Teresita, Corazones por la infancia (y II)

Ellos se atrevieron a decir lo que piensan
11/09/2015
Informe sobre “Demografía y Natalidad en España 2015” del Instituto de Política Familiar (IPF)
12/09/2015

Por José Manuel Belmonte (Dr. en Ciencias Humanas por la Universidad de Estrasburgo, miembro de CiViCa)

Reanudamos la entrevista a Teresita, si bien para mejor entender su vida y su obra, ofrecemos algo de la realidad a que se enfrenta.

 En Paraguay la necesidad es mucha y la ayuda oficial escasa: falta apoyo a la familia, a la mujer y a la niñez. Las cifras son abrumadoras. De los 2.600.000 niños y adolescentes que habitan en el país, 1.100.000 viven en la pobreza, que es mayor en zonas rurales, urbanas marginales y pueblos indígenas.

Por José Manuel Belmonte (Dr. en Ciencias Humanas por la Universidad de Estrasburgo, miembro de CiViCa)

Reanudamos la entrevista a Teresita, si bien para mejor entender su vida y su obra, ofrecemos algo de la realidad a que se enfrenta.

 En Paraguay la necesidad es mucha y la ayuda oficial escasa: falta apoyo a la familia, a la mujer y a la niñez. Las cifras son abrumadoras. De los 2.600.000 niños y adolescentes que habitan en el país, 1.100.000 viven en la pobreza, que es mayor en zonas rurales, urbanas marginales y pueblos indígenas.

El periódico ABC Color decía en agosto que urge aumentar la inversión para combatir desnutrición.  

Pero además, hay niños maltratados, abusados, paro sobre todo faltos de hogar y de cariño.  También la juventud y la mujer  están muy desprotegidas.

Decía Teresita, que en ocasiones, como consecuencia de ese abandono y de la falta de apoyo, algunas mujeres no ven otra salida que abandonar a sus hijos en los lugares más inverosímiles. Esos niños y esas madres deberían hacer brotar una solidaridad en torno a unos principios constitucionales de justicia, pero sobre todo unos valores de humanidad y cristianismo, como han brillado siempre en Paraguay. Algo de eso existe, pero puntual.

¿Qué es lo que más se necesita, Teresita?

Antes de nada, se necesita AMOR. Ni se pueden cerrar los ojos, ni se puede mirar para otro lado. Cada niño es un mundo. Son el futuro. Necesitan el calor de una familia. Y de las familias se necesita su tiempo, su atención, su cariño, su abrazo. Una inmensa entrega de AMOR. Nuestra entrega al amarlos tanto, hace al chiquito fuerte y sano. Es un AMOR con desapego total, sabemos que debemos recibirlos sin retenerlos y un día  debemos dejarlos ir. Es una experiencia indescriptible.

-Hablas por tu experiencia como "familia acogedora" en Corazones por la Infancia. Nos dijiste en la charla anterior que en tu familia habías recibido ya a 12 bebés. Cuéntanos por favor, cómo los acogéis y por cuánto tiempo.

Después de haber decidido el tema en familia y luego de que vinieran y nos preguntaran, (era como si pasáramos el examen de capacitación) decidimos embanderarnos en "Familias Acogedoras". Todos apoyamos y  colaboramos.

Ya dentro comprobamos 1) que se necesitan más familias así  y 2)que  la gente tiene un poco de miedo a lanzarse y ser solidaria. Pero, si se quiere ¡¡se puede, claro que se puede!!

Y el proceso es…que después de embanderarse cuando hay un niño nos llaman. Nos lo entregan y queda un tiempo a nuestro cuidado. Este tiempo puede abarcar de 6 a 8 meses, a veces incluso 1 año, pues ese es el tiempo que puede tardar el proceso legal de cada caso. Los chiquitos llegan a casa para ser abrazados, amados, cuidados, alimentados.

-Los pediatras dicen que los primeros meses de la vida  de un niño son muy importantes, ¿tanto bien les hace el ser "acogidos" en una familia?

-Yo, he constatado que "nos" hace y "les" hace mucho bien. Es un tiempo de GRACIA, de BENDICIONES. La familia que acoge no se rompe, se implica  y se multiplica. Cuanto más damos más recibimos. Nos hacen mejores y más generosos como personas y como familia. Y los niños al ser amados reviven. Todos necesitamos ser amados para vivir. El amor es más necesario que el pan. Hemos visto  cambiar la textura de su piel, el brillo de sus ojos; hemos visto brotar dientes y pelo a los pocos días de llegar, y muchos de ellos por fin, pudieron esbozar una sonrisa. Hemos percibido -casi palpado- lo que es capaz de hacer el AMOR en un ser humano. Hemos visto la transformación que es capaz de hacer un abrazo  y un mimo en un niño.

Y, la otra cara, siendo todo eso verdad… hay que saber que estos niñitos no pueden quedarse con nosotros; todos deben partir. Algunos con sus lazos sanguíneos, sus abuelitas o tíos, si se dan las condiciones.

 ¿Qué sucede entonces en los otros casos?

Si el estado no consigue su reinserción, entonces  el niño es declarado en adopción y conjuntamente con el Centro de Adopciones se procede a las entrevistas con familias de la lista de espera. Aquí es donde se nota perfectamente lo importante de la colaboración de la ciudadanía con la tarea del estado, es vital nuestra ayuda desde nuestras casas.

-De una forma u otra, la realidad es que los niños se van. Entrega total y "desapego", parecen opuestos. En todo casos, ese desprendimiento entraña un reto y un riesgo, sufrir.

