Contra la destrucción y la soledad, dos inventos.

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Por José Manuel Belmonte, Dr. en Ciencias Humanas por la Universidad de Estrasburgo, miembro de CíViCa

La Humanidad ha llegado al estado actual gracias a las ideas de algunos y de quienes han ayudado a ponerlas en práctica para mejorar la vida humana. La ciencia avanza y ayuda al progreso.

Saber más es bueno. Aceptar algo porque es nuevo, no parece suficiente. Ante cualquier invento, uno debe interrogarse.

Reconozco que hay algo que me deja perplejo. Puede ser admirable, pero me confunde como ser humano.  Quiero saber más sobre dos trabajos importantes.

Uno, trata de capturar el pasado, antes de que se deteriore o se destruya y conservarlo para las futuras generaciones: Iconem. El otro, es el robot.

1.- Iconem. Es la empresa del arquitecto francés Yves Ubelmann que utiliza tecnología punta, para «salvar» el legado arquitectónico del pasado. Es reciente,  2013, pero ya ha prestado un servicio importante a la Humanidad.

Los monumentos o vestigios arquitectónicos de la antigüedad, ni la UNESCO ni los gobiernos de los países en que se encuentran, pueden protegerlos totalmente del paso del tiempo, ni del saqueo o la destrucción. Algunos, ni siquiera tienen el reconocimiento oficial de ser «Patrimonio de la Humanidad».

El trabajo de los expertos, en muchos lugares donde existen esos vestigios, ni tienen la protección ni los medios adecuados para defenderlos y conservarlos.

Las guerras, el fanatismo de los contendientes y los ataques terroristas, pueden reducir a escombros joyas arquitectónicas únicas que se tardaron cientos de años en construir y, se habían conservado durante varios miles de años.

Ubelmann, que desde su graduación había recorrido varios países para ver esos lugares, tuvo la idea de intentar protegerlos para futuras generaciones. Pensó que podía hacerse algo aprovechando la tecnología. Creó su propia empresa. Ha aprovechado los drones para fotografiar desde el aire monumentos a los que no era -ni es- fácil acceder, dado el peligro.

A esas fotografías les aplican algoritmos informáticos para transformarlas en tridimensionales. El resultado es una fotografía digital, ultraprecisa, llamada fotogrametría, que se puede imprimir en 3D.  Así, pueden estudiarse en aulas, museos, o ser reproducidas en reconstrucción física, en un lugar distinto a su ubicación original.

Para dar a conocer alguno de estos trabajos y su perfección, se organizó una exposición en París a finales de 2016, acompañada de una Mesa Redonda. El título: Sites Éternels,  (Sitios eternos) lo dice todo. Ver el siguiente Video:

En la Mesa Redonda intervinieron varias personalidades y el mismo Ubelmann. Si no existieran esas fotos, las generaciones futuras, no encontrarían más que ruinas. Por eso, al mismo tiempo que sus fotografías puede apreciarse, la destrucción terrorista de algunos monumentos. En algunos casos fue captado el momento justo de su destrucción por el ISIS, juntando el valor documental y el histórico.

Viendo la exposición uno puede viajar en el tiempo, gracias al trabajo de Iconem, hasta el lugar de origen y realizar una inmersión en el pasado y en el presente. La exposición tuvo lugar en París del 14 de diciembre de 2016 al 9 de enero de 2017.

Un inmenso acierto del joven arquitecto y de su empresa: Iconem, que gracias a la innovación tecnológica, tiene la ambición de preservar el patrimonio amenazado. Para quien quiera ver más

2-Robots y soledad.

Desasosiego me produce que estos dos conceptos puedan unirse. Son dos abismos. ¿Puede un androide despertar la empatía de un ser humano y remediar su soledad? Esa es una clave.  Y otra, vivir la soledad sin tristeza.

Los robots «despedirán» en un futuro próximo al 10% de los empleados. ¡Ya lo están haciendo en las industrias y empresas!  La precisión, el automatismo y la no fatiga, gran apuesta a su favor. Pero hay más campos.

¿Pueden desplazar a los humanos en ciertos espacios de producción tradicionales como el periodismo? Parece algo más cercano a la inteligencia, aunque se base en datos.

Pues sí, también. De hecho la empresa Automated Insights (AI), fundada hace unos siete años y la Narrative Science, han desarrollado piezas de software capaces de crear textos en prosa basado en datos.

