “teoría mitocondrial” del envejecimiento.

Por Javier Novo, Profesor de Genética de la Universidad de Navarra, publicado en A ciencia Cierta el 14 de Enero de 2014

El gusano C. elegans (que podéis ver a la izquierda) sigue haciendo aportaciones muy significativas sobre aspectos fundamentales del funcionamiento de los seres vivos. Ya desde hace años es un gran modelo para estudiar la longevidad, y un nuevo trabajo publicado ahora en la revista Nature usa este animalillo para corroborar la “teoría mitocondrial” del envejecimiento.

Aunque hay muchos factores que llevan a los seres vivos a envejecer, uno de los principales es la liberación de sustancias tóxicas durante la respiración celular, que tiene lugar en esos orgánulos llamados mitocondrias. La relación entre actividad mitocondrial y longevidad es bastante clara, aunque algunas excepciones hacen difícil llegar a una explicación totalmente satisfactoria. En esta nueva investigación, científicos de China, Taiwan y Estados Unidos han analizado las “explosiones” de actividad de las mitocondrias de estos animales. Estos flashes (en realidad se conocen como mitoflashes) se concentran sobre todo en dos momentos de la vida del gusano: al comienzo de su etapa adulta y cuando empiezan a envejecer. Los investigadores midieron la intensidad de los mitoflashes en mitocondrias individuales del músculo, buscando una posible relación con la longevidad de los animales. Al contrario de lo que inicialmente creían, el flash tardío no parecía tener relación alguna. En cambio, el primero de los flashes, que se produce cuando los gusanos comienzan a reproducirse, permitía predecir con bastante exactitud cuánto iban a vivir.

De hecho, los científicos estudiaron una gran variedad de gusanos con mutaciones que alteran su longevidad media, y también los sometieron a distintas condiciones ambientales que acortan o prolongan su vida. En todos los casos, la intensidad del primer mitoflash se correlacionaba con lo que después vivirían los animales: a más intensidad, vida más corta. Y más aún, al manipular unos gusanos (habitualmente muy longevos) aumentando la intensidad de los mitoflashes cuando eran aún jóvenes, la vida de esos animales se acortó significativamente.

Así que una de las teorías sobre el envejecimiento recibe un buen espaldarazo gracias a este estudio. Dado que estos mecanismos están muy bien conservados en todos los animales, desde gusanos a ratones y primates, es bastante probable que este descubrimiento tenga aplicaciones al estudio del envejecimiento en humanos. El tiempo lo dirá.

CíViCa
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