-Es difícil explicar. Por supuesto que sufrimos, por supuesto que nos cuesta muchísimo cuando se van, pero entendemos que esa es nuestra misión. El amor es así o no es amor.  Como decía una amiga mía, "si hablamos de dificultad hay que afirmar que no todo es fácil, pero si me preguntan si merece la pena, rotundamente sí que merece la pena". Nuestro cariño hace que ese pequeño crezca sano y feliz mientras está con nosotros. Estamos preparando un pequeño para que sea el hijo de alguien a quien no conocemos, para que haga feliz a alguien que no conocemos, para que complete una familia que no conocemos.

Suelo comparar lo que estoy haciendo con mis propios hijos: a mis 4 hijos estoy preparándolos, si deciden casarse,  para una persona a quien no conozco, para que sea el esposo/a de alguien a quien no conozco, para que haga feliz a esa pareja y a los hijos que vendrán. Y en el futuro, Dios lo quiera, los niños amados serán los adultos que saben amar.

-Lo explicas admirablemente. Creo que no hacéis drama al partir, sino aceptación. Pero…después del adiós, ¿qué pasa? Se cierra la puerta y cada cual por su camino, o ¿siempre queda algo?

Gracias por hacerme esa pregunta, porque me permite precisar. Hace 15 días entregamos nuestra pequeña numero 12. Se fue de casa luego de 6 meses. Esa niña llego cuando tenía un mes. Regresó con su abuelita. Este regreso siempre es muy cuidado, es muy sano, se van luego de hacer un relacionamiento tranquilo, el tiempo depende de cómo el niño va adaptándose a su nueva familia. Sus padres adoptivos o sus abuelitos, vienen a nuestra casa el tiempo que sea necesario y empiezan a compartir con los pequeños, nosotros vamos saliendo de escena, sobre todo yo, con quien el chiquito siempre está más apegado. Una vez que vemos que el bebé reconoce, se alegra y festeja el encuentro con su nueva familia, el está listo para marcharse.

Muchas veces seguimos teniendo relación con ellos, incluso mis hijos mayores, mi esposo y yo, hemos sido elegidos padrinos de algunos de ellos. Esto se respeta mucho y es total decisión de sus padres adoptivos.

-Y ustedes, la familia acogedora, ¿no sienten un vacio, cuando se van?

-Cada uno de los chiquitos ha sido toda una enseñanza en nuestra familia, hemos dado muchísimo de nosotros a cada uno de ellos, les hemos querido tanto que nada de lo suyo nos es ajeno.  Pero mi conclusión es que ellos siempre nos dieron más. Nunca han causado problemas en nuestra casa, muy al contrario han llenado de bendición nuestro hogar, y podría decir que he vivido milagros de amor con la llegada de cada pequeño a casa. Han dejado en nosotros una huella profunda de amor, nos enseñaron sobre la simpleza de la vida y la fuerza del amor, y a DAR sin medidas, hemos crecido tanto como familia.

A mí, como mamá me han enseñado que nuestros hijos se van, que mis hijos se irán y sea corto o largo el tiempo que compartan conmigo lo que terminan llevando es la fuerza de mi abrazo. Cada niño nos ayudo a fortalecernos como familia, nos hizo crecer como cristianos, nos hizo crecer como personas. Estoy segura que cada uno de mis hijos será una futura Familia Acogedora.

-Escuchándote, me viene a la memoria lo que Claudia Jovellanos tras leer la entrevista que publicamos hace una semana, comentaba: "Excelente. Una descripción de una Mujer auténtica, carismática, dulce, con un corazón puro que irradia amor y luz ante la indiferencia de un mundo tan hostil…ella solo tiene ojos y manos solidarias para tanta gente…orgullosas de que existan personas con tantos valores y esa esencia única…Te quiero mucho Tere".

Desconocía eso y me abruma escuchar lo que dijo Claudia. Simplemente hago lo que hago porque estoy convencida, pero también porque tengo el apoyo absoluto y el cariño total de mi familia.Esta es una gran misión. Si nosotros pudimos hacerlo, claro que se puede hacer lo mismo aquí y en cualquier país. Es increíble ver como Dios ordena todo cuando llega un chiquito a la casa.

A todas las familias les digo: ¡Den! Es bello dar. Debemos dar, porque solo dando uno recibe de nuevo. Busquen vivir la magia, la bendición del dar, y ni se imaginan todo lo que recibirán. Por experiencia lo digo, solo importa lo que amé, cuánto di y cuanto compartí junto con mi familia.  Es algo indescriptible también recibir. Y hablo de recibir paz en casa, recibir alegría en casa, recibir el pan en casa, recibir la salud en casa, la armonía en nuestra vida. Cuando llegas del trabajo es maravilloso. Los pequeños nos reciben con un grito de felicidad porque reconocen nuestra voz apenas entramos. Ni les cuento los besos y abrazos que recibimos.

Estos pequeños han sido Angelitos que el Señor nos prestó un tiempo, y estamos abiertos a que nos lo siga enviando.  Hace 15 días como digo, se fue nuestra última bebé y mis hijos ya me hacen la pregunta de siempre: ¿Cuando viene el siguiente, mami?

-Hablas con una fuerza, que convence. Las fotos que nos has mostrado, demuestran que la esperanza y el amor son más fuertes que el miedo; y también, que sois una familia normal pero extraordinaria que acoge con normalidad y deja ir con grandeza. Da igual si llega niña o niño. Y si llegan mellizos también abrís los brazos, para nada pueda separarles. Con familias acogedoras como la tuya podemos seguir creyendo que este mundo tiene futuro. Acoger es obra de todos, como se puede apreciar.

Gracias por esta gran lección de humanidad.

BELMONTE
BELMONTE
Dr. en Ciencias Humanas por la Universidad de Estrasburgo, miembro de CíViCa