Luego, por ejemplo, con los datos de la capacidad de los embalses de Entrepeñas y Buendía, la escasez de lluvia en los últimos 5 años, el volumen de los trasvases producidos durante ese mismo período y el volumen de agua embalsada al día de hoy, podrían realizar un artículo excelente y objetivo, sin necesidad de mentar a los políticos de derecha o de izquierda.  Y sería un gran logro, sin duda.

Pero… llegar a la profundidad del hombre, a su ser individual y su soledad, es como asomarse a un abismo. No es fácil para los médicos, ni para los propios familiares, ni para los programadores informáticos.

En términos sociales, «soledad», significa estar solo sin acompañamiento de una persona u otro ser vivo. La soledad puede tener diversas causas, como la propia elección, el aislamiento impuesto por un determinado sector de la sociedad, una enfermedad, pérdida de un ser querido, etc.

Aunque nacemos y vivimos para ser sociables, la soledad, no tiene por que ser negativa. Al contrario, tiene sus ventajas y a veces necesitamos estar solos.

El problema no es estar solos, sino sentirse solos. El frenético vivir, rompe lazos, sentimientos y personas. Puede generar sentimiento de soledad y tristeza,  y llegar a convertirse en enfermedad con síntomas diversos; algunos graves. Mi amigo médico, Ramón Bernadó, dice que algunas personas lo somatizan y acuden a la consulta en busca de «la píldora de la felicidad», pero que la medicación «no es la solución es un problema que se podría resolver con el cambio de actitud que se resume en una frase: humanizar nuestra vida».

Una cosa es describir la soledad sin cortapisas, y otra acercarse a los sentimientos, como Tinder, -aplicación para conocer gente-. «Desplaza. Coincide. Chatea. Queda». Eso y salir, puede ayudar a ligar. Puede dar accesibilidad e incluso inmediatez comunicativa. Pero… encontrar la mayor comunidad de solteros, ¿es salir de la soledad? Temo que la vida es algo más que eso, porque es mucho más que sexo. Por eso, tampoco Internet  que ha aumentado la comunicación no ha reducido el aislamiento social, ni la soledad, de quien se conecta.

Los programadores e inventores de la robótica, creen que el robot podría acabar con la soledad de algunas personas, ayudar a enfermos y personas dependientes. Para ello los robots  pueden divertir, estimular, conversar, acompañar y ayudar. Ya han creado el robot social  que se comunica con las personas siguiendo comportamientos sociales.

Estoy más en la idea del Dr. Bernadó, de humanizar la vida. Poner a las personas, familia, amigos y voluntarios en contacto, para ayudar a quien se siente solo, en esta epidemia del siglo XXI.

Me parece que es necesario estar rodeado o rodearse de quien conozcamos y reconozcamos intimidad suficiente para acercarse a los sentimientos. No basta con estar al lado, ni con ayudar, si uno sigue sintiéndose solo. Estar en el mejor piso, en el mejor centro social, asistencial, ¿es suficiente? Depende de personas y circunstancias.

Y atención, la soledad no es únicamente problema de personas mayores, ni siquiera de personas que viven solas.  «La soledad no discrimina. Si bien hay más riesgo en el caso de mayores que viven aislados o aquellos con problemas de salud que limiten sus capacidades comunicativas o de movilidad, cualquiera pueda sentirse solo» recuerda el catedrático Juan Diez Nicolás. Y añade algo que se olvida: «Casi todos piensan que la soledad afecta a los que viven solos pero se puede vivir acompañado, incluso tener una familia grande y no sentirse arropado o querido».

Según un artículo del mes pasado, en el periódico El Mundo: «la soledad ya supone mayor amenaza para la salud que la obesidad» [enlace].

Por eso, un simple animal de compañía y cualquier invento es bueno si logra paliar el problema, de algún modo. Pero sin olvidar nunca, que una palabra de cariño, un beso o un abrazo, son bienvenidos siempre y están al alcance del corazón de un niño, de un joven o de un adulto. Y son un bálsamo para las heridas de la soledad. No he encontrado a nadie solo, enfermo o con alzhéimer que no lo necesite o lo rechace.

BELMONTE
BELMONTE
Dr. en Ciencias Humanas por la Universidad de Estrasburgo, miembro de CíViCa